Lo que distingue a nuestro partido

 

La línea que va de Marx a Lenin, a la fundación de la Internacional Comunista y del Partido Comunista de Italia (Livorno 1921); la lucha de la Izquierda Comunista contra la degeneración de la Internacional, contra la teoría del “socialismo en un solo país” y la contrarrevolución estalinista; el rechazo de los Frentes Populares y de los Bloques de la Resistencia; la dura obra de restauración de la doctrina y del órgano revolucionarios, en contacto con la clase obrera, fuera del politiqueo personal y electoralesco.

 

  

Aviso a navegantes

 

La web se demuestra demasiado a menudo como un factor altamente desorganizador en la medida en que para los trabajadores y militantes que se acercan a las posiciones del marxismo y de la Izquierda Comunista se hace imposible distinguir el grano de la paja en medio de todo el ruido que se genera y que hace virtualmente indistinguibles entre si a los varios grupos y grupitos que se presentan en la galería. A parte de la posibilidad de que la página sea controlada, intervenida y clausurada.

En este sentido no creemos que sea nuestra función participar en una estéril carrera “estética” con la que se enmascara la falta absoluta de contenido programático comunista de tantas organizaciones ni tampoco inundar una web con montañas de textos a los que se nos supondría una vacía adhesión, completamente desvinculada de la lucha material por el comunismo.

“La vida del partido se debe integrar en todas partes, siempre y sin excepciones, en un esfuerzo incesante para injertarse en la vida de las masas, y también en sus manifestaciones influenciadas por directrices contrapuestas a las nuestras. (…) En muchas regiones el partido tiene ahora detrás de sí una notable actividad en este sentido, si bien deberá cada vez más afrontar dificultades graves y fuerzas contrarias, superiores al menos estadísticamente. Es importante establecer que, incluso donde este trabajo no ha alcanzado todavía una apreciable preparación, es rechazada la posición por la cual el pequeño partido se reduzca a círculos cerrados sin ligazón con el exterior, o limitados a buscar adhesiones en el solo mundo de las opiniones, que para el marxista es un mundo falso siempre que no sea tratado como superestructura del mundo de los conflictos económicos. Sería erróneo que el partido subdividiera a sus agrupamientos locales en compartimentos cerrados que fueran activos sólo en uno de los campos de la teoría, de estudio, de investigación histórica, de propaganda, de proselitismo y de actividades sindicales, que en el espíritu de nuestra teoría y de nuestra historia son absolutamente inseparables, y en principio accesibles a todos y cada uno de los compañeros.”(Tesis de Nápoles – 1965)

Nosotros consideramos que nada puede sustituir el estudio colectivo de los textos del marxismo y la discusión de los temas fundamentales del curso del imperialismo en contacto directo con los militantes organizados en el Partido y con las vicisitudes de la lucha física de la clase obrera hacia su reorganización.

Mantenemos este punto de contacto para facilitar la referencia de compañeros y simpatizantes pero estamos absolutamente alejados de la pretensión de presentar una imagen completa del contenido y fisonomía de nuestra actividad que se desarrolla necesariamente en múltiples ámbitos y aspectos que una web no puede recoger.

Animamos a los trabajadores y simpatizantes que lean estas líneas a cotejar atentamente las posiciones que se exponen en esta página con las clásicas posiciones del marxismo mantenidas por Marx, Engels, Lenin y la Izquierda Comunista, defensora del marxismo integral desde 1881, y a tenerlas no como la opinión de uno o varios “individuos” sino como balances dinámicos de choques acaecidos entre fuerzas reales de notable grandeza y extensión. A todos vosotros, os animamos a contactar con el Partido para pedir más material, para conocer y entender nuestra actividad militante y para organizaros en la lucha para abatir al monstruo capitalista.

 

 

Programa del Partido Comunista Internacional

 

Los fundamentos de la doctrina son los principios del materialismo histórico y del comunismo crítico de Marx y Engels, enunciados en El Manifiesto de los Comunistas, en El Capital y en sus otras obras fundamentales, base de la constitución de la Internacional Comunista en 1919, del Partido Comunista de Italia en 1921, y contenidos en los puntos del programa del partido publicado en «Battaglia Comunista», nº 1 de 1951 y vuelto a publicar varias veces en «Il Programma Comunista».

Se transcribe aquí el texto del programa:

El Partido Comunista Internacional está constituido sobre la base de los siguientes principios, establecidos en Livorno en 1921 en la fundación del Partido Comunista de Italia (Sección de la Internacional Comunista).

1.- En el actual régimen social capitalista se desarrolla una contradicción siempre creciente entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, dando lugar a la antítesis de intereses y a la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía dominante.

2.- Las actuales relaciones de producción están protegidas por el poder del Estado burgués que, cualquiera que sea la forma del sistema representativo y el empleo de la democracia electiva, constituye el órgano para la defensa de los intereses de la clase capitalista.

3.- El proletariado no puede romper ni modificar el sistema de las relaciones capitalistas de producción, del que deriva su explotación, sin la destrucción violenta del poder burgués.

4.- El órgano indispensable de la lucha revolucionaria del proletariado es el partido de clase. El partido comunista, reuniendo en su seno a la parte más avanzada y decidida del proletariado, unifica los esfuerzos de las masas trabajadoras dirigiéndolas de las luchas por intereses de grupo y por resultados contingentes, a la lucha general por la emancipación revolucionaria del proletariado. El partido tiene el deber de difundir entre las masas la teoría revolucionaria, de organizar los medios materiales de acción, de dirigir a la masa trabajadora en el desarrollo de la lucha asegurando la continuidad histórica y la unidad internacional del movimiento.

5.- Después del derrocamiento del poder capitalista, el proletariado no podrá organizarse en clase dominante más que con la destrucción del viejo aparato estatal y la instauración de su propia dictadura, esto es, privando de todo derecho y de toda función política a la clase burguesa y a sus individuos mientras sobrevivan socialmente, y basando los órganos del nuevo regimen únicamente sobre la clase productora. El partido comunista, cuya característica programática consiste en esta realización fundamental, representa, organiza y dirige unitariamente la dictadura proletaria. La necesaria defensa del Estado proletario contra todas las tentativas contrarrevolucionarias sólo puede ser asegurada privando a la burguesía y a todos los partidos hostiles a la dictadura proletaria, de todo medio de agitación y de propaganda política, y con la organización armada del proletariado para rechazar los ataques internos y externos.

6.- Sólo la fuerza del Estado proletario podrá aplicar sistemáticamente todas las sucesivas medidas de intervención en las relaciones de la economía social, con las cuales se efectuará la substitución del sistema capitalista por la gestión colectiva de la producción y de la distribución.

7.- Como resultado de esta transformación económica y las consiguientes transformaciones de todas la actividades de la vida social, irá eliminándose la necesidad del Estado político, cuyo engranaje se reducirá progresivamente a la administración racional de las actividades humanas.

 

** ** ** ** **

 

La posición del partido ante la situación del mundo capitalista y del movimiento obrero tras la segunda guerra mundial se fundamenta en los puntos siguientes:

8.- En el curso de la primera mitad del s.XX, el sistema social capitalista ha ido desarrollándose, en el terreno económico, con la introducción de los sindicatos patronales con fines monopolistas y las tentativas de controlar y dirigir la producción y los intercambios según planes centrales, hasta la gestión estatal de sectores enteros de la producción; en el terreno político, con el aumento del potencial policial y militar del Estado y el totalitarismo gubernamental. Todos estos no son nuevos tipos de organización social con carácter de transición entre capitalismo y socialismo, ni menos aún un retorno a regímenes políticos preburgueses; por el contrario, son formas precisas de gestión aún más directa y exclusiva del poder y del Estado por parte de las fuerzas más desarrolladas del capital.

Este proceso excluye las interpretaciones pacifistas, evolucionistas y progresivas del devenir del régimen burgués, y confirma la previsión de la concentración y de la disposición antagónica de las fuerzas de clase. Para que las energías revolucionarias del proletariado puedan reforzarse y concentrarse con potencial correspondiente al enemigo de clase, el proletariado debe rechazar, como reivindicación suya y como medio de agitación, el retorno ilusorio al liberalismo democrático y a la exigencia de garantías legales, y debe liquidar históricamente el método de las alianzas con fines transitorios del partido revolucionario de clase, tanto con partidos burgueses y de la clase media como con partidos pseudo-obreros con programa reformista.

9.- Las guerras imperialistas mundiales demuestran que la crisis de disgregación del capitalismo es inevitable, con la apertura decisiva del período en que su expansión no exalta más el incremento de las fuerzas productivas, sino que condiciona su acumulación a una destrucción repetida y creciente. Estas guerras han acarreado crisis profundas y reiteradas en la organización mundial de los trabajadores, habiendo podido las clases dominantes imponerles la solidaridad nacional y militar con uno u otro de los bandos beligerantes. La única alternativa histórica que se debe oponer a esta situación es la de volver a encender la lucha de clase en el interior hasta llegar a la guerra civil de las masas trabajadoras para derrocar el poder de todos los Estados burgueses y de las coaliciones mundiales, con la reconstitución del partido comunista internacional como fuerza autónoma frente a todos los poderes políticos y militares organizados.

10.- El Estado proletario, dado que su aparato es un medio y un arma de lucha en el período histórico de transición, no extrae su fuerza organizativa de cánones constitucionales y de esquemas representativos. El máximo ejemplo histórico de organización ha sido hasta hoy el de los Consejos de Trabajadores, aparecido en la revolución rusa de Octubre de 1917, en el período de la organización armada de la clase obrera bajo la sola guía del partido bolchevique, de la conquista totalitaria del poder, de la disolución de la Asamblea Constituyente, de la lucha para rechazar los ataques exteriores de los gobiernos burgueses, y para aplastar en el interior la rebelión de las clases derrotadas, de las clases medias y pequeño burguesas, y de los partidos oportunistas, aliados infalibles de la contrarrevolución en sus fases decisivas.

11.- La defensa del régimen proletario, contra los peligros de degeneración ínsitos en los posibles fracasos y repliegues de la obra de transformación económica y social, cuya ejecución integral no es concebible en los límites de un solo país, puede ser asegurada por una continua coordinación de la política del Estado obrero, con la lucha unitaria internacional del proletariado de cada país contra la propia burguesía y su aparato estatal y militar, lucha incesante en cualquier situación de paz o de guerra, y mediante el control político y programático del partido comunista mundial sobre los aparatos del Estado en que la clase obrera ha conquistado el poder.

 

 

La degeneración de programma comunista y nuestra batalla

 

versión pdf

 

LA DEGENERACIÓN DE PROGRAMMA COMUNISTA Y NUESTRA BATALLA

[El Comunista nº1 - mayo 1983]

 

Con estas modestas notas trataremos de explicar a todos aquellos que nos conocían como sección del Partido Comunista Internacional porqué se ha llegado a la ruptura entre la organización Programa comunista y nosotros. Van dirigidas sobre todo a aquellos que han seguido nuestra actividad y nos han visto intervenir en las luchas de la zona con continuidad, sin facilonerías y efímeros entusiasmos; que quizás nos han criticado por lo que podía parecer un presunto sectarismo de nuestras posiciones políticas y sindicales (pero por el estado actual de “programa comunista” se ve donde se puede llegar incluso con la mínima concesión respecto a posiciones para nosotros irrenunciables), pero no ha podido acusarnos jamás de falta de coherencia en nuestro trabajo siempre ligado al hilo rojo que va desde Marx a Lenin y a las posiciones de la Izquierda Comunista Italiana.

Tal ruptura no ha sido improvisada, sino que es la inevitable conclusión de un afanado proceso, de al menos dos años, que no nos ha visto pasivos, encerrados en la torre de marfil de una presunta integridad política (habría sido una posición antimarxista), muy por el contrario nos ha visto conducir en primera fila una batalla tanto dentro como fuera de la organización para intentar torcer aunque fuera con nuestras limitadas fuerzas, las líneas de tendencia que se alejaban cada vez más del rumbo clasista que siempre había sido patrimonio de nuestra organización. Por otra parte, éramos conscientes, tanto de la imposibilidad de hacer girar en seco al conjunto del Partido, donde ya estas tendencias habían echado profundas raíces (salvo quizás el caso remoto de un cambio drástico de la situación externa con una reanudación generalizada de la lucha de clase), como de la necesidad no obstante esto de “remachar los clavos” y de echar las bases para que no se dispersasen las fuerzas que se oponían al “nuevo curso”.

La degeneración de “Programa Comunista” no ha acaecido de improviso (como por otra parte ningún partido comunista ha degenerado nunca de hoy a mañana; los créditos de guerra votados en 1914 por la socialdemocracia alemana no han sido solo la traición de un núcleo de dirigentes corrompidos, sino el producto de fuerzas materiales operantes desde hacía años, que habían conseguido vaciar, en una situación de relativa paz social, al partido de toda voluntad y posibilidad de lucha, integrándolo en el sistema parlamentario burgués, aunque sobre el papel quedasen altisonantes declaraciones de principio). La degeneración de “programa” no ha sido por tanto obra de una fantomática “banda de los cuatro” sino del proceso tremendo de una contrarrevolución que dura ya más de 50 años y ha permitido la infiltración en nuestra organización, que era la única que había conseguido, desde 1945 hasta hoy, conservar intacto el patrimonio programático y táctico del marxismo, de tendencias veleitarias y empíricas (aunque inicialmente solo tendencias y además enmascaradas bajo el ropaje de una formal disciplina hacia los principios).

De este proceso se han salvado pocas “islas”, donde ha habido mayormente la posibilidad de realizar un constante trabajo en el interior de la clase obrera, la existencia de una red de simpatizantes ligados al partido sobre precisas posiciones programáticas y sobre los intraspasables límites tácticos de éstas derivantes, y sobre todo la fusión entre la vieja guardia de la izquierda y las nuevas generaciones; no ha habido saltos en el hilo del tiempo: los jóvenes han aprendido de los viejos, no sólo el ABC del marxismo, sino un método y el sentido de la militancia, no ha existido en el momento en que llegaban al centro del partido las primeras indicaciones desentonantes, ni una diáspora de compañeros, apercibidos del cambio de rumbo, ni la resolución, entonces equivocada (porque a priori no se podía excluir la aún remota posibilidad de una inversión de tendencia), de salir de la organización. La cuestión por otra parte había sido esculpida en las tesis de Lyon de 1926.

“Siendo absurdo y estéril además de peligrosísimo, pretender que el P. y la Internacional estén misteriosamente asegurados contra toda recaída en el oportunismo, que pueden depender de mutaciones de la situación como del juego de los residuos de las traiciones socialdemócratas, en la resolución de nuestros problemas, se debe admitir que toda diferenciación de opinión no reducible a casos de conciencia o desfatismo personal puede desarrollarse en una útil función de preservación del Partido, y del proletariado en general de peligros graves, si estos se acentuasen, la diferenciación tomaría inevitablemente pero útilmente la forma fraccional, y esto podría conducir a escisiones no por el infantil motivo de una falta de energía represiva por parte de los dirigentes, sino solo en la dañada hipótesis del hundimiento del P., y de su sumisión a influencias contrarrevolucionarias… En la situación actual en el COMINTERN no se delinea la constitución de una oposición internacional de izquierda, la formación de una tal oposición será al mismo tiempo una necesidad revolucionaria y un reflejo espontáneo de la situación”.

En tales ocasiones se expresan por tanto, sin trabajo “subterráneo” que no pertenecen a nuestra tradición, todas nuestras dudas respecto a las tendencias innovadoras circulantes ya sea en el centro como en la periferia del partido, denunciando el estado de crisis.

En efecto, el partido desde el inicio de los años 70 atraviesa un estado de crisis intermitente ¿Cuáles son las causas? La crisis del sistema capitalista, se agrava cada año más, crece la desocupación, aumentan los despidos, disminuyen los salarios, empeoran las condiciones de vida de los proletarios y brotan focos de guerra en cada parte del globo mientras la guerra comercial se agudiza cada vez más. A esta crisis económica no corresponde sin embargo una reanudación de la lucha de clase e incluso si esporádicamente estallan llamaradas de rabia obrera, el proletariado de las grandes metrópolis da poquísimos signos de reanudación.

El oportunismo, que ha desarmado tanto material como ideológicamente al proletariado en la 1ª postguerra, conserva todavía su influencia disgregadora y desmoralizadora sobre la clase obrera.

Dos son los elementos a tener en consideración: CURVA ECONÓMICA: crisis capitalista en ascenso y CURVA SOCIAL: (o de reanudación del movimiento de clase) aplastada o directamente en descenso.

Se tratara por tanto, y no será ciertamente fácil, de no dejarse llevar por el ansia del colmar el retraso (subjetivamente incolmable !!) entre estas dos curvas, ni mayor razón imputar a causas subjetivas este retraso, sino por el contrario ser todavía más férreos frente a esta situación desfavorable defendiendo las posiciones de siempre, afilando las armas de la crítica, remachando los límites inderogables de la rosa de las eventualidades tácticas ya trazadas en grandes líneas para este ciclo histórico; trabajo sin duda pesado en cuanto no se ven ni siquiera los prolegómenos de la gran oleada revolucionaria, pero necesario e inderogable para poder llegar con un partido aunque sea pequeño, pero revolucionario, a la cita histórica de la coincidencia de las dos curvas.

En el interior de “Programa comunista” se escucha cada vez más a menudo hablar de retraso de fase, de hábitos viejos e inveterados a olvidar, de nuevo ciclo histórico que ha cogido insuficientemente preparado al partido y en consecuencia de la necesidad de colmar el “retraso” (o sea, de colmar con la voluntad el retraso entre curva económica y curva social).

Dado que la clase obrera está “amorfa”, se individualizan sectores preferenciales de intervención como estudiantes, parados, inquilinos, mujeres, jóvenes, subproletarios (que efectivamente pueden ser los que más se resienten de la crisis, pero no poseen ninguna homogeneidad de clase precisamente porque no son clase) identificándoles como los estratos más sensibles del proletariado, desde donde la lucha puede extenderse envolviendo a la clase obrera (mientras que el proceso es todo lo contrario, es decir, las clases medias son trajinadas por la clase obrera en lucha). En la misma óptica se tiende a sobrevalorar las luchas del proletariado y del ala izquierda de la burguesía tercermundista, y se considera que el gran sobresalto contra el sistema capitalista pueda partir de la periferia. Al mismo tiempo y consecuentemente, se comienza a dilatar peligrosamente la rosa de eventualidades tácticas de intervención del partido en el proletariado, para colmar el presunto retraso. En 1951 las “Tesis características” del partido decían: “Para acelerar la reanudación de clase no existen recetas a punto. Para hacer escuchar a los proletarios la voz de la clase no existen maniobras ni expedientes, que como tales no harían aparecer al partido como es verdaderamente, sino como una desfiguración de su función, en deterioro y prejuicio de la efectiva reanudación del movimiento revolucionario, que se basa sobre la madurez real de los hechos y de la correspondiente adecuación del partido, habilitado en esto solamente para su inflexibilidad doctrinaria y política”.

Se proyecta de hecho en una situación de éxtasis la posibilidad del “frente único” y se despacha como tal el acuerdo entre grupos políticos con una influencia limitada sobre limitadísimos grupos obreros. Se da una posible patente de clase a sectores del movimiento pacifista (que representan una de las expresiones de la ideología burguesa y contrarrevolucionaria tendente al desarme del proletariado)

Se comienza rompiendo con el método del centralismo orgánico usando el arma de expulsión para eliminar las posiciones de crítica que cada vez más numerosas se levantan contra las tendencias desviacionistas. Se llega finalmente, a nivel internacional no solo a apoyar, sino también a buscar una ligazón con una organización de siempre denunciada como burguesa como la OPL.

Frente a esta “escalation”, donde al final el eclecticismo en materia táctica se ha traducido en el renegar de posiciones de principio, donde no era más posible, so pena de ponerse a la zaga, permanecer en tal organización, hemos rechazado la aceptación de la disciplina formal, porque otra disciplina no caporalesca nos ha guiado siempre. Hemos mantenido los lazos con otros compañeros (España, Italia en particular, pero no solo) que como nosotros se oponían a la “degringolade” del partido. En la actividad por la ruptura hemos reivindicado, una vez más, el método adoptado desde siempre por los comunistas para llegar a una escisión que fuese orgánica y no voluntarista, clara y no fruto de sugestiones del momento, en una batalla que ha sido siempre abierta y no clandestina.

Siempre nos ha guiado el reclamo a nuestra tradición, a nuestros principios, a nuestro método, la adhesión al trabajo que se reafirmó en el partido desde 1952.

Continuaremos sobre esta vía de la Izquierda con todos aquellos compañeros que trabajan por la reafirmación integral del programa comunista.

versión pdf

 

 

 

  

 

En la última reunión general del Partido, dedicada a la lucha de la Izquierda Comunista contra la degeneración de la 3a Internacional, se utilizó la línea temporal que ponemos a disposición de militantes y simpatizantes.

En esta línea temporal están recogidos una serie de hechos sintéticos y de textos fundamentales que constituyen el armazón para el estudio de la lucha de la Izquierda Comunista contra la degeneración de la Internacional Comunista, así como de las causas y manifestaciones externas de dicha degeneración.

En el curso de tan solamente siete años después de su nacimiento en 1919, la que hubiera debido ser la organización mundial del proletariado revolucionario y por un momento lo fue, recorrió la parábola completa desde el error táctico inicial hasta una verdadera desviación táctica (frente único político, 1921), desviación táctico-programática (gobierno obrero, gobierno obrero y campesino, 1922), desviación organizativa (bolchevización, 1924) para terminar en una traición completa a los principios comunistas con la desviación programática de el socialismo en un solo país en 1926, que culmina el proceso de degeneración de la Internacional y el abandono de la revolución mundial.

Las lecciones de la lucha de la Izquierda Comunista italiana contra esta degeneración son un material indispensable para la reanudación del movimiento revolucionario comunista para el abatimiento del régimen burgués.

  

IR A LA LÍNEA TEMPORAL