Índice "El Comunista" nº71

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EL OPORTUNISMO DE LOS “BARBARISTAS” DE AYER Y DE HOY

 

Cómo desenredar la maraña

Para este trabajo partiremos del artículo publicado por la organización espontaneísta Grupo Barbaria y que titulan “Catástrofe capitalista y teoría revolucionaria”.

Dicho artículo dice tener como objeto “explicitar el esquema general que preside nuestra [del Grupo Barbaria] concepción del proceso revolucionario y que está germinando ya a partir de las contradicciones del capitalismo” y, para ello, se basa “en lo desarrollado por un importante texto de la izquierda italiana de 1951, Teoría y acción en la doctrina marxista”.

La conclusión del artículo del Grupo Barbaria, supuestamente derivada del texto de Partido de 1951, es que no es posible la existencia actual de un Partido formal ni tampoco la intervención de los comunistas en los organismos de lucha inmediata (sindicato de clase):

  • “Y no tiene sentido que, como revolucionarios y comunistas, nos demos permanentemente cabezazos contra la pared del capital.” (Grupo Barbaria).
  • “De ahí lo absurdo de proclamarse partido formal sin un movimiento del proletariado para constituirse como clase para sí” (Grupo Barbaria).
  • “Lo que sí nos parece decisivo es la crítica a la idea de que en todo tiempo y momento es posible ser un factor activo para transformar la Historia, ya sea en los organismos intermedios que se encuentran sometidos a la lógica del capital (como los sindicatos o los aparatos que participan en la contienda electoral), ya sea con el intento de crearlos ex novo a través del impulso de minorías organizadas. Son un esfuerzo vacuo, digno de Sísifo.” (Grupo Barbaria).

 

Posiciones trilladas y refutadas hace tiempo

Las conclusiones del Grupo Barbaria son la enésima formulación de posiciones que el marxismo ha refutado desde sus inicios y para siempre. Son las posiciones del anarquismo: negación de la acción sindical y equiparación de ésta al parlamentarismo, negación de la función del Partido, etc.

Francamente, si a veces es útil exponer los errores que contienen estas posiciones, encontraríamos para hacerlo otras fuentes que las exponen de un modo más genuino y coherente. Pero hay un motivo que nos mueve a seguir con este análisis.

 

¿En qué consiste el oportunismo del Grupo Barbaria?

El motivo es la tergiversación que hace este grupo de las posiciones sostenidas por la Izquierda Comunista “italiana” en defensa del marxismo; defensa que llevó con completa continuidad y coherencia en todo el ciclo como fracción dentro del Partido Socialista Italiano, como dirección del PC de Italia y luego como mayoría en la oposición, después como Partido Comunista Internacionalista y como Partido Comunista Internacional. Es de tal magnitud la tergiversación y por otro lado tan recurrente, que merece la pena detenerse a analizarla.

El Partido conoció a otros “barbaristas” precisamente en el periodo en el que se escribió Teoría y acción en la doctrina marxista. Pese al diferente matiz en el nombre, veremos que tratamos con la misma sustancia de fondo. A la refutación de los “barbaristas” de ayer el Partido dedicó en 1953 la serie de textos: “La batracomiomaquia”, “Graznido de la praxis” y “Danza de fantoches: de la conciencia a la cultura”.

Como dijimos entonces: “Está claro que no merecería la pena perseguir a estos botarates, si no se hiciesen acompañar con la pretensión de ser el último desarrollo y expresión moderna del marxismo; y, aún más, de ser la presentación del marxismo, de la que debería partir la reanudación contra las degeneraciones, inducidas en el movimiento mundial por el predominio, incluso fuera de sus fronteras, por la burocracia moscovita de Estado y de partido. Es más grave aún cuando cosas del género, e incluso con mayor confusión de términos y de tesis, son lanzadas por pretendidos seguidores y continuadores coherentes de las oposiciones de izquierda, que hace 30 años decidieron combatir contra los primeros síntomas del oportunismo estalinista.” (Graznido de la praxis, 1953).

 

Teoría y acción en la doctrina marxista (1951)

El Partido, entonces denominado Partido Comunista Internacionalista, mantuvo una reunión general en Roma el 1 de abril de 1951. El contenido de dicha reunión se publicó en el Boletín Interno, nº1, el 10 de septiembre de 1951 con el título “Teoría y acción en la doctrina marxista” consistente en dos partes “I- La inversión de la praxis en la Teoría marxista“ y “II- Partido revolucionario y acción económica”.

De este sencillo hecho material, sin necesidad ni siquiera de empezar a leer, se desprende de forma evidente que los compañeros que realizaron estas reuniones, que escribieron, publicaron y difundieron este texto formaban parte de un Partido formal y que de ninguna de las maneras era su intención, ni su posición, ni su práctica sostener que no debía existir el Partido formal, incluso en un momento de máxima depresión como lo era el año 1951.

A partir de aquí, le debería dar vergüenza a cualquiera que intentara balbucear una palabra más tratando de derivar del contenido de este texto – o de cualquier otro texto del Partido – la imposibilidad de la existencia del Partido formal incluso en momentos de dominio completo de la contrarrevolución.

 

Romper el anonimato, señal de oportunismo

Este texto del que venimos hablando se encuentra publicado en la página del Grupo Barbaria con el siguiente título: “Amadeo Bordiga: teoría y acción en la doctrina marxista” en el apartado de textos cuya autoría se le atribuye. No es el único texto de Partido que sufre en la página web del Grupo Barbaria y en sus artículos esta personificación con nombre y apellido.

Esta misma manía de publicar los textos de Partido con nombre y apellido de autor la comparte el Grupo Barbaria – y no es casualidad – con el centro degenerado del antiguo partido que los publicó a través de la editorial Iskra y que llegó a participar en la aberrante Fundación Amadeo Bordiga.

¿Con qué derecho e intención publica el Grupo Barbaria este texto de Partido poniéndole nombre y apellido de autor?

Si los compañeros que publicaron el texto original lo hubieran considerado producto de un autor individual, si hubieran considerado conveniente publicarlo firmado, si hubieran querido que se republicara asociándolo a un nombre y apellido, lo hubieran hecho ellos desde el principio. Pero no lo hicieron. En contra de lo que le hubiera gustado y le conviene al Grupo Barbaria, no sólo este informe sino todos los que le siguieron aparecieron de forma anónima, no como documentos de personas sino como textos de Partido.

 

¿Por qué personifica el Grupo Barbaria los textos?

La respuesta es sencilla. Para poder tergiversar el contenido de los textos y tratar de hacerles decir todo lo contrario de lo que defendían los compañeros que los escribieron y publicaron, necesita desgajar los textos de su contexto, degradarlos de textos de Partido a documentos de persona.

¿Cómo si no podría el Grupo Barbaria sostener su posición anti-Partido sobre la base de estos textos… de Partido?

A modo de ejemplo, el Grupo Barbaria afirma: “En el fondo, como desarrolló ampliamente Bordiga durante los años 50 y 60 del siglo XX, esta contradicción entre fuerzas productivas y relaciones sociales de producción lo que expresa es un choque entre dos modos de producción: uno que pierde cada vez más energía social, el capitalismo, y otro que avanza en la disolución de lo viejo, el comunismo.” (Grupo Barbaria). ¡A ver dónde encuentran nuestros “barbaristas” algún texto de los años 50 y 60 del s. XX firmado por Bordiga! Aquí la personificación les sirve para introducir una variante de la teoría de la decadencia y de un gradualismo reformista digno de Gramsci… ¡justamente la posición que el texto Teoría y acción en la doctrina marxista demuele sin piedad (ver más adelante punto 1º en el Sumario)!

La iconificación de dirigentes del marxismo no es un fenómeno nuevo sino una característica habitual del oportunismo. Lenin lo explica bien en el inicio de “El Estado y la revolución”: “Ocurre hoy con la doctrina de Marx lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la liberación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para "consolar" y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola. (…) Todos los socialchovinistas son hoy – ¡bromas aparte! – "marxistas". (…)

Ante esta situación, ante la inaudita difusión de las tergiversaciones del marxismo, nuestra misión consiste, ante todo, en restaurar la verdadera doctrina de Marx sobre el Estado.” (El Estado y la Revolución, Lenin, 1917).

Un representante de la Izquierda Comunista italiana tuvo que prevenir de que Lenin no escaparía a la misma suerte: “Al principio de El Estado y la Revolución Lenin mismo dice que es fatal que los grandes pioneros revolucionarios sean falsificados: como ha sucedido con Marx y con sus mejores seguidores. ¿Escapará Lenin mismo a esta suerte? Ciertamente no (…).” (Lenin en el camino de la revolución, Prometeo, 1924).

El mismo militante fue objeto del método de la personalización de las posiciones colectivas e impersonales que defendía, en esa ocasión por parte de Bujarin, en la última intervención en el seno del Ejecutivo Ampliado de la Internacional: “Se complace uno en repetir: «El sistema de Bordiga, la teoría de Bordiga, la metafísica de Bordiga», y se pretende que yo estoy completamente solo, que yo no expongo aquí más que mis propias ideas y mi crítica personal. Se quiere presentar mi posición como si fuese estrictamente personal. (…) yo represento aquí las posiciones defendidas por un grupo en el seno del movimiento comunista (…) No son, pues, ideas exclusivamente personales las que yo defiendo aquí, sino las de todo un grupo. (Intervención en el VI Ejecutivo Ampliado, 1926).

El mismo compañero escribía en una carta en 1964: Así que basta de nombres y mitos hechos de nombres. Es pues lamentable que los compañeros no estén educados para entender que no es un argumento decente aquel que dice: ‘Amadeo piensa así’. (carta de 25 de noviembre de 1964).

Y ese mismo compañero, como militante anónimo del Partido, pudo participar en la advertencia contenida en las Tesis de Milán (1966) de la tendencia existente dentro del Partido a reproducir el mismo mecanismo: “6.- Otro aspecto regular y constante del fenómeno oportunista, como se generó en la II Internacional y como hoy triunfa después de la ruina aún peor de la III, es el de unir la peor degeneración de los principios del partido a una ostentada admiración por los textos clásicos, por el dictado y la obra de grandes maestros y de grandes dirigentes. Constante característica de la hipocresía del pequeño burgués es el aplauso servil a la potencia del caudillo victorioso, a la grandeza de los textos de ilustres autores, a la elocuencia del orador fecundo, después de que en la aplicación se desciende a las más despreciables y a las más contradictorias degeneraciones. Por eso, para nada vale un cuerpo de tesis si los que las acogen con entusiasmo de tipo literario no consiguen después en la acción práctica entender el espíritu y respetarlo, y quieren enmascarar la transgresión con una más acentuada, pero platónica adhesión a textos teóricos.”

Las Tesis de Milán (1966) finalizan con este pasaje lapidario: “El esfuerzo actual de nuestro partido en su difícil tarea es el de liberarse para siempre del empuje traidor que parecía emanar de hombres ilustres, y de la función despreciable de fabricar, para alcanzar sus objetivos y sus victorias, una estúpida notoriedad y publicidad para otros nombres personales. Al partido no le deben faltar en ninguno de sus meandros la decisión y el coraje de combatir por un resultado similar, verdadera anticipación de la historia y de la sociedad de mañana”.

También el cierre de las Consideraciones de 1965 es claro al respecto: “La transmisión de esta tradición no deformada, con los esfuerzos para hacer real una nueva organización de partido internacional sin pausas históricas, organizativamente no se puede basar en la elección de hombres muy cualificados o muy informados de la doctrina histórica, sino que orgánicamente no puede más que utilizar del modo más fiel la línea entre la acción de grupo con la que ella se manifestaba hace 40 años, y la línea actual. El nuevo movimiento no puede esperar superhombres ni tener El Mesías, sino que se debe basar sobre el reavivarse de cuanto pueda haber sido conservado a través de largo tiempo, y la conservación no puede limitarse a la enseñanza de tesis y a la búsqueda de documentos, sino que se sirve incluso de utensilios vivos que formen una vieja guardia y que confíen en dar una consigna incorrupta y potente a una joven guardia. Ésta se lanza hacia nuevas revoluciones, que quizás no deban esperar más de un decenio desde ahora para la acción en el plano de la escena histórica; no interesándoles nada al partido y a la revolución los nombres de los unos ni de los otros.”

¿Puede alguien, actuando honestamente, publicar Teoría y acción en la doctrina marxista (1951) o cualquier otro texto del Partido aparecido anónimamente, asociándole el nombre y apellidos de su supuesto autor?

 

Las Consideraciones y Tesis de 1965 y 1966

Las Consideraciones y Tesis de 1965 y 1966 contienen el balance y, al mismo tiempo, el antídoto contra la degeneración que se desarrolló posteriormente dentro del Partido, como efecto del peso prolongado de la contrarrevolución.

Al Partido le faltó en los años posteriores la energía para aplicarlas. Tendremos ocasión de profundizar en este proceso cuando nos ocupemos de quienes nos etiquetan simultáneamente como “sindicalistas” y “genéricamente teoricistas”, curiosa combinación que pone en evidencia al etiquetador y delata su posición real de entonces y de siempre: abandono del trabajo sindical, activismo interclasista y revisión de las posiciones fundamentales del Partido.

Las Consideraciones y Tesis de 1965 y 1966 se dirigen simultáneamente contra la corriente activista que quería reintroducir el centralismo democrático en el Partido, así como la tendencia místico-humanistoide-espontaneísta que también dejó el Partido después de su publicación para fundar la revista “Invariance”.

Esta segunda tendencia se puede observar en algunos artículos aparecidos en el periódico del Partido de aquel momento (il Programma comunista) como son “La Pena de Muerte”, “La disolución de la moral sexual burguesa…” y “Origen y función de la forma Partido”. Es imposible no ver el contenido moralista, místico, humanistoide y espontaneísta de esos artículos que se manifiesta a veces abiertamente, a veces se esconde un poco y asoma sólo la cabeza y otras veces se mantiene agazapado entre líneas y ambigüedades. Es igualmente imposible no ver en las Consideraciones y Tesis de 1965 y 1966 una refutación precisa e incluso literal de las posiciones místico-humanistoides-espontaneístas de aquella corriente, lo que coincide en el tiempo con el abandono material del Partido por parte de los integrantes de la misma.

 

Tenacidad y resurgencia del proudhonismo

Nos detenemos en todo esto porque precisamente esta corriente místico-humanistoide-espontaneísta y su principal representante (Jacques Camatte) son la verdadera fuente teórica del Grupo Barbaria y, como esa corriente, tienen que recurrir a todo tipo de resortes y retorsiones para encubrir que sus posiciones son frontalmente contrarias a la de los textos de Partido en los que intentan pescar.

Como los actuales espontaneístas del Grupo Barbaria que ven el inicio de un proceso revolucionario en las mal llamadas “primaveras árabes” o en el 15-M español (¡!) y en los movimientos de la pequeña-burguesía en todas partes, también esa corriente espontaneísta vio en el mayo del ’68 la “apertura de una nueva fase revolucionaria”, “la emergencia del comunismo”, un “rechazo total a la sociedad del capital, la apelación a una afirmación de los hombres, un lanzamiento hacia otro tipo de sociedad” y le imputó al Partido y, cómo no, al compañero Bordiga, no haber reconocido la emergencia de la revolución. Cuarenta años más tarde, está claro qué valoración era la correcta, sin que esto sea suficiente para que nuestros espontaneístas dejen de ver revoluciones emergentes en cada burbujeo del agua hirviendo de la pequeña burguesía.

Esta mística humanistoide se condensa en la explicación metafísica que da el Grupo Barbaria de sí mismo: “Cada vez que las clases explotadas se han levantado a lo largo de la historia, han llevado consigo la misma barbarie, la misma (sic) comunidad humana contra la explotación. Barbaria es un lugar en la memoria (sic). Es allí donde se guarda la historia milenaria de nuestra clase (sic), desde las comunidades primitivas hasta la comunidad humana mundial.” (¿Quiénes somos?, Grupo Barbaria).

Es una parte integrante vital de nuestra posición como Partido el rechazo a la integración en la presente sociedad capitalista en putrefacción pero el Partido no ha dicho nunca que la clase proletaria fuera “milenaria” ni que todas las clases revolucionarias precedentes plantearan “la misma comunidad humana”: sólo con el capitalismo y nacimiento del proletariado moderno nace una clase cuya misión histórica es la abolición de todas las clases, culminando un arco milenario que va del comunismo primitivo al comunismo superior. Quien habla de un “proletariado milenario” es un humanista moralista que camufla su esencia bajo el envoltorio de la palabra “proletariado” que en su boca significa cualquier clase oprimida de la historia, incluyendo a la burguesía y pequeña burguesía revolucionarias contra el feudalismo.

La posición de los “barbaristas” de hoy es la misma que los de ayer: la del proudhonismo. El Partido puede darles la misma respuesta: “Toda la concepción de las luchas de clase la reducen a una batalla ininterrumpida contra un enemigo único: la explotación. El monstruo siempre es ella, las víctimas en revuelta cambian: esclavos, siervos, asalariados, etc. Aquí estamos en plena Philosophie de la misére a la Proudhon. Bazofia enterrada en 1847, algo insospechable en 1848.” (La batracomiomaquia, 1953).

No se trata de una licencia en su presentación: “es un camino que empezó desde que el primer ser humano se levantó contra el poder y la explotación” (Francia, Grecia, Reino unido… proletarios de todo el mundo ¡quememos el capitalismo!, Grupo Barbaria). Por medio de esta difuminación completa de los caracteres del proletariado, que abarca todo lo que se quiera y más, se llega impoluto al más burdo interclasismo: “todas esas revueltas y luchas puedan llegar a mirarse a los ojos, como parte de un mismo proyecto, de una misma necesidad humana (…) todas las luchas hacen parte de la misma lucha y todas son necesarias para seguir luchando” (Francia, Grecia, Reino unido… proletarios de todo el mundo ¡quememos el capitalismo!, Grupo Barbaria).

Está claro que, para este planteamiento humanista, moralista e interclasista en que “todas las luchas” y “todas las revueltas” (independientemente de la clase que las lleve adelante y de los intereses de clase que se defienda) son “humanas” y forman parte de la misma lucha hace milenios como hoy, el Partido Comunista es algo muy incómodo y mejor que no exista.

Tampoco son conclusiones nuevas: “Está probado que recorren la vía histórica a reculones, por el hecho de que si divergen sobre la fecha de muerte del ‘partido’ (que les provoca horror, en cuanto que hay, según dicen ellos, Jefes y Dirigentes), todos están de acuerdo en la tesis de que el partido va siendo progresivamente cada vez menos necesario a la clase. En sustancia son gente que, en cuanto se la rasca, revela su idealismo, moralismo, individualismo y santidad de la persona, y todo lo que han comprendido del tema ruso es que una banda deshonesta y sedienta de dominio y de lujo le ha echado la zancadilla al proletariado, con el objetivo de insinuarle que tenía necesidad de estos dos siniestros instrumentos: un gobierno y un partido político, por añadidura centralizados, y que han sofocado la autonomía, obsesión suprema de cualquiera que ha crecido en la crasa mentalidad burguesa sobrevivida bajo las actitudes vacías de refractario... existencial.

Porque la tesis exacta es precisamente la opuesta: ¡La clase obrera, cada vez más, en su largo curso histórico hacia la revolución, tiene necesidad de su partido político!” (Graznido de la praxis, 1953).

 

Sumario de la reunión de Roma de abril de 1951

Hay otra característica curiosa del modo de publicar el texto por parte del Grupo Barbaria. Se trata en realidad de un collage de la publicación original. Así, los puntos del Sumario, del Informe (“relazione” en italiano, traducido erróneamente como “relación”) y del Apéndice aparecen reordenados.

Si, en lugar de desparramar los puntos que lo integran, el Sumario se publica íntegro y ordenado (como fue publicado en 1953 en el opúsculo “Sul Filo del Tempo” junto a textos fundamentales como “El cadáver todavía camina”), dicho Sumario refuta por sí solo las conclusiones que intenta sacar de nuestro texto fundamental el Grupo Barbaria. Reproducimos a continuación el texto del Sumario, resaltando en negrita los principales puntos objeto de tergiversación por parte del espontaneísmo antisindical:

1. Contra la situación de desbarajuste en que se encuentran la ideología, la organización y la acción revolucionaria, es un falso remedio contar con una inevitable y gradual decadencia del capitalismo que ya se habría iniciado y en el fondo de la cual esperaría la revolución proletaria. La curva del capitalismo no tiene rama descendente.

  1. La segunda crisis histórica e internacional oportunista, con el derrumbe de la Tercera Internacional, deriva del intermedismo, concepción que pretendía colocar objetivos políticos generales transitorios entre la dictadura burguesa y la dictadura proletaria. Es una posición errónea aquella que para evitar el intermedismo renuncia a las reivindicaciones económicas particulares de los grupos proletarios.
  2. La justa praxis marxista afirma que la conciencia del individuo, y aun la de la masa, sigue a la acción, y que la acción sigue al impulso del interés económico. Solamente en el partido de clase la conciencia y en ciertas fases la decisión de la acción precede al choque de clase. Pero tal posibilidad es inseparable orgánicamente del juego molecular de los impulsos físicos y económicos iniciales.
  3. Según todas las tradiciones del marxismo y de la Izquierda italiana e internacional, el trabajo y la lucha en el seno de las asociaciones proletarias es una de las condiciones indispensables para el éxito de la lucha revolucionaria, junto a la presión de las fuerzas productivas contra las relaciones de producción, y a la correcta continuidad teórica, organizativa y táctica del partido político.
  4. En las varias fases de la trayectoria burguesa (revolucionaria, reformista, contrarrevolucionaria), la dinámica de la acción sindical sufrió profundos cambios (interdicción, tolerancia, sumisión); pero esto no quita que sea orgánicamente indispensable tener entre la masa de los proletarios y la minoría encuadrada en el partido otro estrato de organizaciones que sean políticamente neutras por principio, pero constitucionalmente accesibles sólo a los obreros, y que organismos de este género deben resurgir en la fase en que la revolución se avecina.”

El Sumario es suficiente para dejar sentado que el trabajo y la lucha en el seno de las asociaciones económicas proletarias (sindicatos de clase) es una de las condiciones indispensables para el éxito de la lucha revolucionaria, junto con la presión de las fuerzas productivas contra las relaciones de producción y la correcta continuidad teórica, organizativa y táctica del… Partido. Esta continuidad requiere la existencia de este organismo, del Partido formal, mucho antes del momento en que se produce la polarización de las clases en lucha. Su existencia es, en realidad y según el texto, una condición de esta polarización.

Estas son las mismas posiciones que ha defendido siempre, con completa continuidad, nuestra corriente: “Ante todo, es evidente que el proletariado no estaría maduro para afrontar los dificilísimos problemas del período de su dictadura, si el órgano indispensable para resolverlos, el partido, no hubiese comenzado desde mucho antes a constituir el cuerpo de sus doctrinas y de sus experiencias. (…)

El movimiento comunista internacional debe estar compuesto no sólo por los que están firmemente convencidos de la necesidad de la revolución, que están dispuestos a luchar por ella a costa de cualquier sacrificio, sino también por los que están decididos a moverse sobre el terreno revolucionario aún si las dificultades de la lucha indicarán que la meta es más abrupta y menos cercana.

En el momento de la crisis revolucionaria aguda, obrando sobre la sólida base de nuestra organización internacional, polarizaremos en torno nuestro a los elementos que hoy están todavía indecisos, y prevaleceremos sobre los partidos socialdemócratas de todos los matices.

Si las posibilidades revolucionarias serán menos inmediatas, no correremos ni por un instante el riesgo de dejarnos distraer del tejer nuestra red de preparación, y de replegarnos hacia la solución de otros problemas contingentes, con lo cual la burguesía sola sacaría provecho.” (Partido y acción de clase, 1921).

También del Sumario se desprende que, pese a la dinámica de integración del aparato sindical en las redes del Estado burgués, organismos de este género (sindicatos de clase no integrados en el Estado) deben resurgir en la fase de aproximación a la revolución.

El Sumario resuelve el silogismo absurdo en el que se enreda el Grupo Barbaria para justificar su posición anti-Partido: la lucha de clase no es posible sin el Partido pero el Partido sólo puede emerger de la lucha de clase. El falso dilema se resuelve por sí solo con la afirmación: Solamente en el partido de clase la conciencia y – en ciertas fases – la decisión de la acción precede al choque de clase. Pero tal posibilidad es inseparable orgánicamente del juego molecular de los impulsos físicos y económicos iniciales”.

En su lectura oportunista de este párrafo, el Grupo Barbaria (como hace también N+1, su otra fuente de inspiración además de J. Camatte) deduce que el partido sólo puede existir en esos momentos (o fases) en las que la decisión de la acción precede al choque de clase. Esto cuando no afirman directamente que “la voluntad y la conciencia nunca pueden preceder a la acción” (Grupo Barbaria), es decir, la negación sin más de la inversión de la praxis y de la función misma del Partido.

Pero ni una cosa ni otra es lo que dice este texto fundamental de Partido, escrito justamente en un momento en el que el choque de clase brillaba por su ausencia. El texto reivindica que solamente en el Partido (como órgano impersonal y colectivo) la conciencia es el punto de partida. El texto añade que, en ciertas fases, la decisión de la acción del Partido precede e influye en el choque de clase. Se trata de los momentos de efervescencia revolucionaria en los que el Partido puede dirigir el movimiento por la senda de la acción revolucionaria. Estos momentos no vienen determinados por la voluntad de individuos ni de organizaciones sino por el juego molecular de los impulsos físicos y económicos iniciales. Es fundamental observar que esta locución “y – en ciertas fases –” se añade a esta segunda consideración y no a la primera. No tendría sentido esta precisión respecto a la segunda si ambas estuvieran en el mismo plano.

La solución al enigma indescifrable para el Grupo Barbaria es evidente para quien no esté cargado de prejuicios espontaneístas. Son condiciones indispensables para el éxito de la lucha revolucionaria: 1) el trabajo y la lucha en el seno de las asociaciones económicas proletarias (sindicatos de clase), 2) la presión de las fuerzas productivas contra las relaciones de producción y 3) la correcta continuidad teórica, organizativa y táctica del Partido. Si falta una de ellas, no es viable el éxito revolucionario.

Este Partido debe llevar adelante una correcta continuidad teórica, organizativa y táctica, así como un trabajo y lucha en el seno de las asociaciones económicas proletarias. Ahora bien, hasta aquí tenemos dos de las tres condiciones y estas dos por sí solas no determinan una situación revolucionaria. Falta la tercera. Sólo cuando concurren las tres condiciones tenemos una situación revolucionaria y la decisión de la acción del Partido conlleva y dirige el choque de clase revolucionario.

Si faltan las dos primeras condiciones y sólo se da la tercera, no tenemos una situación revolucionaria y la experiencia de numerosos fracasos enseña que llegado el momento es tarde para improvisar estas dos condiciones porque continuidad y trabajo se corresponden a procesos no accidentales o esporádicos sino a procesos de preparación que deben anteceder a la situación en la que los resultados deben ponerse en acción con potencial histórico multiplicado.

 

Las Tesis de Lyon (1926)

El contenido de “Teoría y acción en la doctrina marxista” recoge sintéticamente el contenido de las posiciones defendidas por la Izquierda en su lucha contra la degeneración de la Internacional.

Releamos dos pasajes importantes de las Tesis de Lyon de 1926, las cuales no sóloson un punto de llegada, si son observadas sobre el fondo de los seis años de historia vivida (ya que los sucesivos fueron años de muerte) por la III Internacional: son un punto de partida si son observadas a la luz de nuestra existencia independiente de corriente primero y de partido después, pero sobre todo a la luz de las perspectivas futuras del movimiento revolucionario proletario” (La continuidad de acción del partido sobre el hilo de la tradición de la Izquierda, reunión de Milán, 24-25 de diciembre de 1966).

El primer pasaje establece que: “La actividad del partido no puede ni debe limitarse sólo a la conservación de la pureza de los principios teóricos y de la pureza del complejo organizativo, o bien sólo al logro a toda costa de éxitos inmediatos y de popularidad numérica. Ella debe englobar SIEMPRE y en todas las situaciones los tres puntos siguientes:

  1. a) la defensa y precisión, en relación con los nuevos grupos de hechos que se presentan, de los postulados, programáticos fundamentales, o sea, de la conciencia teórica del movimiento de la clase obrera;
  2. b) el aseguramiento de la continuidad del complejo organizativo del partido y de su eficiencia, y su defensa contra las infecciones de influencias extrañas y opuestas al interés revolucionario del proletariado;
  3. c) la participación activa en todas las luchas de la clase obrera, incluso en las suscitadas por intereses parciales y limitados, para alentar su desarrollo, pero aportándoles constantemente el factor del enlace con los objetivos revolucionarios finales y presentando las conquistas de la lucha de clase como vías de acceso a las indispensables luchas futuras, denunciando el peligro de acomodarse con las realizaciones parciales, consideradas como puntos de arribo, y de sacrificarles las condiciones de la actividad y combatividad clasista del proletariado, tales como la autonomía e independencia de su ideología y de sus organizaciones, en el primer rango de las cuales está el partido.

El objetivo supremo de esta compleja actividad del Partido es PREPARAR las condiciones subjetivas de la preparación del proletariado para ponerlo en condiciones de aprovechar las posibilidades revolucionarias objetivas que presentará la historia, en cuanto éstas se manifiesten, de manera que salga vencedor de la lucha, y no vencido.” (Tesis de Lyon, I-Cuestiones Generales, 3.- Acción y táctica del Partido, 1926).

El segundo pasaje establece: Hay situaciones que, como consecuencia de las relaciones de fuerza, son objetivamente desfavorables para la revolución (aunque puedan estarle menos alejadas que otras en el tiempo, ya que la evolución histórica -tal como lo enseña el marxismo- presenta velocidades muy distintas) en las que querer ser a toda costa partidos de masas y de mayoría, el querer tener a toda costa una influencia política predominante, no se puede alcanzar más que renunciando a los principios y a los métodos comunistas, y haciendo una política socialdemócrata y pequeño-burguesa.

Hay que decir bien alto que, en ciertas situaciones, pasadas, presentes y futuras, el proletariado ha estado, está y estará en su mayoría, necesariamente, sobre una posición no revolucionaria, de inercia y de colaboración con el enemigo según los casos: pero que, a pesar de todo, el proletariado continúa siendo siempre y por doquier la clase potencialmente revolucionaria y depositaria del desquite de la revolución, mientras exista en su seno el partido comunista que, sin renunciar jamás a todas las posibilidades de afirmarse y de manifestarse de manera coherente, sabe evitar las vías que aparecen más fáciles a los efectos de una popularidad inmediata, pero que lo desviarían, al partido, de su tarea y privarían al proletariado del punto de apoyo indispensable de su reanudación.” (Tesis de Lyon, I-Cuestiones Generales, 3.- Acción y táctica del Partido, 1926).

La lección es profunda y tiene alcance histórico, pero es sencilla de comprender para quien no esté imbuido de prejuicios espontaneístas: 1) hay situaciones desfavorables en las que el Partido no puede tener una influencia de masas sin renunciar a ser dicho Partido; 2) en estas situaciones, la masa del proletariado puede estar en una posición no sólo no revolucionaria sino de inercia y colaboración con la clase dominante; 3) pero hay un elemento cuya existencia es el punto de apoyo indispensable de la reanudación de la lucha de clase del proletariado: el Partido Comunista; 4) este Partido no debe renunciar jamás a todas las posibilidades de afirmarse de manera coherente pero debe evitar las vías más fáciles que lo desfigurarían como tal.

Si la existencia del Partido es un apoyo indispensable para la reanudación de la lucha de clase, es claro que debe preexistir a dicha reanudación, es un ingrediente necesario de la misma. Y es también claro que no es un Partido guardado en formol sino uno que no renuncia a todas las posibilidades de afirmarse de manera coherente, aunque esto sea posible sólo de manera limitada. Otra cosa es que su crecimiento y capacidad de influenciar la situación en un sentido revolucionario esté indisolublemente ligado al propio desarrollo de esta lucha y a las condiciones materiales, a la presión de las fuerzas productivas.

Como parte de la lucha contra la degeneración de la Internacional, nuestra corriente combatió precisamente la posición de que para la formación de partidos comunistas sería necesaria una situación de crisis progresiva del capitalismo:

“Está claro que si nuestro partido es un factor de los acontecimientos, sin embargo es al mismo tiempo su producto. Incluso si logramos tener un verdadero partido revolucionario: ¿En qué sentido se reflejan los acontecimientos en este partido? En el sentido de que crece el número de nuestros partidarios y nuestra influencia sobre las masas se acrecienta cuando la crisis del capitalismo genera una situación favorable. Si en un momento dado, la coyuntura se nos vuelve desfavorable, es posible que nuestras fuerzas bajen cuantitativamente, pero nosotros no debemos permitir que nuestra ideología acuse el efecto, y no son sólo nuestra tradición y nuestra organización las que deben permanecer intactas, sino también la línea política. Si creemos que, para preparar los partidos para su tarea revolucionaria, hay que apoyarse en una situación de crisis progresiva del capitalismo, nos creamos un esquema de perspectivas completamente equivocadas, pues, entonces estimamos que es necesario, para la consolidación de nuestro partido, un período de crisis capitalista largo y progresivo: pero cuando hayamos llegado hasta allí, la situación económica deberá hacernos el favor de seguir siendo revolucionaria durante algún tiempo todavía para permitirnos pasar a la acción. Si la crisis se acentúa después de un período de coyuntura incierta, seremos incapaces de explotarla. Pues nuestros partidos, a consecuencia de nuestra manera equívoca de ver las cosas, se encontrarán sumergidos inevitablemente en el desconcierto, en la confusión y la impotencia.” (Intervención en el VI Ejecutivo ampliado, 1926).

En definitiva, si alguien ha leído Partido y clase (1921), Partido y acción de clase (1921), las Tesis de Roma de 1922 o las Tesis de Lyon de 1926 y ha llegado a la conclusión de que estos textos de Partido defienden la inexistencia del Partido formal en situaciones históricamente desfavorables, tiene un serio problema de comprensión lectora o es un falsificador intencionado de su contenido.

 

Tesis características (1951)

En diciembre del mismo año en que se publicó “Teoría y acción en la doctrina marxista”, se mantuvo la reunión general en Florencia cuyo contenido se publicó posteriormente con el título Tesis Características. Como su nombre indica, estas Tesis son fundamentales y características de nuestra corriente, del Partido.

Reproducimos aquí una sucinta selección de la parte relacionada con la posibilidad o no de la existencia del Partido formal en los periodos de máxima depresión, desfavorables y de pasividad de la clase obrera, por un lado, y de la intervención del Partido en los órganos de lucha inmediata por el otro:

“I.6.- (…) Mientras considera al sindicato órgano por sí solo insuficiente para la revolución, el marxismo lo considera, empero, un órgano INDISPENSABLE para la movilización de la clase en el plano político y revolucionario, realizada con la presencia y la penetración del partido comunista en las organizaciones económicas de clase. En las difíciles fases que presenta la formación de las asociaciones económicas, se consideran como prestándose a la tarea del partido las asociaciones que comprenden solamente a proletarios y a las cuales estos se adhieren espontáneamente, pero sin la obligación de profesar opiniones políticas, religiosas y sociales dadas. Tal carácter se pierde en las asociaciones confesionales y de afiliación obligatoria, o en las que se han vuelto parte integrante del Estado.

I.7.- El partido no adopta jamás el método de formar organizaciones económicas parciales que comprenden sólo a trabajadores que aceptan los principios y la dirección del partido comunista. (…) Es tarea del partido, en los períodos desfavorables y de pasividad de la clase proletaria, prever las formas y alentar la aparición de las organizaciones con objetivos económicos para la lucha inmediata, las cuales podrán incluso asumir aspectos totalmente nuevos en el futuro, después de los tipos bien conocidos de corporación, sindicato de industria, consejo de empresa, etc. El partido alienta siempre las formas de organización que facilitan el contacto y la acción común entre los trabajadores de diversas localidades y de distintas profesiones, rechazando las formas cerradas. (…)

IV.4.- Hoy, en la plenitud de la depresión, a pesar de restringirse mucho las posibilidades de acción, el partido, siguiendo la tradición revolucionaria, no pretende sin embargo romper la línea histórica de la preparación de una futura reanudación en gran escala del movimiento de clase, que haga suyo los resultados de todas las experiencias pasadas. De la restricción de la actividad práctica no deriva la renuncia a los postulados revolucionarios. El partido reconoce que la restricción de ciertos sectores es cuantitativamente acentuada, pero no por ello cambia el conjunto de los elementos de su actividad, ni renuncia expresamente a ellos.”

“IV.8.- El partido, a pesar del número reducido de sus adherentes, determinado por las condiciones netamente contrarrevolucionarias, no cesa el proselitismo y la propaganda de sus principios en todas las formas orales o escritas, aunque sus reuniones tengan pocos participantes y su prensa, difusión limitada. (…)”.

 

Volviendo a las Consideraciones de 1965

Con un método típico del oportunismo, el Grupo Barbaria toma términos específicos del Partido para darles un sentido distinto sacándolos de su contexto natural, para vestirse con una profundidad de análisis cuyas conclusiones se traicionan.

No es cosa nueva ni que pueda extrañarnos, el estalinismo triunfó sobre la corriente marxista apropiándose de los términos marxistas y publicando las obras completas de Marx, Engels y Lenin en todos los idiomas.

Un ejemplo es el de los conceptos de “ionización” o “polarización” de las moléculas sociales. Este concepto aparece en el punto 6 de las Consideraciones sobre la actividad orgánica del Partido cuando la situación es históricamente desfavorable de 1965 y es citado en el artículo del Grupo Barbaria, pero sin mencionar la fuente.

En realidad, bastaría con leer el título del texto en cuestión para ver su completa contradicción con las posiciones del Grupo Barbaria dado que claramente trata de la actividad del Partido formal en una situación históricamente desfavorable. Este es el motivo por el que Grupo Barbaria se cuida mucho de decir de qué texto saca la cita. ¿Pero cómo se puede utilizar este texto e incluso citar el punto 6 entero ocultando lo que se dice inmediatamente a continuación en los puntos 7 y 8 del mismo texto?

“7.- ¿Cuáles son, en este período desfavorable, las consecuencias sobre la dinámica orgánica interna del partido? Siempre hemos dicho, en todos los textos más arriba indicados, que el partido no puede no resentirse de los caracteres de la situación real que lo circunda. Por tanto, los grandes partidos proletarios que existen son necesaria y declaradamente oportunistas.

Una tesis fundamental de la Izquierda es que NUESTRO PARTIDO NO DEBE POR ESTO RENUNCIAR A RESISTIR, sino que debe sobrevivir y transmitir la llama a lo largo del histórico "hilo del tiempo". Está claro que será un partido pequeño, no por nuestro deseo o elección, sino por ineluctable necesidad. (…)

8.- Dado que el carácter de degeneración del complejo social se concentra en la falsificación y en la destrucción de la teoría y de la sana doctrina, está claro que el pequeño partido de hoy tiene un carácter preeminente de restauración de los principios de valor doctrinal, y desdichadamente falta el fondo favorable en que Lenin la cumplió después del desastre de la primera guerra. Todavía, no por esto podemos levantar una barrera entre la teoría y la acción práctica, porque después de un cierto límite nos autodestruiremos junto a todas nuestras bases de principio. Reivindicamos, por tanto, todas las formas de actividad propias de los momentos favorables, en la medida en que las relaciones reales de fuerza lo permitan. (Consideraciones sobre la actividad del Partido cuando la situación es históricamente desfavorable, 1965).

Y un poco más adelante, dedicado a los “camattianos” y a los “barbaristas” de hoy, se clarifica la posición del Partido en cuanto a un punto crucial también altamente manoseado por estas corrientes: “12.- Partido histórico y partido formal. (…) De esto ningún militante actual puede inferir el derecho a una elección: de tener los papeles en regla con el "Partido Histórico" y desentenderse del partido formal. (…)” (Consideraciones sobre la actividad del Partido cuando la situación es históricamente desfavorable, 1965).

 

La “vía fácil” y la pereza del pequeñoburgués

Al principio de este escrito hemos visto como el Grupo Barbaria afirmaba: “Y no tiene sentido que, como revolucionarios y comunistas, nos demos permanentemente cabezazos contra la pared del capital.” (Grupo Barbaria). Esto es toda una declaración de principios, una auténtica confesión de su verdadero planteamiento: la revolución caerá del cielo.

El Partido estableció un diagnóstico preciso para este tipo de razonamiento que conviene recordar: Una característica fundamental del fenómeno que Lenin, con término admitido por Marx y Engels, llamó, tratándolo con hierro ardiente, oportunismo, está en el preferir una vía más breve, más cómoda y menos ardua, frente a aquella más larga, más incómoda y erizada de asperezas, única sobre la que se puede realizar el pleno encuentro entre la afirmación de nuestros principios y programas, o sea, de nuestros máximos objetivos, y el desarrollarse de la acción práctica inmediata y dirigida en la real situación del momento; (…) Esta verificación obtenida en el arco de una inmensa escala histórica (…) nos conduce a la admonición de que el partido evite toda decisión o elección que pueda ser dictada por el deseo de obtener buenos resultados con menor trabajo o sacrificio. Un impulso similar puede parecer inocente, pero traduce el ánimo perezoso de los pequeño burgueses y obedece a la sugestión de la norma basilar capitalista de obtener el máximo beneficio con mínimos costes.” (Tesis de Milán, 1966)

 

Continuidad de las posiciones del Partido

La posición del Partido ha consistido siempre en defender al mismo tiempo que la revolución no es producto de un mero acto de voluntad y que no hay recetas mecánicas para desencadenarla, que no por esto debe renunciarse a la existencia del Partido formal y a todas las formas de manifestación coherente del mismo que la situación permita, que la existencia del Partido es condición indispensable de la reanudación de la lucha en un sentido revolucionario así como lo son el resurgimiento de un estrato de organizaciones de lucha de tipo sindical no integradas en el aparato del Estado burgués en las que el Partido haya podido ganar una influencia apreciable y la contradicción material generada por la presión de las fuerzas productivas.

La continuidad y coherencia de las posiciones del Partido es inquebrantable y sin fisuras a través de las distintas Tesis y textos fundamentales. Como se afirma en un texto de Partido de 1958: “Las fórmulas y los términos pueden ser falsificados por traidores y por deficientes, pero su uso es siempre una brújula cuando es continuo y concordante”.

Después de todo lo expuesto, es claro que la posición de nuestra corriente, del Partido y, también si se quiere, la del compañero Bordiga (que jugó ciertamente un papel fundamental en la redacción de estas Tesis, aunque no sean “sus” escritos sino anónimos textos de Partido, expresión de un movimiento impersonal y orgánico, por decisión de todos los involucrados), no tiene nada que ver con las conclusiones que intenta sacar el Grupo Barbaria de la lectura sesgada de los textos del Partido.

El verdadero ADN político del Grupo Barbaria en materia de organización lo sintetizan ellos mismos en el otro artículo que hemos referido: “La autonomía proletaria. La dirección de la lucha es de los propios proletarios, fuera y contra cualquier organismo que pretenda encuadrarnos. Luchamos de forma independiente, por nosotros/as mismas” (Francia, Grecia, Reino unido… proletarios de todo el mundo ¡quememos el capitalismo!, Grupo Barbaria).

A esto responde “Partido y Clase” desde 1921: “Esto vuelve más claro el sentido de la verdad fundamental: el partido es sólo una parte de la clase. Quien, mirando la imagen fija y abstracta de la sociedad distinguiese allí una zona, la clase, y en ella un pequeño núcleo, el partido, caería fácilmente en la consideración que toda la parte de la clase, casi siempre la mayoría, que queda fuera del partido, podría tener un peso mayor, un mayor derecho. Pero por poco que se piense que en esa gran masa restante los individuos no tienen todavía conciencia y voluntad de clase, que viven para su propio egoísmo, o para la categoría, o para la patria chica, o para la nación, se verá que para asegurar en el movimiento histórico la acción de conjunto de la clase, es necesario un organismo que la anime, la cimiente, la preceda, la ENCUADRE – ésa es la palabra – y se verá que el partido es en realidad el núcleo vital, sin el cual no habría más ninguna razón para considerar la masa restante como un haz de fuerzas.” (Partido y clase, 1921).

A cualquiera que realmente piense, como dice pensar el Grupo Barbaria, que “la dirección de la lucha es de los propios proletarios”, se le debe hacer una pregunta que cae por su propio peso: ¿por qué no os disolvéis y dejáis a los “propios proletarios” que se dirijan de “forma independiente” y “por sí mismos”?

Si el Grupo Barbaria tuviera una mínima honestidad política diría: estamos en contra de todas las posiciones políticas de la Izquierda Comunista italiana y estamos en contra en particular de todo lo que ha defendido y escrito específicamente A. Bordiga (con su firma o sin ella), somos todo lo que ese compañero combatió durante toda su vida. Pero esto les impediría jugar el papel de confusión y tergiversación del marxismo y de la Izquierda para envolver sus posiciones místico-moralista-humanistoides por un lado y sus posiciones espontaneístas-antisindicales-antipartido por otro.

Así que no queremos ilusionar a nadie con que se pueda esperar este acto de honestidad política.

  

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