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           ¡Proletarios del mundo, uníos!

 

¡PARA ACABAR CON LAS GUERRAS, TENEMOS QUE ACABAR CON EL CAPITALISMO!

 

 

La guerra es la solución capitalista de su crisis

Hace casi dos años que empezó la CARNICERÍA en Ucrania y hace un año la MASACRE en Gaza, mientras otros múltiples conflictos menos mediáticos se libran en el actual mundo capitalista. Sería de una CEGUERA extrema tratar de entender estos conflictos considerándolos sólo en su escala local y mucho más tratar de buscar una “solución” a esa escala. Estos conflictos vienen determinados por la intersección de procesos necesarios de la concurrencia entre los distintos imperialismos a escala mundial.

La acumulación de intereses imperialistas entrecruzados que colisionan y estallan en forma de conflictos armados, se produce en el marco de los procesos que determinan el periodo actual, una vez cerrado el ciclo de revoluciones burguesas anticoloniales en Asia y África y culminada la extensión del capitalismo a escala mundial: el desplazamiento del centro de gravedad del capitalismo a Asia, la ruptura del reparto del mundo y la crisis de sobreproducción.

Estos procesos determinan entre otras cosas el desplazamiento de EEUU por parte de otros imperialismos y su repliegue de varias de sus áreas de influencia, la exacerbación de la guerra comercial, la tendencia a la interconexión intra e interregional, la irrupción de alteraciones en las rutas comerciales y la cadena de suministro para intentar contener la avalancha de mercancías y contrarrestar las arenas movedizas de la sobreproducción, su materialización en conflictos militares por el momento localizados pero con una participación e impacto indiscutiblemente internacional y mundial.

Tanto la ruptura del reparto del mundo como la crisis de sobreproducción relativa de capitales conducen al mundo capitalista hacia la guerra imperialista; no se trata de la locura de uno u otro títere sino de la esencia de la solución capitalista a la crisis: ¿Cómo vence esta crisis la burguesía? De una parte, por la DESTRUCCIÓN obligada de una masa de fuerzas productivas; de otra, por la CONQUISTA de nuevos mercados y la EXPLOTACIÓN más intensa de los antiguos. ¿De qué modo lo hace, entonces? Preparando crisis más extensas y más violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas.” (Manifiesto del Partido Comunista,1848).

 

El juego macabro de los distintos imperialismos

Unos imperialismos y otros actúan empujados por las determinaciones materiales en defensa de sus intereses, pero los resultados de las acciones de unos y otros a menudo producen efectos distintos a los esperados, sin que por ello puedan detenerse en su carrera desbocada por desbancar a sus rivales.

La guerra en Ucrania fue preparada por EEUU con la intención de romper las conexiones entre la UE y Rusia, con el objetivo de aislar y desgastar al imperialismo ruso al mismo tiempo que al imperialismo europeo, y para imponerse a posteriori sobre los contendientes agotados (como hizo en las dos guerras mundiales). Fue iniciada por Rusia con la intención de recuperar su área de influencia incitada por el proceso de repliegue de EEUU a nivel mundial. El imperialismo europeo trata de contener con ella el empuje de los imperialismos chino y ruso. El proletariado ucraniano y ruso es sacrificado en el frente y sometido a redoblada explotación en la retaguardia, luchando y trabajando por una causa que es la de sus explotadores.

La masacre en Gaza fue detonada como medio para frenar la integración de Israel con el resto de la zona de Oriente Medio, que estaba acelerándose con los acuerdos de Abraham en el marco de la retirada de EEUU de Afganistán y prácticamente de Irak, del acuerdo Irán-Arabia Saudí bajo el auspicio de China y del reconocimiento de Israel por parte de Arabia Saudí que iba a ser inminentemente anunciado. Este proceso de integración dejaría sin base material a una serie de sectores en el lado palestino y en el israelí: los gestores del campo de concentración de Gaza (Hamás) y la fracción israelí actualmente gobernante y vinculada con los ultraortodoxos y los “colonos”. Estas fracciones son las que se vieron empujadas a intentar frenar esta integración, organizando unos el ataque del 7 de octubre en territorio del actual Estado israelí y permitiendo los otros que dicho ataque sobre población civil se desarrollara sin contención, para tener la excusa para entrar militarmente en Gaza y realizar la labor de masacre y destrucción que ha venido realizando el Ejército israelí desde entonces. Tanto Hamás como el Estado israelí han saboteado activamente cualquier alto el fuego, intentando que la escalación militar se extienda tanto como sea posible (al Líbano o directamente con Irán), con tal de mantener vivo el conflicto que les da su razón de ser. Cada uno de los principales imperialismos involucrados mueve sus piezas en ese tablero. Las consecuencias las sufre el proletariado palestino, israelí, libanés, iraní y del resto de la zona.

 

Las guerras son inevitables en el capitalismo

El papel reservado al proletariado en el guion burgués que hemos descrito y en los episodios posteriores es el de CARNE DE CAÑÓN en el campo de explotación y en el frente de guerra, a menos que se levante contra los explotadores como clase para sí  y no para el capital, que reanude la lucha de clase y se constituya en Partido Comunista Internacional.

De la primera guerra mundial y al calor de la Revolución de Octubre surgió la Internacional Comunista en 1919, órgano para la revolución internacional que declaró al proletariado mundial:

"¡ACUÉRDATE DE LA GUERRA IMPERIALISTA! Estas son las primeras palabras que la Internacional Comunista dirige a cada trabajador, cualquiera que sea su origen y su lengua. ¡Recuerda que, debido a la existencia del régimen capitalista, un puñado de imperialistas tuvo durante cuatro largos años la posibilidad de obligar a todos los trabajadores del mundo a degollarse! ¡Recuerda que la guerra burguesa sumió a Europa y al mundo entero en el hambre y la indigencia! ¡Recuerda que, sin la liquidación del capitalismo, la repetición de esas guerras criminales no sólo es posible sino inevitable! (…) La guerra imperialista confirmó una vez más la veracidad de lo que podía leerse en los estatutos de la I Internacional: la EMANCIPACIÓN DE LOS TRABAJADORES no es una tarea local ni nacional sino una TAREA SOCIAL E INTERNACIONAL." (Estatutos de la Internacional Comunista, II Congreso, 1920).

Esta Internacional sufrió una grave degeneración en el curso de un breve periodo de tiempo al cometer una serie de errores tácticos (frente único político, 1921), táctico-programáticos (gobierno obrero, 1922) y organizativos (la mal llamada “bolchevización”, 1924) que condujeron a la contrarrevolución estalinista (el “socialismo en un solo país” o la mentira de que en Rusia había socialismo, 1926). Estos errores destruyeron a la propia Internacional, convirtiéndola en una sucursal subordinada a las necesidades de la construcción de capitalismo en Rusia. En 1943, en plena 2ª guerra mundial, el estalinismo disolvía su cadáver como ofrenda para repartirse mejor Europa y el mundo con el resto de potencias imperialistas.

Sin la superación completa y definitiva de estos errores táctico-programático-organizativos es imposible la reanudación de la línea de clase, del Partido Comunista Internacional. Sin la reapropiación del programa y de la teoría marxista es imposible una alternativa al guion macabro reconstrucción-sobreproducción-crisis-guerra-destrucción: “sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario” (Lenin, ¿Qué hacer?, 1903).

Cualquier ilusión pacifista en un capitalismo sin guerras es un ESTUPEFACIENTE SOCIAL que entrega atado de pies y de manos al proletariado a su burguesía en el momento de la verdad: 

“¿Se limitarán a maldecir toda guerra y todo lo militar, se limitarán a exigir el desarme? Nunca se conformarán con papel tan vergonzoso las mujeres de una clase oprimida que sea verdaderamente revolucionaria. Les dirán a sus hijos: ‘Pronto serás grande. Te darán un fusil. Tómalo y aprende bien a manejar las armas. Es una ciencia imprescindible para los proletarios, y no para disparar contra tus hermanos, los obreros de otros países, como sucede en la guerra actual, y como te aconsejan que lo hagas los traidores al socialismo, sino para luchar contra la burguesía de tu propio país, para poner fin a la explotación, a la miseria y a las guerras, no con buenos deseos, sino venciendo a la burguesía y desarmándola’ (…) Sólo después de haber desarmado a la burguesía podrá el proletariado, sin traicionar su misión histórica universal, convertir en chatarra toda clase de armas en general, y así lo hará indudablemente el proletariado, pero sólo entonces; de ningún modo antes.” (El programa militar de la revolución proletaria, Lenin, 1916).

 

La alternativa proletaria a la guerra es la revolución social anticapitalista

La posición militante comunista es la del DERROTISMO REVOLUCIONARIO, la transformación de la guerra imperialista en guerra civil revolucionaria: “El proletariado no sólo debe oponerse a toda guerra de este tipo, sino que debe desear la derrota de 'su' gobierno en tales guerras y utilizar esa derrota para una insurrección revolucionaria, si fracasa la insurrección destinada a impedir la guerra.“ (El programa militar de la revolución proletaria, Lenin, 1916).

Una parte del oportunismo nos quisiera hacer elegir entre EEUU, la UE, Rusia, China, Irán, etc. Debemos rechazar esta trampa, que es la de siempre. La lección de 1871, cuando Prusia liberó al ejército francés para masacrar a la Comuna de París, es válida hoy a nivel mundial: todos los ejércitos del mundo están confederados contra el proletariado.

Igual que en el corazón de todo pequeño burgués late la ambición y la codicia del gran capital, en el corazón de todas las burguesías antiimperialistas de ayer late la ambición y codicia imperialista de sus opresores colonialistas de ayer. Las áreas que fueron el escenario de esta lucha anticolonial burguesa son ahora parte integrante del mercado mundial y las burguesías que dominan en ellas juegan un papel propio en la guerra por el dominio del mercado mundial y el reparto de la explotación del proletariado mundial. La posición del marxismo quedó establecida para todo el ciclo histórico actual después de la traición social-chovinista que llevó a la bancarrota de la 2ª Internacional: “(…) figurémonos a un esclavista poseedor de cien esclavos que lucha contra otro, que posee doscientos, por una distribución más “equitativa” de estos esclavos. Es claro que hablar en este caso de guerra “defensiva” o de “defensa de la patria” sería falsear la historia y equivaldría, en la práctica a una simple farsa de los hábiles esclavistas para engañar a la gente sencilla, a los pequeños burgueses y a la gente inculta. (…) Y no corresponde a los socialistas ayudar a un bandido más joven y más vigoroso a que despoje a otros bandidos más viejos y más cebados. Lo que deben hacer los socialistas es aprovecharse de la lucha de los bandidos para derrocarlos a todos.” (El socialismo y la guerra, Lenin, 1915).

 

Por la reanudación de la lucha de clase, por el internacionalismo proletario

La unidad nacional es la tumba de la clase obrera: el nacionalismo nos entrega atados de pies y de manos a la explotación capitalista en tiempos de guerra comercial y al matadero como carne de cañón en tiempos de guerra militar. Cualquier defensa de la propia “patria” es traicionar a la causa de la revolución: “Los obreros no tienen patria, no se les puede arrebatar lo que no poseen.” (Manifiesto del Partido Comunista, 1848).

La historia ofrece sólo una vía para eliminar todas las explotaciones, todas las tiranías y las opresiones: la vía de la acción revolucionaria de clase que, en todo país cualquiera que sea, alinee a la clase obrera contra la burguesía local, con completa autonomía de clase en el pensamiento, organización y comportamiento políticos, en la acción de combate; uniendo las fuerzas de los proletarios de todo el mundo por encima de las fronteras de todos los países – en la “paz” y en la guerra – en un organismo unitario cuya acción no se detenga hasta el completo aniquilamiento de las instituciones del capitalismo.

La única manera de oponernos a las guerras que el capitalismo produce es la reanudación de la lucha de clase contra la propia burguesía, la ruptura del frente nacional interclasista (en los países beligerantes y en el resto). Para ello necesitamos combatir la influencia organizativa e ideológica que ejerce la burguesía a través del sindicalismo integrado en el Estado y a través del parlamentarismo, desarrollando una extensa red de solidaridad y de lucha en el plano sindical, fuera de los tentáculos del Estado, en la cual haya ganado una influencia decisiva el Partido Comunista Internacional.

Para poder llevar a cabo su misión histórica, la clase obrera necesita el Partido Comunista Internacional que debe reunir la parte más avanzada y decidida del proletariado, unificando los esfuerzos de las masas obreras dirigiéndolas desde la lucha por intereses y resultados contingentes a la lucha general por la revolución mundial, por la instauración transitoria de la dictadura revolucionaria del proletariado hacia una sociedad sin clases, sin propiedad privada, sin trabajo asalariado, sin estado, sin régimen mercantil y de empresa.

La consigna de los revolucionarios a nivel mundial debe ser intransigentemente y sin excepciones:

  • Rechazo a todo nacionalismo: “los obreros no tienen patria”.
  • Rechazo a la solidaridad con la economía de la empresa y con la economía “nacional”.
  • Derrotismo revolucionario contra la propia burguesía en tiempos de guerra comercial o militar.
  • Organización conjunta e internacional de los proletarios de todas las lenguas en el Partido Comunista Internacional para la REVOLUCIÓN COMUNISTA A ESCALA MUNDIAL.

    PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONAL – www.pcielcomunista.org

     

    Septiembre 2024

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