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¡Proletarios del mundo, uníos!

 

 

8 DE MARZO: POR LA REVOLUCIÓN PROLETARIA, CONTRA EL INTERCLASISMO EN LA CUESTIÓN FEMENINA

 

 

Mujer proletaria: contra todo interclasismo

La burguesía y la pequeña burguesía enarbolan la bandera del interclasismo grabando en ella el “tema de la mujer” para desclasar a las mujeres proletarias, con temas como el aborto, la “brecha salarial”, la vida familiar, el acoso sexual o la “violencia de género”. Tratados desde el punto de vista del filisteo burgués y desgajados completamente de su base material, la burguesía y la pequeña burguesía crean una categoría aparte, una lucha específica que sólo afectaría a las mujeres, para separar a la clase obrera en categorías y subcategorías con problemas que se deberían solucionar por separado. Tampoco falta quien intenta darle un carácter “de clase” al interclasismo.

La burguesía y el capitalismo no son ni “machistas” ni “patriarcales”: el desarrollo del capitalismo es perfectamente compatible con el ejercicio de las funciones de dominación de clase por parte de mujeres y sólo un ciego puede no verlo. El feminismo actualmente no es un movimiento ni siquiera de las “mujeres” de la burguesía, es un movimiento amparado y auspiciado por toda la burguesía y por su Estado. Es un movimiento de la clase capitalista.

 

Capitalismo y mujer proletaria

Los abusos que sufre hoy la mujer de la clase proletaria son genuinamente capitalistas. El capitalismo tiene como premisa la separación violenta de los productores respecto de los medios de producción (acumulación originaria) y el desplazamiento masivo de poblaciones a través de la expulsión de sus terrenos. El desarrollo capitalista ha eclipsado con la introducción de la industria moderna la ganadería y la agricultura que puedan practicar familias aisladas. El capitalismo ha acabado con la familia patriarcal y las relaciones patriarcales imponiendo la disolución forzosa de la familia para la clase obrera pero manteniéndola interesadamente dentro del ámbito doméstico, imponiendo que todos los miembros de la familia obrera tengan que venderse como esclavos asalariados, estando todos ellos igualmente expuestos al paro forzoso y haciendo que la supremacía en las relaciones ya no sea del “hombre” sino de quien aporta más a la economía familiar (sea la mujer, hijos... hecho que sigue siendo igual de detestable como cuando era mayoritariamente el hombre quien jugaba este papel), mercantilizando cada vez más las labores domésticas (cuidado de los hijos y ancianos, restaurantes, supermercados, compra, limpieza..), sacando a la mujer proletaria del ámbito doméstico para lanzarla a los ejércitos industriales como asalariada, etc.

Y todo esto, por mucho que le pese al feminismo, es una demostración de que el capitalismo desarrolla en su seno las bases para la socialización de los medios de producción y reproducción y, por tanto, las bases de la nueva sociedad que sólo la revolución comunista podrá hacer que se desarrollen en plenitud fuera de esquemas familiares y mercantiles, rompiendo las cadenas que las atan a su carácter mercantil y de economía privada.

El anacronismo de querer resucitar al patriarcado muerto y enterrado por el sistema capitalista, señalándolo como responsable de los males de esta sociedad, concretamente de los males de las mujeres (de todas las clases), sólo tiene como objetivo perpetuar este sistema criminal y caduco que es el capitalismo.

La verdadera emancipación: el comunismo

“La verdadera emancipación de la mujer y el verdadero comunismo no comenzarán sino donde y cuando empiece la lucha en masa (dirigida por el proletariado, dueño del poder del Estado) contra esta pequeña economía doméstica, o más exactamente, su transformación masiva en una gran economía socialista. (…) Los comedores públicos, las casa-cuna y los jardines de la infancia son otras tantas muestras de estos brotes, son medios sencillos, corrientes, sin pompa, elocuencia ni solemnidad, efectivamente capaces de emancipar a la mujer, efectivamente capaces de aminorar y suprimir su desigualdad respecto al hombre por su papel en la producción y en la vida social. Estos medios no son nuevos. Fueron creados (como, en general, todas las premisas materiales del socialismo) por el gran capitalismo (…)” (Lenin, Una gran iniciativa, 1919).

Sólo el proletariado, organizado en clase y por tanto en partido político (Manifiesto del Partido Comunista, 1848) puede llevar a cabo el derrocamiento de la sociedad burguesa, por medio de la violencia revolucionaria en contra de la clase de los explotadores y por medio de la dictadura del proletariado.

En su lucha por la sociedad de especie no permitirá actitudes heredadas del putrefacto capitalismo que se dirijan a dañar el organismo social, entre las que se encuentran la violencia doméstica heredada de las sociedades de clase, actitudes sexistas y de acoso y el uso nocivo para el cuerpo de sustancias tóxicas.

Esta intransigencia hacia las actitudes propias de las sociedades de clase no es algo que los comunistas dejen para un futuro póstumo. El movimiento obrero tiene obligatoriamente que rechazar hoy cualquier actitud sexista y abuso dentro de los centros de trabajo, y en los ambientes obreros, provenga de quién provenga, tanto de hombres como de mujeres. Y esto, al igual que el rechazo hacia la violencia doméstica, sólo es posible alentarlo en un ambiente ferozmente antiburgués enlazándolo con la lucha anticapitalista y por el comunismo, en el que se inculque el ODIO más profundo hacia la propiedad privada y las relaciones de producción burguesas y en el que se inculque la lucha contra estos abusos por medio del COMPAÑERISMO y la SOLIDARIDAD a ultranza entre los proletarios y proletarias, que conforman una sola CLASE sin distinción de sexos, edades, lenguas o razas.

 

La mercancía fuerza de trabajo y el aborto

Afirmamos taxativamente que, en las actuales condiciones de esclavitud asalariada, es un deber ineludible para todos los miembros de la clase obrera de ambos sexos luchar para impedir que la clase de los esclavistas modernos tenga la más mínima posibilidad de injerencia en la decisión de las mujeres de la clase obrera de quedarse embarazadas o abortar en un momento dado. La posición del marxismo ha sido siempre clara: “Exigimos la anulación incondicional de todas las leyes contra el aborto o en contra de la distribución de la literatura médica sobre métodos anticonceptivos” (Lenin, 1913, La clase obrera y el neo-malthusianismo). La revolución bolchevique triunfante en Rusia, políticamente proletaria, constituyó el primer y único ejemplo en la historia de legalización completa del aborto a cargo del Estado en 1920. “Mientras los remanentes del pasado y las difíciles condiciones del presente obliguen a algunas mujeres a practicarse el aborto, (…), se resuelve: “I. El aborto, la interrupción del embarazo por medios artificiales, se llevará a cabo gratuitamente en los hospitales del estado, donde las mujeres gocen de la máxima seguridad en la operación.” (Decreto de los Comisariados del Pueblo para la Salud y el Bienestar Social y para la Justicia en la Rusia Soviética, abril de 1920).

Fue un rasgo característico de la contrarrevolución estalinista, la persecución de la homosexualidad, la prohibición del divorcio y del aborto en 1936. Todo ello para garantizar la carne de explotación para el desarrollo del capitalismo en Rusia a través del industrialismo de Estado y carne de cañón para la guerra imperialista que se estaba gestando para el nuevo reparto del mundo, reparto que el estalinismo realizó primero con Alemania y luego con EEUU e Inglaterra, cambiando de bando imperialista a mitad de la guerra.

 

Militarismo y feminismo

No por casualidad uno de los iconos del feminismo es la imagen de “Rosie la remachadora” con el lema "¡Podemos hacerlo!" (We can do it!), propaganda realizada por el “Comité de Coordinación de la industria de guerra” de EEUU durante la II matanza imperialista, para enrolar a la mujer obrera (y sobre todo a la de las “clases medias”) en el esfuerzo de guerra.

No por casualidad tampoco, el feminismo erige también como su icono indiscutible al movimiento sufragista, movimiento que luchaba para que las mujeres burguesas pudiesen votar dentro del marco del sufragio censitario. Este movimiento burgués, la Unión Social y Política de las Mujeres (WSPU) al estallar la primera matanza mundial cambió el nombre de su periódico “The Sufragettes” por el patriótico “Britannia” bajo el lema “Por el rey, por la patria, por la libertad”, para enrolar a las mujeres en la defensa del capitalismo inglés en la guerra imperialista. No fueron las únicas. El sindicalista G. Hervé cambió el nombre de su revista “La Guerre Sociale” para pasar a denominarse “La Victoire”, igual que Mussolini apoyándose en el anarquista-chovinista Kropotkin pasó a defender la participación en la guerra imperialista e igual que la socialdemocracia traicionó el Manifiesto de Basilea y se pasó con armas y bagajes a la defensa de la propia burguesía.

Todos los intentos revolucionarios contra la primera guerra mundial partieron de la ruptura de la unidad con la propia burguesía, por lo tanto, quien defiende los vínculos entre clases (con cualquier motivo: raza, sexo, lengua, nación) defiende la derrota de la revolución proletaria.

 

El barril de pólvora actual del capitalismo

El sistema capitalista se mueve entre la ruptura del reparto del mundo, la sobreproducción de capitales y la exacerbación de la guerra comercial que lleva a la guerra militar.

¿Cuál es el papel de la mujer proletaria ante esta situación?

La militarización penetra ahora toda la vida social. (…) ¿Con qué harán frente a esto las mujeres proletarias? ¿Se limitarán a maldecir toda guerra y todo lo militar, se limitarán a exigir el desarme? Nunca se conformarán con papel tan vergonzoso las mujeres de una clase oprimida que sea verdaderamente revolucionaria. Les dirán a sus hijos: "Pronto serás grande. Te darán un fusil. Tómalo y aprende bien a manejar las armas. Es una ciencia imprescindible para los proletarios, y no para disparar contra tus hermanos, los obreros de otros países, como sucede en la guerra actual, y como te aconsejan que lo hagas los traidores al socialismo, sino para luchar contra la burguesía de tu propio país, para poner fin a la explotación, a la miseria y a las guerras, no con buenos deseos, sino venciendo a la burguesía y desarmándola". (El programa militar de la revolución proletaria, Lenin, 1916).

Como en todas las grandes luchas y revoluciones que ha emprendido la clase obrera, el papel de la mujer proletaria está junto al resto de su clase, contra los defensores del capitalismo:

“Cierto observador burgués de la Comuna escribía en mayo de 1871 en un periódico inglés: "¡Si la nación francesa estuviera formada sólo por mujeres, qué nación tan horrible sería!" Mujeres y niños hasta de trece años lucharon en los días de la Comuna al lado de los hombres. Y no podrá suceder de otro modo en las futuras batallas por el derrocamiento de la burguesía. Las mujeres proletarias no contemplarán pasivamente cómo la burguesía, bien armada, ametralla a los obreros, mal armados o inermes. Tomarán las armas, como en 1871, (…)” (El programa militar de la revolución proletaria, Lenin, 1916).

 

La tarea de los comunistas

Tarea y función de la militancia comunista es la de luchar contra todo intento de dividir a la clase obrera y de asimilar a las mujeres explotadas con las mujeres explotadoras denunciando todas las campañas que pretendan igualar a la clase explotada con la clase explotadora y que por lo tanto pretenden ocultar la solución radical a las miserias y explotación de la clase obrera: la revolución comunista internacional y la dictadura del proletariado.

¿Y qué tipo de relaciones surgirán en una sociedad sin clases? Responderemos con Engels: “lo que podemos conjeturar hoy acerca de la regulación de las relaciones sexuales después de la inminente supresión de la producción capitalista es, más que nada, de un orden negativo, y queda limitado, principalmente, a lo que debe desaparecer. Pero ¿qué sobrevendrá? Eso se verá cuando haya crecido una nueva generación: una generación de hombres que nunca se hayan encontrado en el caso de comprar a costa de dinero una mujer, ni con ayuda de ninguna otra fuerza social, el abandono de una mujer; y una generación de mujeres que nunca se hayan visto en el caso de entregarse a un hombre en virtud de otras consideraciones que las de un amor real, ni de rehusar entregarse a su amante por miedo a las consecuencias económicas que ello pueda traerles. Y cuando estas generaciones aparezcan, enviarán al cuerno todo lo que nosotros pensamos que deberían hacer. (El Origen de la Familia, la Propiedad privada y el Estado, 1884).

Condiciones necesarias: la abolición de la propiedad privada, del régimen mercantil y del trabajo asalariado; la socialización de los medios de producción y reproducción y, con ellos, la eliminación del ámbito doméstico.

Por esto luchan los comunistas y por esto llamamos a luchar tanto a las mujeres como a los hombres de la clase proletaria.

 

 

¡POR LA REVOLUCIÓN SOCIAL ANTICAPITALISTA!

¡POR EL COMUNISMO!


 

PARTIDO COMUNISTA INTERNACIONAL – “EL COMUNISTA” – 8 de marzo 2024 – pcielcomunista.org – @pcielcomunista

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