versión pdf

¡Proletarios del mundo, uníos!

 

 ¡POR LA REANUDACIÓN DE LA LUCHA DE CLASE HACIA LA REVOLUCIÓN SOCIAL ANTICAPITALISTA!

 

La base de la sociedad en la que vivimos es el trabajo asalariado. La única fuente de ganancia es la explotación de este trabajo asalariado, el trabajo de la clase obrera. La ganancia sale del hecho de que, aunque nos paguen un salario, en realidad, producimos más valor que el que nos pagan (o, lo que es lo mismo, no nos pagan una parte del trabajo que hacemos). Esto sucede incluso cuando nos pagan lo que dice el Convenio o el contrato porque, si no, no existiría la ganancia ya que de la nada no sale nada. No podemos librarnos de esta explotación porque podemos dejar de trabajar para un empresario pero no podemos librarnos de la clase de los empresarios en conjunto. Si no accedemos a que nos exploten no tenemos con qué comprar la comida, pagar la vivienda y la ropa. Esto pasa porque la clase de los asalariados no disponemos de medios de producción mientras que los empresarios son la clase de los propietarios de estos medios de producción. Así pues, el trabajo asalariado es una forma de explotación y de esclavitud moderna. Quien encubre este hecho científico o defiende su permanencia es un traidor a la clase obrera y un lacayo de la Patronal.

Esta ganancia fundada en la explotación de la clase obrera es la que luego se estafan mutuamente, se reparten bajo mano, etc. Con el bombo que le dan a la “corrupción” disimulan el hecho de que, aunque no hubiera corrupción, seguiríamos viviendo en un sistema de explotación y esclavitud.

Hemos visto muchas veces intervenir a la policía y hasta al ejército cuando la clase obrera ha planteado luchas y huelgas que han puesto en aprietos a la Patronal. También vemos continuamente cómo los Juzgados o la Inspección de Trabajo son una burla para los trabajadores. El parlamento sistemáticamente aprueba leyes que no son más que la voluntad de la clase dominante disfrazada de interés general. Todo esto significa que el Estado parlamentario es un arma en manos de los capitalistas para garantizar la explotación: “es la junta que administra los negocios comunes de la burguesía.” (Manifiesto del Partido Comunista, 1848).

Algunas corrientes proponen que hagamos cooperativas o que nos hagamos autónomos. ¿Cuál es la cruda realidad detrás de esta propuesta? Mientras se mantenga el sistema mercantil-capitalista, se produce para un mercado que no se puede controlar y por lo tanto se produce la anarquía de la producción y las crisis de sobreproducción relativa de capitales. La consecuencia es la bancarrota por la competencia o el sometimiento a las condiciones del banco para la obtención del crédito, así como la auto-imposición de jornadas maratonianas y de ritmos desquiciantes de trabajo. En síntesis, nos convertiríamos en nuestros propios explotadores para pagar el crédito al banco. Por esto, las corrientes que proponen la auto-gestión y similares sólo proponen la auto-explotación y son cómplices y perpetuadores del sistema capitalista.

Otros dicen que todo se solucionaría nacionalizando las grandes empresas o determinados sectores. Pero el Estado parlamentario es el instrumento de la clase patronal (y no puede ser otra cosa) y la nacionalización lo único que hace es sustituir a un patrón privado por el patrón Estado. Las nacionalizaciones son siempre a cambio de un rescate o indemnización por lo que el capital se mantiene intacto para seguir explotando a la clase obrera. Es más, normalmente se nacionaliza pagando mucho más de lo que vale y al alternarse el ciclo se vuelve a privatizar lo que se había nacionalizado, pero por mucho menos de lo que vale.

Pero alguien exclamará: hay que reivindicar el “sector público”, la sanidad, la educación, etc. ¿Acaso no es cierto que en la sanidad pública los médicos cobran pluses por dar menos bajas y utilizar menos material?¿Acaso no es cierto que nos mandan a trabajar enfermos los tribunales médicos públicos?¿No es igual de cierto que en las escuelas se enseña que la propiedad es sagrada, que el orden natural de las cosas es que haya empresarios y asalariados, que se educa a los niños para cumplir horarios y aceptar la disciplina en el trabajo? Entonces, está claro que a la clase obrera le interesa que se le dé acceso gratuito a los mejores métodos y tratamientos médicos, a que no se le obligue a trabajar enferma, a que no se eduque a nuestros hijos para ser buenos esclavos y explotados mañana. Nuestra pregunta es: ¿qué tiene que ver esto con que el servicio sea público o privado? Absolutamente nada. A la burguesía le va perfecto que se den determinados servicios por parte del Estado para que se reduzcan los costes y así podernos pagar menos salario cada burgués individual. No hay más. Por esto, cuando quieren reducir los costes del salario recortan en sanidad y en educación. Así pues, quienes llaman a la nacionalización y a la defensa del sector público sólo están edulcorando el contenido de clase del Estado burgués y llamando, consciente o inconscientemente, a defender el arma del enemigo.

El interés de la burguesía es que no seamos conscientes de la situación de explotación y por esto intenta que no empleemos los términos exactos: clase obrera, proletariado, trabajadores asalariados. Por esto hablan de las “clases medias” y del “pueblo”. Pero las palabras tienen un significado. ¿Qué es el “pueblo”? El “pueblo” son el conjunto de clases que no formaban parte de la aristocracia o de la iglesia. Esto por lo tanto incluye a los propietarios, a la burguesía. Quizás nos digan que se excluyen las grandes empresas y los bancos. Pero el 80% de las empresas tienen menos de 10 trabajadores. En estas pequeñas empresas es donde se produce la explotación más directa, brutal y descarnada, donde los salarios son más bajos y donde ni siquiera se hacen contratos, ni se cotizan las horas, ni se puede coger la baja. Hablar de “pueblo” es fomentar y embellecer la explotación más cruda de la clase obrera, significa convencer a los trabajadores de que ayuden a sus propios explotadores, significa traicionar y abandonar a una gran masa de los asalariados. Exactamente lo mismo se aplica a las “clases medias” que o son pequeños propietarios o son sectores privilegiados de la clase obrera que intentan defender su statu quo. Unos y otros, hoy, defienden su situación actual de privilegio y llaman al proletariado a defenderles a ellos con conceptos engañosos en vez de atacar los cimientos de la explotación, son pues conservadores y reaccionarios.

Todos los discursos anteriores suelen ir acompañados de una petición de voto para tal o cual partido parlamentario o plataforma electoral vieja o recién creada. En nuestra época - en la época del imperialismo en la que el dominio del capital financiero es aplastante - el parlamentarismo sólo es la obra de teatro con la que se ilusiona a la pequeña burguesía y a la aristocracia obrera y se busca corromper a la clase obrera. El parlamentarismo además es un gran negocio para quienes ocupan poltronas y gestionan presupuestos municipales, autonómicos o centrales. Por esto todos mienten más que hablan para llegar allí y todos están dispuestos a hacer todo lo contrario de lo que prometieron.

Un movimiento verdaderamente transformador y revolucionario sólo puede nacer fuera de este ambiente de cretinismo parlamentario.

Todos los explotadores son superpatriotas porque necesitan narcotizarnos para que les produzcamos sus ganancias, ganancias que luego evaden y reinvierten por el mundo. Así nuestros patriotas explotan a la clase obrera del propio estado y a la del resto del mundo. No se combate ni se puede combatir a los explotadores con un supuesto patriotismo “verdadero” porque, como dice el Manifiesto del Partido Comunista (1848): los obreros no tienen patria, no se les puede arrebatar lo que no poseen”. La clase obrera es una clase internacional y necesita el internacionalismo como único oxígeno para luchar por su emancipación. Los trabajadores asalariados del resto de países son nuestros hermanos de clase, nuestros iguales. El nacionalismo y el patriotismo son veneno que divide a la clase obrera y nos llama a la unión con nuestros explotadores: con la pequeña, mediana y gran burguesía.

¿Pero algo habrá que hacer aquí y ahora? Esta es la pregunta estrella de los reformistas para convencer a los proletarios que se dejen de revoluciones sociales. Ciertamente, algo hay que hacer aquí y ahora. Pero querer reformar o conservar esta sociedad significa mantener la explotación y la esclavitud del sistema asalariado, significa mantener el paro masivo y creciente, significa mantener las guerras que necesita el capitalismo para superar las crisis de sobreproducción a las que se ve abocado. ¡No importan las vidas proletarias que cueste! 

La clase obrera no podrá emprender la transformación radical y revolucionaria de los cimientos de la sociedad si no somos capaces antes de luchar contra los atropellos cotidianos a los que nos vemos sometidos en los centros de trabajo y si no somos capaces de separar nuestras reivindicaciones inmediatas del pantano de la pequeña burguesía. Por esto lo que hay que hacer “aquí y ahora” es defendernos de los atropellos que vivimos en los centros de trabajo, extendiendo la lucha y con ella la organización. Los “sindicatos” subvencionados son empresas de servicios sindicales, aparatos al servicio de la Patronal. Para oponerse a los abusos de la Patronal la clase obrera necesita el Sindicato de Clase: organización de lucha inmediata no subvencionada por el Patrón ni por el Estado, sin liberados ni profesionales, en la que se excluya el nacionalismo y el parlamentarismo, fomentando la acción directa y la extensión de las huelgas indefinidas y sin servicios mínimos.             

Se nos dirá que reducir drásticamente la jornada, aumentar los salarios con fuertes aumentos lineales, eliminar la subcontratación, reducir la edad de jubilación, etcétera es demasiado. Respondemos que quien razona así es un defensor de la esclavitud y que si el capitalismo sobrevive reventando a la clase obrera… ¡que reviente el capitalismo!

¿Y si revienta el capitalismo cuál es la alternativa? La alternativa al capitalismo es una sociedad sin clases, sin dinero, sin propiedad privada y sin intercambio mercantil: el Comunismo. ¿Pero no ha fracasado ya el comunismo? Nos han dicho siempre que en Rusia y satélites, en China, Vietnam, Cuba o Venezuela había socialismo o comunismo. Esto es una grandísima mentira porque “no hay trabajo asalariado donde no hay capital” (Manifiesto del Partido Comunista, 1848) y en todos estos sitios ha habido siempre trabajo asalariado y mercancías. Esta mentira fue denunciada por la Izquierda Comunista desde 1926 contra la teoría falsa del “socialismo en un sólo país”. Sin embargo, la revolución de octubre de 1917 sí fue una revolución políticamente proletaria que derrocó al gobierno provisional burgués, a la restauración zarista, instauró la dictadura de la clase obrera sobre las clases propietarias, acabó con la 1ª guerra mundial y fundó la Internacional Comunista. Esta grandiosa revolución proletaria no podía desarrollarse económicamente sin una revolución en Europa y fue replegándose hasta ser enterrada por el “estalinismo” que asesinó a la vieja guardia bolchevique, disolvió el cadáver de la  Internacional Comunista en 1943,  pactó primero con el Partido Socialista Nacional Obrero Alemán (más conocido como partido “nazi”) el reparto de Europa oriental (1939-1941) y luego con EEUU, Inglaterra y Francia el reparto de media Europa y del mundo (1945), rehabilitó la Iglesia ortodoxa en Rusia, entró en la ONU (la “cueva de los bandidos”, según Lenin), etc.

La caída del muro de Berlín y del bloque ruso no es el fracaso del comunismo ni del socialismo: es el fracaso del capitalismo ruso disfrazado de socialismo, el fracaso de una gran mentira histórica.

Actualmente, vivimos en la dictadura de la burguesía por más adornos que le pongan. Es una verdad que palpamos a cada momento en las huelgas, en los tribunales, etc. Por esto no conseguiremos romper ni modificar el sistema de relaciones capitalistas de producción, del que deriva la explotación, sin destruir el Estado burgués. La clase obrera deberá dotarse a su vez de su propio instrumento para impedir la restauración de la esclavitud y la explotación: la dictadura del proletariado, la historia no permite un término medio. Sin embargo, este Estado revolucionario es sólo necesario en un periodo transitorio y se extinguirá siendo sustituido gradualmente por la organización colectiva de los productores libres asociados.

Para poder llevar a cabo esta tarea, la clase obrera necesita un Partido con una comprensión científica de la historia y un programa que no sea de reforma o conservación de la presente sociedad: este partido es el Partido Comunista Internacional que debe reunir la parte más avanzada y decidida del proletariado, unificando los esfuerzos de las masas proletarias dirigiéndolas desde la lucha por intereses y resultados contingentes a la lucha general para la emancipación revolucionaria del proletariado.

Es imprescindible entender que “sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario” (¿Qué hacer?, Lenin) y estudiar los fundamentos científicos del marxismo (“Trabajo asalariado y Capital”, “Manifiesto del Partido Comunista”, “Anti-Dühring”, “El Capital”) junto con las lecciones sacadas por la Izquierda Comunista de la degeneración táctica-programática-organizativa de la Internacional Comunista (degeneración de la que fue copartícipe el “trotskismo”), que terminó abandonando la revolución comunista mundial en 1926.

Este mundo burgués se hunde y amenaza con arrastrarnos con él, no tenemos parches o remiendos que ponerle sino una nueva sociedad por la que luchar y vivir. Y no una caricatura de ésta con los nombres cambiados sino una sociedad verdaderamente comunista: sin trabajo asalariado, sin mercado, sin anarquía de la producción, sin propiedad privada, sin Estado, ni crisis ni guerras… en la que “el libre desarrollo de cada uno será la premisa del libre desarrollo de todos” (Manifiesto del Partido Comunista, 1848).

 

PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONAL – “EL COMUNISTA” – 1º mayo 2023 – www.pcielcomunista.org – twitter.com/pcielcomunista

versión pdf