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TESIS DE LA FRACCIÓN COMUNISTA ABSTENCIONISTA DEL PSI

[De “Il Soviet” nº 6, del 27-6-1920]

 

 

I

 

1.- El comunismo es la doctrina de las condiciones sociales e históricas de la emancipación del proletariado.

La elaboración de esta doctrina se inició en el período de los primeros movimientos proletarios contra las consecuencias del sistema de producción burgués, tomando forma en la crítica marxista de la economía capitalista, en el método del materialismo histórico, en la teoría de la lucha de clase, en la concepción de los desarrollos que presentará el proceso histórico de la caída del régimen capitalista y de la revolución proletaria.

2.- En esta doctrina, cuya primera y fundamental expresión sistemática es el Manifiesto del Partido Comunista de 1847, se basa la constitución del Partido Comunista.

3.- En el presente período histórico se vuelve cada vez más intolerable para el proletariado la situación que le crean las relaciones de producción burguesas, basadas en la posesión privada de los medios de producción y de cambio, en la apropiación privada de los productos del trabajo colectivo y en la libre competencia del comercio de esos mismos productos.

4.- A estas relaciones económicas corresponden las instituciones políticas propias del capitalismo: el Estado de representación democrático-parlamentaria. El Estado, en una sociedad dividida en clases, es la organización del poder de la clase económicamente privilegiada. A pesar de que la burguesía represente la minoría de la sociedad, el Estado democrático constituye el sistema de la fuerza armada organizada para la conservación de las relaciones de producción capitalistas.

5.- La lucha del proletariado contra la explotación capitalista asume formas sucesivas, desde la violenta destrucción de la maquinaria, a la organización por profesiones para el mejoramiento de las condiciones de trabajo, a los consejos de fábrica, y a las tentativas de toma de posesión de las empresas.

A través de todas estas acciones particulares, el proletariado se dirige hacia la lucha revolucionaria decisiva contra el poder del Estado burgués, que impide que las actuales relaciones de producción puedan ser destruidas.

6.- Esta lucha revolucionaria es el conflicto de toda la clase proletaria contra toda la clase burguesa. Su instrumento es el partido político de clase, el partido comunista, que realiza la organización consciente de aquella vanguardia del proletariado que ha comprendido la necesidad de unificar su propia acción, en el espacio, por encima de los intereses de diversos grupos, categorías o nacionalidades; y en el tiempo, subordinando, al resultado final de la lucha, las ventajas y las conquistas parciales, que no modifican la esencia de la estructura burguesa.

Es, pues, sólo la organización en partido político, la que realiza la constitución del proletariado en clase que lucha por su emancipación.

7.- El objetivo de la acción del partido comunista es la destrucción violenta de la dominación burguesa, la conquista del poder político por parte del proletariado, la organización del mismo en clase dominante.

8.- Mientras la democracia parlamentaria, con la representación de los ciudadanos de todas las clases, es la forma que asume la organización de la burguesía en clase dominante, la organización del proletariado en clase dominante se realizará en la dictadura proletaria, es decir, en un tipo de Estado cuyas representaciones (sistema de Consejos obreros) serán designadas únicamente por los miembros de la clase trabajadora (proletariado industrial y campesinos pobres), excluyendo a los burgueses del derecho electoral.

9.- El estado proletario (rota la vieja máquina burocrática, policíaca y militar) unificará las fuerzas armadas de la clase trabajadora en una organización destinada a reprimir todos los intentos contrarrevolucionarios de la clase depuesta, y a ejecutar las medidas de intervención en las relaciones burguesas de producción y de propiedad.

10.- El proceso a través del cual se pasará de la economía capitalista a la economía comunista será muy complejo, y sus fases serán diversas según los diversos grados de desarrollo económico. El término de tal proceso es la realización completa: de la posesión y de la gestión de los medios de producción por parte de toda la colectividad unificada; de la distribución central y racional de las fuerzas productivas en las diversas ramas de la producción; de la administración central, por parte de la colectividad, en la repartición de los productos.

11.- Cuando las relaciones de la economía capitalista hayan sido totalmente suprimidas, la abolición de las clases será un hecho consumado, y el Estado como instrumento político de poder habrá sido sustituido progresivamente por la racional administración colectiva de la actividad económica y social.

12.- El proceso de transformación de las relaciones de producción irá acompañado de una serie vastísima de medidas sociales, fundadas en el principio de que la colectividad tome a su cargo la existencia material e intelectual de todos sus miembros. Así irán eliminándose sucesivamente todas las taras degenerativas que el proletariado hereda del mundo capitalista y, según las palabras del Manifiesto, a la vieja sociedad dividida en clases que chocan entre sí le sucederá una asociación en la cual el libre desarrollo de cada uno será la condición del libre desarrollo de todos.

13.- Las condiciones de la victoria del poder proletario en la lucha por la realización del comunismo consisten, más que en la racional utilización de los individuos competentes para las tareas técnicas, en confiar los cargos políticos y de control del aparato estatal a hombres que anteponen el interés general y el triunfo final del comunismo a las sugerencias de limitados y particulares intereses de grupos.

Ya que precisamente el partido comunista es la organización de aquellos proletarios que tienen esa conciencia de clase, objetivo del partido será conquistar, con la propaganda, los cargos electivos del organismo social para sus miembros. La dictadura del proletariado será, pues, la dictadura del partido comunista, y éste será un partido de gobierno en un sentido totalmente opuesto a aquél en el que lo fueron las viejas oligarquías; dado que los comunistas asumirán los cargos que exigirán el máximo de renunciamiento y de sacrificio y tomarán sobre sí la parte más gravosa de la tarea revolucionaria que incumbe al proletariado en las duras convulsiones que generarán un mundo nuevo.

 

II

 

1.- La crítica comunista, que se elabora sin cesar sobre la base de sus métodos fundamentales, y la propaganda de las conclusiones a las que la misma llega, apuntan a extirpar la influencia que ejercen sobre el proletariado los sistemas ideológicos propios de otras clases y de otros partidos.

2.- El comunismo despeja en primer lugar el terreno de las concepciones idealistas, según las cuales los hechos del mundo del pensamiento son la base, y no el resultado, de las relaciones reales de vida de la humanidad y de su desarrollo. Todas las formulaciones religiosas y filosóficas de tal género deben ser consideradas como el bagaje ideológico de clases cuya dominación precedió a la época burguesa, y que estaba basada en una organización eclesiástica, aristocrática o dinástica, justificable sólo con pretendidas investiduras sobrenaturales.

Un síntoma de decadencia de la moderna burguesía es la reaparición en su seno, bajo nuevas formas, de estas viejas ideologías que ella misma destruyó.

Luego un comunismo fundado sobre bases idealistas constituye un absurdo inaceptable.

3.- De manera aún más característica, el comunismo representa la demolición crítica de las concepciones del liberalismo y de la democracia burguesa. La afirmación jurídica de la libertad de pensamiento y de la igualdad política de los ciudadanos; y la concepción según la cual las instituciones basadas en el derecho de la mayoría, y en el mecanismo de la representación electoral universal son la base suficiente para un progreso ilimitado y gradual de la sociedad humana, constituyen las ideologías correspondientes al régimen de la economía privada y de la libre competencia, y a los intereses de clase de los capitalistas.

4.- Forma parte de las ilusiones de la democracia burguesa la concepción según la cual puede conseguirse el mejoramiento de las condiciones de vida de las masas mediante el incremento de la educación y de la instrucción por obra de las clases dirigentes y de sus instituciones. La elevación intelectual de las grandes masas tiene en cambio como condición, un mejor tenor de vida material, incompatible con el régimen burgués; por otra parte, la burguesía a través de sus escuelas intenta difundir precisamente aquellas ideologías que tienden a impedir a las masas reconocer en las actuales instituciones el obstáculo para su emancipación.

5.- Otra de las afirmaciones fundamentales de la democracia burguesa es el principio de nacionalidad. Corresponde a las necesidades de clase de la burguesía -cuando la constitución de su propio poder- la formación de Estados sobre la base nacional, con el fin de valerse de las ideologías nacionales y patrióticas, correspondientes a ciertos intereses comunes que en el período inicial del capitalismo tienen los hombres de la misma raza, de la misma lengua y de las mismas costumbres, para retrasar y atenuar el conflicto entre el Estado capitalista y las masas proletarias.

Los irredentismos nacionales nacen, pues, de intereses esencialmente burgueses.

La burguesía misma no duda en pisotear el principio de nacionalidad cuando el desarrollo del capitalismo le impone la conquista aún violenta de los mercados exteriores; y determina por consiguiente la contienda entre las grandes unidades estatales por los mismos. El comunismo supera el principio de nacionalidad, por cuanto pone en evidencia la analogía de las condiciones en las que el trabajador sin reserva se encuentra ante el patrono, cualquiera que sea la nacionalidad de uno u otro; y pone la unión internacional como tipo de la organización política que el proletariado formará cuando a su vez llegue al poder.

A la luz, pues, de la crítica comunista, la reciente guerra mundial ha sido originada por el imperialismo capitalista, y se desmoronan las diversas interpretaciones tendentes a presentarla, desde el punto de vista de uno u otro Estado burgués, como una reivindicación del derecho de nacionalidad de algunos pueblos; como un conflicto de los Estados más avanzados democráticamente contra otros Estados organizados en formas preburguesas o, en fin, como pretendida necesidad defensiva contra la agresión enemiga.

6.- El comunismo también está en oposición a la visión del pacifismo burgués, y a las ilusiones wilsonianas sobre la posibilidad de una asociación mundial de los Estados basada en el desarme y en el arbitraje, condicionada por la utopía de una subdivisión de las unidades estatales según las nacionalidades. Para los comunistas las guerras se harán imposibles y las cuestiones nacionales serán resueltas, sólo cuando el régimen capitalista haya sido sustituido por la República Internacional Comunista.

7.- Bajo un tercer aspecto, el comunismo se presenta como la superación de los sistemas de socialismo utópico, que proponían eliminar los defectos de la organización social mediante planes completos de nuevas constituciones de la sociedad, cuya posibilidad de realización no estaba de modo alguno en relación con el desarrollo real de la historia, y era confiada a las iniciativas de potentados o al apostolado de filántropos.

8.- La elaboración, por parte del proletariado, de una interpretación teórica propia sobre la sociedad y la historia, que sea la guía de su acción contra las relaciones de vida del mundo capitalista, da lugar continuamente al surgimiento de escuelas o tendencias más o menos influenciadas por la inmadurez misma de las condiciones de la lucha y por los más diversos prejuicios burgueses. De ello resultan errores y fracasos de la acción proletaria; pero es con este material de experiencia, con el que el movimiento comunista llega a precisar la doctrina y la táctica en lineamientos siempre más claros, diferenciando netamente y combatiendo abiertamente a todas las otras corrientes que se agitan en el seno mismo del proletariado.

9.- La constitución de empresas cooperativas de producción, en las cuales el capital pertenece a los obreros que trabajan en éstas, no puede constituir una vía para la supresión del sistema capitalista; en cuanto que la adquisición de las materias primas y la colocación de los productos se desenvuelven, en esas empresas, según las leyes de la economía privada, y sobre su mismo capital colectivo termina por obrar el crédito, y por lo tanto el control del capital privado.

10.- Las organizaciones económicas profesionales no pueden ser consideradas por los comunistas, ni como órganos suficientes para la lucha por la revolución proletaria, ni como órganos fundamentales de la economía comunista.

La organización en sindicatos profesionales sirve para neutralizar la competencia entre los obreros del mismo oficio e impide la caída de los salarios a un nivel bajísimo; pero así como no puede llegar a la eliminación de la ganancia capitalista, tampoco puede realizar ni siquiera la unión de los trabajadores de todas las profesiones contra el privilegio del poder burgués. Por otra parte, el simple pasaje de la propiedad de las empresas del patrono privado al sindicato obrero, no realizará los postulados económicos del comunismo; según los cuales la propiedad debe ser transferida a toda la colectividad proletaria, siendo ésta la única vía para eliminar los caracteres de la economía privada en la apropiación y distribución de los productos.

Los comunistas consideran el sindicato como el campo de una primera experiencia proletaria, que permite a los trabajadores proseguir más adelante, hacia el concepto y la práctica de la lucha política, cuyo órgano es el partido de clase.

11.- Es, en general, un error creer que la revolución sea un problema de forma de organización de los proletarios según las agrupaciones que ellos forman por su posición y sus intereses en los marcos del sistema capitalista de producción.

No es, pues, una modificación de la estructura de organización económica, lo que puede dar al proletariado el medio eficaz para su emancipación.

Los sindicatos de empresa, o consejos de fábrica, surgen como órganos para la defensa de los intereses de los proletarios de las diversas empresas, cuando comienza a aparecer la posibilidad de limitar el arbitrio capitalista en la gestión de las mismas. La adquisición por parte de estos organismos de un derecho de control más o menos amplio sobre la producción, no es sin embargo incompatible con el sistema capitalista, y podría ser por esto un recurso conservador.

El mismo pasaje de la gestión de las empresas a estos organismos no constituirá (análogamente a cuanto se ha dicho de los sindicatos) el advenimiento del sistema comunista. Según la sana concepción comunista, el control obrero de la producción, se realizará sólo después del abatimiento del poder burgués, como control de todo el proletariado unificado en el Estado de los consejos, sobre la marcha de cada empresa; y la gestión comunista de la producción será la dirección de ésta en todos sus ramos y sus unidades, por parte de racionales órganos colectivos, que representarán los intereses de todos los trabajadores asociados en la obra de construcción del Comunismo.

12.- Las relaciones capitalistas de producción no pueden ser alteradas por la intervención de los órganos del poder burgués.

Por eso, el pasaje de empresas privadas al Estado o a las administraciones locales no corresponde en lo más mínimo al concepto comunista. Dicho pasaje va siempre acompañado del pago del valor capital de las empresas al antiguo dueño, que de esta forma conserva íntegro su derecho de explotación; las mismas empresas continúan funcionando como empresas privadas en los marcos de la economía capitalista; éstas se vuelven, a menudo, medios oportunos para la obra de conservación y de defensa de clase, que desarrolla el Estado burgués.

13.- El concepto de que la explotación capitalista del proletariado puede ser gradualmente atenuada, y por ende eliminada, con la obra legislativa y reformadora de las instituciones políticas actuales, solicitada por los representantes del partido proletario en dichas instituciones, o incluso por la agitación de las masas, conduce sólo a volverse cómplices de la defensa que la burguesía hace de sus privilegios, cediendo alguna vez aparentemente una mínima parte de éstos, para intentar aplacar la impaciencia de las masas, y desviar sus esfuerzos revolucionarios contra los fundamentos del régimen capitalista.

14.- La conquista del poder político por parte del proletariado, aún considerado como el fin integral de la acción, no puede ser alcanzada a través de la mayoría en los organismos electivos burgueses.

La burguesía, por medio de los órganos ejecutivos del Estado, sus agentes inmediatos, asegura muy fácilmente la mayoría en los organismos electivos a sus mandatarios o a los elementos que, para entrar en ellos individual o colectivamente, han caído en su juego y bajo su influencia. Además, la participación en dichas instituciones comporta el compromiso de respetar las bases jurídicas y políticas de la constitución burguesa. El valor puramente formal de tal compromiso es sin embargo suficiente para liberar a la burguesía hasta del leve embarazo de la acusación de ilegalidad formal, cuando ella recurra lógicamente a servirse de sus medios reales de defensa armada, antes que entregar su poder y dejar romper su máquina burocrática y militar de dominio.

15.- Reconocer la necesidad de la lucha insurreccional para la toma del poder, pero proponer que el proletariado ejerza su poder concediendo a la burguesía una representación en los nuevos organismos políticos (asambleas constituyentes o combinaciones de éstas con el sistema de los consejos obreros), es también un programa inaceptable y opuesto al concepto central comunista de la dictadura proletaria. El proceso de expropiación de la burguesía sería inmediatamente comprometido allí donde le quedasen a ésta puntos de apoyo para influir de alguna manera en la constitución de las representaciones del Estado proletario expropiador. Esto permitiría a la burguesía utilizar las influencias que inevitablemente le quedarán, debido a su experiencia y preparación técnica e intelectual, para injertar su actividad política encaminada a restablecer su poder con una contrarrevolución. Las mismas consecuencias tendría todo prejuicio democrático acerca de la paridad de trato que el poder proletario debería aplicar a los burgueses, en lo que se refiere a la libertad de asociación, de propaganda y de prensa.

16.- El programa de una organización de representaciones políticas, basada sobre los delegados de las distintas categorías profesionales de todas las clases sociales, no es, ni siquiera formalmente, una vía encaminada hacia el sistema de los consejos obreros; porque éste está caracterizado por la exclusión de los burgueses del derecho electoral, y su organismo central no está designado por profesión, sino por circunscripciones territoriales. La forma de representación en cuestión representa más bien un estadio inferior a la democracia parlamentaria actual.

17.- Profundamente opuesto a las concepciones comunistas es el anarquismo, que tiende a la instauración inmediata de una sociedad sin Estado y sin organización política, y que en la economía futura reconoce el funcionamiento autónomo de unidades productivas; negando todo centro organizador y regulador de las actividades humanas en la producción y en la distribución. Tal concepción se aproxima a la concepción burguesa de la economía privada, y permanece extraña al contenido esencial del comunismo. Además, la eliminación inmediata del Estado como instrumento de poder político equivale a la no resistencia a la contrarrevolución; o bien presupone la inmediata abolición de las clases, la así llamada expropiación revolucionaria, contemporánea a la insurrección contra el poder burgués.

Una posibilidad tal no existe ni siquiera remotamente, por la complejidad de la tarea proletaria en la sustitución de la economía actual por la comunista, y por la necesidad de que dicho proceso sea dirigido por un organismo central que coordine en si mismo el interés general del proletariado; subordinando al mismo todos los intereses locales y particulares, cuyo juego es la mayor fuerza de conservación del capitalismo.

 

III

 

1.- La concepción comunista y el determinismo económico no hacen, en absoluto, de los comunistas, los espectadores pasivos del devenir histórico; sino que, por el contrario, hacen de ellos infatigables luchadores; la lucha y la acción se tornarían sin embargo ineficaces, si se apartasen de los resultados de la doctrina y de la experiencia crítica comunista.

2.- La obra revolucionaria de los comunistas se funda sobre la organización en partido, de los proletarios que unen a la conciencia de los principios comunistas, la decisión de consagrar todos sus esfuerzos a la causa de la revolución.

El partido, organizado internacionalmente, funciona sobre la base de la disciplina a las decisiones de las mayorías y de los órganos centrales designados por éstas para dirigir el movimiento.

3.- Actividades fundamentales del partido son la propaganda y el proselitismo, que deben basarse, para la admisión de nuevos adherentes, en las mayores garantías. Aun basando el éxito de su acción en la difusión de sus principios y de sus finalidades, y aun luchando en el interés de la inmensa mayoría de la sociedad, el movimiento comunista no hace del consenso de la mayoría una condición prejudicial para la propia acción. El criterio sobre la oportunidad de realizar acciones revolucionarias es la valoración objetiva de las propias fuerzas y de las del adversario, en sus complejos coeficientes de los que el número no es el único ni el más importante.

4.- El partido comunista desarrolla un intenso trabajo interno de estudio y de crítica, íntimamente ligado a la exigencia de la acción y a la experiencia histórica; ocupándose activamente de organizar dicho trabajo sobre bases internacionales. Hacia afuera de él desarrolla, en cada circunstancia y con todos los medios posibles, la labor de propaganda de las conclusiones de la propia experiencia crítica y de oposición a las escuelas y partidos adversarios. Sobre todo, el partido desarrolla su actividad de propaganda y de atracción entre las masas proletarias, especialmente en las circunstancias en las que éstas se ponen en movimiento para reaccionar contra las condiciones que el capitalismo les ha creado, y en el seno de los organismos que los proletarios forman para proteger sus intereses inmediatos.

5.- Los comunistas penetran, pues, en las cooperativas proletarias, en los sindicatos, en los consejos de empresa, constituyendo en ellos grupos de obreros comunistas; procurando conquistar allí la mayoría y los cargos directivos, para obtener que la masa de proletarios encuadrada en tales asociaciones subordine su propia acción a las más altas finalidades políticas y revolucionarias de la lucha por el comunismo.

6.- El partido comunista, por el contrario, se mantiene fuera de todas las instituciones y asociaciones en las cuales proletarios y burgueses participan con el mismo título o, peor aún, cuya dirección y patrocinio pertenece a los burgueses (sociedades de socorros mutuos, de beneficencia, escuelas de cultura, universidades populares, asociaciones masónicas, etc.) y procura apartar a los proletarios de las mismas, combatiendo su acción y su influencia.

7.- La participación en las elecciones para los organismos representativos de la democracia burguesa y la actividad parlamentaria, aun presentando en cada época continuos peligros de desviación, podían ser utilizadas para la propaganda y la formación del movimiento en el período en que, no delineándose todavía la posibilidad de abatir el dominio burgués, la tarea del partido se limitaba a la crítica y a la oposición. En el período actual, abierto con el fin de la guerra mundial, de las primeras revoluciones comunistas y del surgimiento de la Tercera Internacional, los comunistas proponen, como objetivo directo de la acción política del proletariado de todos los países, la conquista revolucionaria del poder; a la cual deben ser dedicadas todas las fuerzas y todo el trabajo de preparación.

En este período es inadmisible toda participación en esos organismos, que aparecen como un potente medio defensivo burgués destinado a actuar en las mismas filas del proletariado; y en antítesis a la estructura y a la función de los mismos, los comunistas sostienen el sistema de consejos obreros y la dictadura proletaria.

Por la gran importancia que en la práctica asume la acción electoral, no es posible conciliarla con la afirmación de que ésa no sea el medio para alcanzar el objetivo principal de la acción del partido: la conquista del poder; ni es posible evitar que ésa absorba toda la actividad del movimiento apartándolo de la preparación revolucionaria.

8.- La conquista electoral de los ayuntamientos y de las administraciones locales, mientras presenta en mayor medida los mismos inconvenientes que el parlamentarismo, no puede ser aceptada como un medio de acción contra el poder burgués; sea porque dichos organismos no están investidos de poder real, sino que están sometidos al poder de la máquina estatal; sea porque un tal método -aun pudiendo causar hoy alguna molestia a la burguesía dominante-, afirmando el principio de la autonomía local, antitético con el principio comunista de la centralización de la acción, prepararía un punto de apoyo para la burguesía en la lucha contra el establecimiento del poder proletario.

9.- En el período revolucionario, todos los esfuerzos de los comunistas están dirigidos a volver intensa y eficaz la acción de las masas. Los comunistas integran la propaganda y la preparación con grandes y frecuentes manifestaciones proletarias, especialmente en los grandes centros, y procuran utilizar los movimientos económicos para demostraciones de carácter político, en las cuales el proletariado reafirma y consolida su propósito de derrocar el poder de la burguesía.

10.- El partido comunista lleva su propaganda a las filas del ejército burgués. El antimilitarismo comunista no se basa en un estéril humanitarismo, sino que tiene por finalidad convencer a los proletarios de que la burguesía los arma para defender los intereses de ésta y para servirse de su fuerza contra la causa del proletariado.

11.- El partido comunista se adiestra para actuar como un estado mayor del proletariado en la guerra revolucionaria; por eso  prepara y organiza su propia red de informaciones y comunicaciones; sostiene y organiza sobre todo el armamento del proletariado.

12.- El partido comunista no se aviene a acuerdos o alianzas con otros movimientos políticos, que tengan en común con él un determinado objetivo contingente, pero que divergen en el programa de acción posterior. Se debe rechazar igualmente el criterio de aliarse con todas aquellas tendencias proletarias que aceptan la acción insurreccional contra la burguesía (el llamado frente único), pero que disienten del programa comunista en el desarrollo de la acción ulterior.

No debe considerarse una condición favorable el aumento de las fuerzas que apuntan a la destrucción del poder burgués, cuando sean insuficientes las fuerzas dirigidas a la constitución del poder proletario sobre las directivas comunistas, que por si solos puedan asegurar su duración y su éxito.

13.- Los soviets o consejos de obreros, campesinos y soldados, constituyen los órganos del poder proletario, y sólo pueden ejercitar su verdadera función después del derrocamiento del dominio burgués.

Los soviets no son, por sí mismos, órganos de lucha revolucionaria; éstos se vuelven revolucionarios cuando su mayoría es conquistada por el partido comunista.

Los consejos obreros pueden surgir incluso antes de la revolución, en un período de crisis aguda en el cual el poder del Estado burgués sea puesto en serio peligro.

La iniciativa de la constitución de los soviets puede ser una necesidad para el partido en una situación revolucionaria, pero no es un medio para provocar dicha situación.

Si el poder de la burguesía se consolida, la supervivencia de los consejos puede presentar un serio peligro para la lucha revolucionaria, el de la conciliación y combinación de los órganos proletarios con las instituciones de la democracia burguesa.

14.- Lo que distingue a los comunistas no es proponer, en cada situación y en cada episodio de la lucha de clases, la movilización inmediata de todas las fuerzas proletarias para la sublevación general, sino sostener que la fase insurreccional es la desembocadura inevitable de la lucha, preparar al proletariado para afrontarla en condiciones favorables para el éxito y para el ulterior desarrollo de la revolución.

Según las situaciones, que el partido puede juzgar mejor que el resto del proletariado, él puede, por lo tanto, encontrarse en la necesidad de actuar para precipitar o retrasar el choque definitivo.

En todo caso, tarea específica del partido es combatir, tanto a los que precipitando a toda costa la acción revolucionaria podrían empujar al proletariado al desastre, como a los oportunistas que aprovechan las circunstancias que desaconsejan la acción a fondo, para crear paradas definitivas en el movimiento revolucionario, dispersando hacia otros objetivos la acción de las masas que, por el contrario, el partido comunista debe conducir cada vez más sobre el terreno de la preparación eficaz para la indefectible lucha armada final contra las defensas del principio burgués.

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“El Comunista” / “Per il Comunismo” / “The Internationalist Proletarian”

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