LA LUCHA DE LA CONCURRENCIA SE DESARROLLA EN TODAS DIRECCIONES
Por conveniencia de exposición, en el siguiente repaso, partiremos de la guerra comercial en torno a las fuentes de energía para ir siguiendo su desarrollo en toda una serie de otros campos.
Desplazamiento de fuentes energéticas
Los representantes de las primeras 20 potencias capitalistas mundiales (G-20) “(…), reunidos este fin de semana en Nueva Delhi (India), han acordado triplicar la capacidad de las energías renovables para el año 2030 (…) El acuerdo, sin embargo, no incluye ninguna referencia a la eliminación gradual del petróleo y el gas tras la presión de los países productores y los más dependientes de estas energías.” (Expansión, 11-09-2023).
Como explicamos en “Fuentes de energía y capitalismo” publicado en “El Comunista” nº69 (pág. 12), la existencia del régimen mercantil capitalista impone que el desplazamiento de los combustibles fósiles se produzca a través de una intensa guerra comercial y, efectivamente, se está desarrollando una auténtica batalla comercial a varias bandas: por un lado, entre los países productores de las viejas fuentes de energía y sus actuales consumidores y, por otro lado, entre los países que buscan dotarse de las nuevas fuentes de energía y compiten entre sí.
Los recortes de la OPEP+
La OPEP+ ha acordado mantener hasta finales de 2024 los recortes anunciados en abril para presionar al alza el precio del petróleo: “Arabia Saudí mantendrá hasta finales de diciembre su reducción voluntaria de un millón de barriles de petróleo diarios (…). De este modo, su producción total durante los próximos meses rondará los 9 millones de barriles al día (…). Rusia, por su parte, (…) también ampliará hasta final de año el haircut de 300.000 barriles diarios en su suministro a los mercados mundiales.” (Expansión, 06-09-2023). Hay que decir que, hasta el momento, los recortes no se han llevado a cabo de manera homogénea: “De acuerdo con los datos del boletín mensual de la OPEP, publicado ayer, el cártel ajustó su bombeo en 431.000 barriles de crudo al día en mayo respecto al mes anterior (una cifra bastante inferior al millón acordado) y lo elevó en 90.000 barriles en junio, lo que significa que el ajuste se ha quedado en 341.000 barriles, apenas una tercera parte de lo pactado. Arabia Saudí y los países del golfo Pérsico han cumplido con su parte del trato, pero no así Irán, Irak, los países africanos o Venezuela, que han elevado sus exportaciones en los últimos meses.” (Expansión, 14-07-2023).
Pese a las contradicciones internas dentro de la OPEP+, el suministro se ha reducido al mismo tiempo que la demanda se ha incrementado por el fin de las restricciones en China.
¿El tope del G-7, superado?
Esta situación ha producido un aumento del precio del petróleo por encima de los 90$ por barril y ha permitido al petróleo ruso venderse por encima del tope impuesto por el G-7: “Desde febrero, hay dos topes a la venta de combustibles refinados rusos, uno para los productos de mayor valor, a 100 dólares el barril, y otro para los de menor valor, a 45 dólares. Argus Media Ltd., cuyos precios son determinantes para los topes, afirma que la nafta y el fuel están cotizando por encima del tope inferior, mientras que el gasóleo lo hace por encima del superior. De los productos que aún no han superado el tope en los puertos occidentales de Rusia, el gasóleo y la gasolina se acercan a ese límite. (…) El mes pasado, el principal crudo ruso, el de los Urales, superó por primera vez el tope de precio, lo que supuso una cierta victoria para Moscú, que ha reunido una flota en la sombra de buques para transportar sus suministros a los compradores eludiendo los servicios del G7” (Bloomberg, 02-08-2023). Una y otra vez, se constata que no es la voluntad de determinadas potencias la que se impone a las fuerzas productivas, sino que el empuje de las fuerzas productivas es el que se impone a esas voluntades.
EEUU e Irán
Por su lado, EEUU no está en condiciones de compensar el recorte con sus propios medios: “la producción de petróleo en EEUU se sitúa 900.000 barriles por debajo de las cifras de 2020, con la mitad de pozos operativos que hace tres años.” (Expansión, 16-08-2023).
Esto empuja a EEUU a tratar de desencallar su relación con Irán: “Estados Unidos despejó el camino para la devolución a Irán de 6.000 millones de dólares procedentes del petróleo y aceptó liberar a cinco iraníes en el marco de un acuerdo negociado en secreto que despejará el camino para que cinco ciudadanos estadounidenses detenidos en Irán regresen a su país. (…) Funcionarios estadounidenses han reconocido en privado que ya han empezado a relajar la aplicación de las sanciones sobre las ventas de petróleo, lo que permitirá a Teherán aumentar la producción. Irán, que cuenta con algunas de las mayores reservas de petróleo y gas del mundo, ha enviado a China en los últimos meses la mayor cantidad de crudo de los últimos diez años.” (Bloomberg, 11-09-2023).
China, productor de petróleo
China no sólo compra masivamente petróleo (y con descuento) a los países de Oriente Medio, sino que está ampliando la producción de petróleo en alta mar: “(…) de ser un voraz consumidor de petróleo, se está convirtiendo en un gran productor de crudo, gracias a las multimillonarias inversiones que están realizando sus gigantes estatales: CNPC, Sinopec y Cnooc. (…) el último Informe Mensual del Mercado Petrolero de la OPEP, refleja que China ha estado produciendo una media de 4,56 millones de barriles de petróleo al día (bpd) en 2023.” (Banca y Negocios, 11-07-2023).
El Gas Natural Licuado
Si EEUU mantiene un nivel de subproducción de petróleo, no es el caso con el GNL: “Ya dispone de siete grandes plantas de licuefacción, que exportan 13.000 millones de pies cúbicos diarios. Este año adelantará a Australia y Qatar para convertirse en el mayor suministrador mundial. (…) Cada año pasan por este canal 1.830 buques con GNL, según las cifras de la autoridad portuaria. (…) Sabine Pass, que comunica el lago Sabine con el golfo de México, acoge la mayor planta de producción de GNL de Estados Unidos y la segunda más grande del mundo. Un mastodonte de cuatro gasoductos y seis trenes de licuefacción, cada uno del tamaño de una terminal de aeropuerto pequeña y que producen en total 30 millones de toneladas cúbicas de gas al año.” (El País, 03-07-2023).
El gas y el imperialismo europeo
Con el incremento de la oferta de GNL y el redireccionamiento de los flujos de la energía, el imperialismo europeo ha conseguido abastecerse de gas a bajo coste: “El almacenamiento de gas de la Unión Europea se sitúa ya al 90% de su capacidad, con varios países ya rozando el 100% del total, casi dos meses y medio antes de la fecha tope legal del 1 de noviembre (…) el año pasado, ya que por estas fechas el gas almacenado todavía se situaba al 76% de su capacidad máxima (…) se ha abastecido de gas esta temporada a un precio sustancialmente inferior (hasta un 75% por debajo) al del verano pasado, en parte por la menos acuciante necesidad, en parte porque las compras conjuntas han evitado que unos países compitan con otros por el suministro. (…) en esta ocasión también se ha logrado un abastecimiento sustancial en los países del este, incluyendo Ucrania.” (Expansión, 23-8-2023).
Comparativa de negocio (litio vs petróleo)
“Las grandes petroleras y gasistas están intensificando sus esfuerzos para entrar en el sector del litio y diversificarse más allá de los combustibles fósiles” (Expansión 2-7-2023) pero la perspectiva de negocio en el cambio de materia extractiva sobre la que basar su parasitismo social a través de la renta de la tierra no es comparable: “incluso con hipótesis optimistas de crecimiento y precios, el litio podría crecer hasta los 150.000 millones de dólares anuales en 2030, frente a los 2,6 billones de dólares actuales del mercado del petróleo, según cálculos de Financial Times.” (Expansión 2-7-2023).
Prosigue por otro lado, con carácter general, la tendencia de las petroleras a no realizar grandes inversiones en las instalaciones existentes y la construcción por parte de grandes empresas de plantas de autoabastecimiento energético.
Competición de inversiones en energías no fósiles
En la guerra entre las potencias capitalistas que intentan dotarse de una independencia material de los combustibles fósiles tenemos: la Inflation Reduction Act de EEUU, el Green Deal de la UE, el catorceavo plan chino quinquenal, el Japan Green Growth Strategy o el India Convervation Act, un negocio de inversiones planificadas de “más de un billón de euros a escala mundial” (La Vanguardia, 10-09-2023).
El despliegue de estos planes, como se puede observar, no es homogéneo, teniendo una clara delantera el capitalismo chino: “El 55% de la capacidad de renovables instalada en el mundo en el 2023 procede de China. La mitad de los automóviles eléctricos del mundo circula en China. Además, Pekín acapara el 60% de la tecnología manufacturera en sectores de emisiones cero, crea millones de puestos de trabajo y controla la casi totalidad de la cadena de valor de suministro de baterías, con el 74% del total de la fabricación de baterías de litio” (La Vanguardia, 9-10-2023).
Paneles solares chinos
Uno de los planos en el que el predominio del capitalismo chino es indiscutible es el de la producción de obleas para paneles solares: “Las fábricas chinas producen el 75% de las obleas de los paneles de todo el mundo. La UE importó el 84% de sus módulos solares instalados entre el 2017 y el 2021. Estados Unidos, un 77% e India un 75%.” (La Vanguardia, 10-09-2023).
Sin embargo, el fenómeno más interesante es la sobreproducción latente y el descenso de los precios derivados del exceso de producción y de capacidad productiva: “La caída de los precios de los materiales solares ha hecho bajar los costes a lo largo de la cadena de suministro en las últimas semanas, siendo las obleas de silicio las que han experimentado el mayor descuento. Longi Green Energy Technology Co. bajó el precio de sus obleas hasta un 27% la semana pasada, mientras que su homóloga TCL Zhonghuan Renewable Energy Technology Co. redujo su precio hasta un 25%. (…) Según la Asociación de la Industria del Silicio de China, el desplome de los precios se debe fundamentalmente a la caída del coste del polisilicio, un material clave. Los fabricantes de obleas solares han reducido su ritmo de producción debido a la debilidad de los precios y al exceso de oferta, y algunos de ellos se encuentran entre el 60% y el 70% de su capacidad.” (Bloomberg, 28-12-2022).
Sobre la base de esta devaluación, China no sólo inunda el mercado de paneles solares, sino que lo inunda de paneles solares de bajo coste. El exceso de capacidad productiva en el epicentro del volcán repercute en un abarrotamiento en los capilares de la red de distribución.
“Norwegian Crystals, empresa productora de los lingotes utilizados en las células solares, se había declarado ya en quiebra el mes pasado –añadía el escrito –, mientras que Norsun, empresa solar de nacionalidad igualmente noruega, había anunciado este mes la suspensión de su producción hasta que termine el año (…) El gasto europeo en componentes de energía solar ha aumentado hasta pasar de los 6.000 millones de euros de 2016 a los más de 25.000 millones del año pasado, lo cual ha traído consigo una superabundancia de paneles solares chinos que en la actualidad languidecen en almacenes europeos.” (Expansión, 13-09-2023).
Este es un ejemplo más de algo que ya hemos observado en anteriores ocasiones y que consiste en que el gasto o la inversión que realiza una potencia capitalista no repercute necesariamente en sus propias empresas: la inversión realizada en paneles solares en la UE ha beneficiado básicamente a empresas chinas.
El volcán también escupe coches eléctricos…
“China superará este año a Japón como mayor exportador de coches. China, el mayor mercado de automóviles del mundo, ha creado en los últimos 15 años una industria de vehículos eléctricos que ha acaparado gran parte de las cadenas mundiales de suministro de baterías (…), con una competencia cada vez más feroz en su propio país.” (Expansión, 05-09-2023).
La competencia exacerbada en el interior se debe a “El desajuste entre la producción de las fábricas chinas y la demanda local (…) El resultado ha sido un “exceso de capacidad masivo” en el número de vehículos producidos en las fábricas de todo el país, según (…) exresponsable de Chrysler en China (…). “Tenemos un excedente de 25 millones de unidades que no se utilizan”, explica.” (Expansión, 14-09-2023).
Esta supercapacidad productiva que SATURA el mercado local es la base de la INUNDACIÓN del mercado mundial. Ejemplos: por un lado, “alrededor de una quinta parte de todos los VE vendidos en Europa se fabrican en China (…)“ (Expansión, 14-09-2023), por otro lado: “El presidente ejecutivo de Ford, Bill Ford Jr., afirmó que EEUU "aún no está preparado" para competir con China en la producción de vehículos eléctricos.” (Bloomberg, 18-06-2023).
Y no se trata aquí tampoco de una mera avalancha de mercancías sobrantes sino de mercancías que ya de por sí son muy competitivas a nivel de precio y todavía lo serán más por su sobreproducción: “la industria china de VE iba entre tres y cinco años por delante de los fabricantes de automóviles extranjeros en términos de tecnología y escala, y hasta 10 años por delante en términos de ventaja en costes.” (Expansión, 14-09-2023).
La burguesía europea estudia parapetarse detrás de una muralla arancelaria, como tiene la estadounidense, pero asistimos al mismo fenómeno (en sentido inverso, pero igualmente imparable) ya reflejado en el Manifiesto del Partido Comunista: “los bajos precios de sus mercancías constituyen la artillería pesada que derrumba todas las murallas de China y hace capitular a los bárbaros más fanáticamente hostiles a los extranjeros”.
La guerra por los semiconductores
La demanda mundial de semiconductores sigue enfriándose, en comparación con la sobredemanda generada por la escasez coyuntural posterior al freno de la producción en 2020. Esto se refleja en la caída de las exportaciones surcoreanas afectadas tanto por la rebaja de precios como por el volumen de unidades.
Las relaciones entre Corea del Sur y China han dado varios vaivenes, con declaraciones de “reducir el riesgo” de la economía de la primera respecto a la segunda, seguidas de declaraciones inmediatas de la ministra surcoreana del exterior hablando de retomar el diálogo. La interdependencia económica es demasiado fuerte.
Por su lado, el imperialismo europeo, especialmente rezagado en este plano, “(…) aprobó ayer de manera definitiva la Ley Europea de Chips, con la que la Unión Europea busca duplicar su producción de semiconductores hasta cubrir el 20% de la fabricación mundial (...) , la ley contará con 3.300 millones de euros del presupuesto europeo.” (Expansión, 12-07-2023). Aunque una cosa son los deseos y otra distinta va a ser lo que permita la realidad material, han conseguido atraer a TSMC para “invertir 10.000 millones de euros en una megafactoría de semiconductores en Dresde, al este de Alemania, la primera del grupo asiático en Europa.” (Expansión, 09-08-2023).
Mientras tanto, EEUU prosigue en sus intentos de limitar el desarrollo chino en semiconductores, anunciando nuevas prohibiciones de inversión en sectores estratégicos de China. La primera reacción ha sido una compra masiva: “Baidu, ByteDance, Tencent y Alibaba han hecho pedidos de 1.000 millones de dólares para adquirir unos 100.000 procesadores A800 del fabricante de chips estadounidense, que se deberían entregar este año, según varias personas conocedoras del asunto. Los grupos chinos también han comprado otras unidades de procesamiento gráfico (GPU) valoradas en 4.000 millones de dólares.” (Expansión, 11-08-2023).
Pero el resultado inevitable de estas sanciones es precisamente el desarrollo de las capacidades tecnológicas que se quieren limitar:” Huawei (…) se introdujo en la producción de chips el año pasado y está recibiendo una financiación estatal estimada en 30.000 millones de dólares del Gobierno y de su ciudad natal, Shenzhen, según la Asociación de la Industria de Semiconductores, con sede en Washington. Ha adquirido al menos dos plantas existentes y está construyendo al menos otras tres, (...) La principal asociación mundial de empresas de chips advierte de que Huawei Technologies Co. está construyendo un conjunto de instalaciones secretas de fabricación de semiconductores en toda China, una red de fabricación en la sombra que permitiría a la empresa, incluida en la lista negra, eludir las sanciones de EEUU y fomentar las ambiciones tecnológicas del país. (...) A las empresas chinas se les permite en gran medida comprar equipos de fabricación de chips de generaciones anteriores, máquinas que utilizan tecnología de 28 nanómetros o superior. Pero las empresas incluidas en la lista negra, como Huawei, tienen prohibidas esas compras sin licencia y las excepciones son escasas. (...) La AIS estima que hay al menos 23 instalaciones de fabricación en marcha en el país, con inversiones previstas de más de 100.000 millones de dólares para 2030, según la presentación. Para 2029 o 2030, China está en camino de tener más de la mitad de la capacidad mundial de la industria de semiconductores de vieja generación, los fabricados con tecnología de 28 o 45 nm, según el grupo." (Bloomberg, 23-08-2023).
Y esto no es todo, diez congresistas republicanos se tiraban de los pelos desesperados en una carta “(…) después de que Huawei lanzara un nuevo teléfono que utiliza tecnología muy avanzada que Estados Unidos ha estado intentando mantener fuera del alcance de China. El teléfono, que utiliza un chip de 7 nanómetros fabricado en China que parece depender de tecnología estadounidense (…). Huawei y SMIC, la empresa china que fabricó el chip, ya están sujetas a sanciones parciales por parte de Estados Unidos.” (Bloomberg, 14-09-2023).
Esto lleva a que en el interior de EEUU los representantes del sector industrial afectado sigan manteniendo una oposición a las sanciones a China:
“Los directores ejecutivos de Intel Corp., Qualcomm Inc. y Nvidia Corp. tienen previsto ejercer presión para que no se amplíen las restricciones a la venta a China de determinados chips y de los equipos necesarios para fabricar los semiconductores (...) Las empresas han argumentado que el aislamiento de su mayor mercado perjudicará su capacidad de gastar en el avance de su tecnología y, en última instancia, socavará el liderazgo de EEUU.” (Bloomberg, 14-07-2023).
Tan importante es para las empresas tecnológicas estadounidenses la inversión en China que el fabricante de chips de memoria Micron Technology Inc., pese a haber sido vetada parcialmente por el gobierno chino en mayo, anunciaba en junio una inversión de 602 millones de dólares en su planta de empaquetado de chips en China.
La guerra arancelaria de EEUU con China
La actual fracción gobernante de la burguesía de EEUU ha hecho en el plano diplomático un envite para recuperar posiciones, cuya escenificación más reciente es su vuelta a la UNESCO, tratando de rectificar la política ejecutada en sentido contrario por la anterior fracción gobernante.
Sin embargo, en el plano de la política económica y, más específicamente en la cuestión de los aranceles, ha mantenido la continuidad con la fracción gobernante anterior, cosa reconocida por el artífice de los aranceles por el lado republicano: “Biden ha adoptado esencialmente la política comercial de Trump” (Bloomberg, 26-06-2023). Esto se debe a que esta actuación viene impuesta por la fuerza (o más bien debilidad) relativa de la industria de EEUU en comparación con el grado de desarrollo de las fuerzas productivas en Asia.
Y, con todo, EEUU no puede llevar a cabo esta política de contención contra la AVALANCHA de mercancías que llega del VOLCÁN DE LA PRODUCCIÓN, sin caer en múltiples contradicciones internas, sin perjudicar enormemente a sus propias empresas, en un mundo capitalista completamente interdependiente en el que el “MERCADO MUNDIAL” del que hablaba el Manifiesto del Partido Comunista se ha desarrollado hasta llegar a ser inapelablemente mundial.
Las visitas de representantes políticos de la burguesía estadounidense a China se van sucediendo: el Secretario de Estado (Blinken) en junio, la Secretaria del Tesoro (Yellen) en julio, el ex-Secretario de Estado (Kerry) también en julio, la Secretaria de Comercio (Raimondo) en agosto… Precisamente para preparar esta última visita, EEUU levantó las sanciones a 27 empresas chinas.
También H. Kissinger (enviado en los setenta para lograr acuerdos entre EEUU y China) ha sido recibido por el presidente chino, como representante de facto del sector de la burguesía estadounidense que no quiere enfrentarse a China en una guerra en las que tienen todos los números de ser el bando perdedor.
La respuesta del imperialismo chino
La principal respuesta del imperialismo chino ha sido seguir ganando terreno sobre la base de los bajos costes de sus mercancías y tratar de desarrollar las tecnologías cuyo acceso veía limitado.
Pero cada vez más está empezando a amagar con responder con el bloqueo a la venta de determinados productos o al acceso a determinadas materias primas. Ya hemos visto el veto a determinados chips de Micron, anteriormente había sancionado algunas compañías de armamento estadounidenses y más recientemente: “China anunció que a partir del 1 de agosto no se podrá exportar ni metal de galio o germanio –materiales que son fundamentales para la fabricación de semiconductores– ni más de una docena de sus derivados sin permiso específico de las autoridades para ‘proteger la seguridad nacional’.” (Expansión, 10-07-2023).
Las contradicciones de la UE respecto a China
El imperialismo de la UE hace ya un tiempo que ha tomado acta de que no puede desarrollarse al lado del imperialismo chino sin chocar con éste, y de “socio estratégico” en 2019 fue calificado en 2021como “rival sistémico”.
La UE intenta competir con China en Latinoamérica: “el programa europeo Global Gateway, centrado en la digitalización y la energía, destinará hasta 2027 más de 45.000 millones de euros en inversiones en América Latina y el Caribe (…) un compendio de más de 130 proyectos.” (Expansión, 18-07-2023).
Pero la UE no es un bloque granítico y sus distintos miembros tienen distintos grados de relación o dependencia con China. Tampoco ven claro las burguesías europeas que abrazarse a EEUU les lleve a ningún sitio.
Poco después de la visita a China (ver “El Comunista” nº70, pág. 23), el presidente francés declaraba: "La trampa para Europa sería verse atrapada en los desajustes del mundo y en crisis que no son las nuestras (…) Si hay una aceleración de la inflamación del duopolio, no tendremos ni el tiempo ni los medios para financiar nuestra autonomía estratégica y nos convertiremos en vasallos, cuando podemos ser un tercer polo si tenemos algunos años para construirlo (…) No queremos entrar en una lógica de bloque a bloque." (El País, 12-04-2023).
Por su lado, la burguesía alemana está en la siguiente situación: “China es ya el primer socio comercial de Alemania. (…) BMW abrió una extensión de su fábrica en Shenyang, al noreste del país, a principios de año; Audi está construyendo una planta de vehículos eléctricos en China; la química BASF inauguró en septiembre la primera fase de su nueva fábrica en aquel país.” (La Vanguardia, 25-10-2022).
“El responsable ejecutivo de Mercedes-Benz (…) declaró hace un mes al diario alemán Bild am Sonntag que cortar lazos con China ‘sería impensable para casi toda la industria alemana’. Y que ‘los principales actores de la economía mundial (Europa, Estados Unidos y China) están tan estrechamente entrelazados que no tiene sentido retirarse de China” (La Vanguardia, 14-05-2023).
La cuestión es que la balanza comercial entre China y la UE está cada vez más desequilibrada: “En 2022 las exportaciones de bienes de la UE a China apenas variaron, situándose en 230.000 millones de euros, mientras que las importaciones aumentaron a 626.000 millones de euros, más del 20% del total del bloque.” (Expansión, 08-08-2023).