Índice "El Comunista" nº72

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CONFLICTOS INTERIMPERIALISTAS EN LA ENCRUCIJADA ACTUAL DEL CAPITALISMO MUNDIAL

 

 

Marco general

Recordemos sintéticamente una vez más el marco en el que se mueve actualmente el sistema capitalista. El periodo posterior a la segunda guerra mundial vio la culminación de las revoluciones burguesas en Asia y África y la extensión del capitalismo a todo el mundo. Esta extensión a nivel mundial del capitalismo se ha hecho, en el terreno económico, sobre la base de la fase superior del capitalismo descrita por Lenin como el imperialismo y, paralelamente, en el terreno de la dominación de clase de la burguesía se ha desarrollado sobre las bases del fascismo: intervención estatal en la economía, intento de planificación y control mundial centralizado, integración de la red sindical dentro del Estado burgués para el control y asfixia de cualquier intento de lucha obrera, al mismo tiempo que se mantiene de modo general el estupefaciente democrático-parlamentario.

Al periodo en que las potencias imperialistas existentes luchaban para evitar la irrupción revolucionaria del capitalismo en sus áreas de influencia colonial, que culminó con la derrota de EEUU en Vietnam en 1975, le siguió la lucha para frenar o ralentizar el desarrollo e interconexión de estas nuevas áreas del mundo capitalista.

Es un fenómeno derivado de la caída tendencial de la tasa de ganancia el que los capitalismos más jóvenes acumulen a un ritmo más rápido que los más antiguos y, por este motivo, el fin del ciclo de reconstrucción postbélica empujó a los capitales de los imperialismos occidentales – más viejos – hacia Asia, donde encontraban una tasa de ganancia mayor. Con esto, los imperialismos occidentales mantuvieron a flote la tasa de ganancia mientras, dialécticamente, desarrollaban y fortalecían a su futuro concurrente. El desarrollo del proceso de acumulación capitalista desde entonces ha conllevado el desplazamiento del centro de gravedad del capitalismo hacia Asia.

Este desarrollo ha llevado a la ruptura del reparto del mundo posterior a la 2ª guerra mundial, dado que los pesos económicos relativos de las potencias en liza no se corresponden ya más a los de entonces. Esta ruptura del reparto del mundo se caracteriza también por el hecho de que EEUU ha ido perdiendo gradualmente su capacidad de jugar el papel de matón mundial, sangrienta y criminalmente acreditado al final de la 2ª guerra mundial con las bombas en Hiroshima y Nagasaki.  

A la extensión del capitalismo a nivel mundial, al fin del ciclo de reconstrucción posbélica y al desguace del capitalismo del bloque del este, le ha seguido la profundización de la crisis de sobreproducción relativa de capitales que se manifiesta sobre todo desde 2008 en el volcán de la producción cuyo epicentro está en Asia y que inunda con mercancías el mercado mundial, apabullando a sus competidores, así como en una plétora mundial permanente de capital ocioso.

 

Reanudación epiléptica de la circulación

Es en este contexto que se produjeron y prolongaron en el tiempo los bloqueos y detenciones de la producción y circulación capitalista en 2020-2021 así como la posterior reanudación epiléptica de la producción y de la circulación capitalista mundial. Este electroshock administrado al capitalismo por el mismo sistema permitió a las economías de los imperialismos occidentales salir temporalmente del pantano de la deflación en el que se hundían desde hacía años.

Los efectos espasmódicos de este electroshock alcanzaron su punto álgido en 2022 y han ido remitiendo paulatinamente, pero igual que su manifestación ascendente fue transmitiéndose paulatinamente desde la base de la producción hasta la superficie monetaria también su proceso descendiente se ha manifestado primero en la base y sólo un tiempo después se ha ido manifestando en la parte más superficial.

Así, los precios del transporte o de determinadas materias primas (metales) o productos semielaborados (semiconductores) fueron los primeros indicadores del sismógrafo que empezaron a registrar el movimiento ascendente que se fue trasladando a otras industrias y a los servicios con un cierto desfase y, sólo más tarde, a la superficie monetaria. El precio de la energía, mantenido alto durante un periodo largo a través de la subproducción de los países de la OPEP+ durante la reanudación de la producción y circulación mundiales, ha sido otra componente importante. Del mismo modo, cuando una cantidad importante de agujas del sismógrafo estaban ya remitiendo, las agujas más superficiales empezaron a subir, como es el caso de los tipos de interés. En este periodo, ni los tipos de interés bajos generaron la inflación, ni la subida de los tipos ha tenido un papel determinante en la disminución de la inflación. En ambos casos, la evolución de los tipos de interés seguía a la zaga procesos que se desarrollan en el proceso de reproducción del capital a nivel mundial, procesos que generaron una reacción inflacionaria que luego se ha ido desinflamando.

Es importante observar que, en algunas de estas agujas del sismógrafo económico, se sobreponen tanto fenómenos directos como fenómenos reflejos. Los precios del transporte son un buen ejemplo. Por ejemplo, en el alza de los precios del transporte a finales de 2020 y durante 2021 se manifestaba un doble fenómeno, en el cual el fenómeno reflejo era el más significativo de los dos. La significación de este aumento de precios del transporte no radicaba principalmente en la transmisión del encarecimiento del precio del transporte al precio de la mercancía, aunque esto efectivamente suceda dentro de determinados límites. La evolución del precio del transporte reflejaba otro fenómeno autónomo que era la demanda de la propia mercancía transportada que se proyectaba en la propia demanda del transporte. Así, pudimos observar en “El Comunista” nº68 (abril 2022, pág. 10) que el precio del transporte no era simétrico y que EEUU se había convertido de facto en un exportador de contenedores vacíos. Desde el punto de vista de la inflación, más allá del aumento de precio final que implica el encarecimiento del transporte, la componente más importante en la resultante final era la de la demanda de las propias mercancías. Demanda que era a su vez fruto del sobreencargo motivado por la reanudación epiléptica de producción y de la circulación acentuada, en este contexto, por el aumento del gasto público y de las ayudas directas a empresas y familias. Veremos que este fue el caso en la inflación del transporte sobre todo en el año 2021 pero no en el año 2024.

Con los almacenes abarrotados por el sobreencargo realizado, empezó a remitir la demanda y con ello empezó a desinflamarse la circulación (“El Comunista”, nº70, abril 2023, pág. 16 y 17), trasladándose la desinflamación gradualmente y con el correspondiente retraso a los otros indicadores. De momento, la Fed y el BCE han puesto en pausa sus subidas de tipos de interés y empiezan a hablar de bajadas. La tendencia está ahí: “Los últimos datos recogidos por Bank of America reflejan nada menos que 30 rebajas de los tipos de interés a escala global en los últimos tres meses, el máximo desde 2020.” (Expansión, 21-11-2023).

 

Superproducción de capitales y endeudamiento

La paralización y los espasmos administrados al sistema no han tenido la profundidad suficiente para la destrucción masiva de fuerzas productivas que requiere el capitalismo para salir de un modo duradero del pantano en el que le hunde la sobreproducción relativa. En paralelo, la deuda global no para de crecer en relación con el PIB mundial.

Este es el volumen de capitales aparcados en fondos monetarios: “Desde el inicio de 2023, y hasta mediados de diciembre, el capital depositado en ese tipo de fondos ha saltado de 7,1 billones de dólares a 8,4 billones de dólares (unos 7,6 billones de euros), atraídos sobre todo en Estados Unidos. (…) De los 8,4 billones de dólares en estos vehículos, 7 billones se encuentran en Estados Unidos, 1 billón en Europa y el resto en otras zonas del mundo.” (Expansión, 21-12-2023).

En esta situación, el endeudamiento de los imperialismos occidentales no para de crecer: “el Tesoro estadounidense emitirá este año unos 4 billones de dólares (3,6 billones de euros) en bonos con vencimientos de entre dos y 30 años, frente a los 3 billones del año pasado y los 2,3 billones de 2018 (…) diez de los mayores países de la eurozona emitirán alrededor de 1,2 billones de euros de deuda este año, aproximadamente el mismo nivel que el año pasado” (Financial Times, 08-01-2024).

Hay que tener en cuenta que la base de este endeudamiento es el papel de divisa, de moneda de atesoramiento, que ha tenido el dólar y, en menor medida, el euro. Pero como hemos visto en varias ocasiones en las páginas de “El Comunista", este papel no será eterno: “el 70% de los bancos centrales ha manifestado preocupación por el deterioro de la liquidez en los mercados de deuda pública estadounidense (…) la oferta de bonos no deja de crecer. Según las previsiones de la Oficina Presupuestaria del Congreso estadounidense, la deuda pública podría casi duplicarse en la próxima década, pasando de 24,3 billones de dólares a finales de 2022 a 46,4 billones a finales de 2033, lo que podría acentuar el desequilibrio del mercado.”  (Expansión, 16-02-2024).

 

El desarrollo del imperialismo estadounidense

Si EEUU pudo imponerle al mundo capitalista sus condiciones después de la 2ª matanza mundial, habiendo desplazado desde hacía años a Inglaterra en la hegemonía de la producción industrial, con el fin del ciclo de reconstrucción postbélica y la culminación de las revoluciones democrático-burguesas, su hegemonía empezó a resquebrajarse gradualmente. Estas grietas iniciales (desde su primer déficit comercial, en 1971) se manifestaron ya en la ruptura de los acuerdos de Bretton Woods, pero han ido teniendo un efecto cada vez más profundo con el desplazamiento del centro de gravedad del capitalismo hacia Asia. En los ’90, EEUU no pudo impedir la reunificación del capitalismo alemán, pero todavía pudo imponer la contingentación al otro vencido de la guerra mundial, Japón, obligándole a devolver las primeras posiciones industriales y financieras que le había arrebatado. EEUU consiguió este resultado volviendo a demostrar su capacidad de matón mundial en la denominada primera guerra del golfo.

A partir de 2001, el intento posterior de repetir la misma jugada terminó, dos décadas después, con la retirada de EEUU de Afganistán e Irak, cuyas causas y consecuencias analizamos en “El Comunista” nº67 (noviembre 2021, pág. 5). La diferencia entre los dos momentos históricos se encuentra en el grado de desarrollo e interconexión de las fuerzas productivas en el mundo y en particular en Asia, incluyendo Oriente Medio. Este desarrollo, en torno al volcán de la producción cuyo epicentro ha sido China, ha ido imponiendo el repliegue de EEUU.

Las contradicciones económicas son las que DETERMINAN la actuación de los distintos actores y su reflejo se proyecta en las voluntades y explicaciones de que se dota cada corriente empujada a la acción por el torbellino de intereses contradictorios y bajo la presión compresiva del repliegue forzado por el desarrollo del curso del capitalismo mundial. Recordemos que “(…) hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción.” (Prefacio a la Contribución de la Crítica de la Economía Política, K. Marx, 1859)

Es pues el repliegue impuesto por el desarrollo de las fuerzas productivas el que se reflejó en la fantasía de un repliegue amurallado de una serie de corrientes de la burguesía, de la pequeña burguesía y de la aristocracia obrera estadounidenses (ver “El Comunista” nº64, agosto 2020, pág. 19), después del cual “América” volvería a “ser grande”. El aislamiento progresivo ejecutado por esta corriente generó como reacción que la fracción más expansionista y militarista de la burguesía estadounidense recuperara el control del aparato del Estado a través de un reemplazo de títeres, no exento de convulsiones.  En enero de 2021, hicimos la siguiente valoración:

“El grueso de la gran burguesía estadounidense ha visto con espanto los efectos del abandono de la que había sido su política de Estado y se ve empujada a tratar de volver a girar el volante hacia la otra dirección. Lo que no puede ver la burguesía estadounidense es que los efectos que ve con espanto no son sólo o no tanto el fruto de la política de repliegue amurallado. Son sobre todo el resultado del desplazamiento de la producción hacia Asia, de la caída tendencial de la cuota de ganancia en general y más acentuadamente en los países de capitalismo más antiguo, de la imposibilidad material de seguir imponiendo al resto de burguesías del mundo sus condiciones parasitarias. No es más ilusoria la formulación fantástica del “America first” de lo que era el “Yes we can”, el desarrollo del capitalismo no permite ni la una ni la otra.

Por esto, otra cosa será lo que las leyes de la economía le permitan o impongan hacer al capitalismo estadounidense. Esto será lo que determine si éste puede efectivamente volver a su política anterior y recuperar parcialmente las posiciones de influencia abandonadas, si se verá obligado a seguir la dinámica de repliegue actual o si puede llegar incluso a una situación de colapso e implosión interna.” (“El Comunista”, enero 2021, nº65, pág. 18).

El balance hasta la fecha del plan de acción intentado por la corriente expansionista puede resumirse así. Por un lado, ha tenido que mantener una parte de la línea de la corriente aislacionista anterior, por ejemplo, en cuanto a los aranceles y las sanciones contra el capitalismo chino o a la retirada de Afganistán. Por otro lado, el esfuerzo por intentar recuperar posiciones a nivel internacional, tuvo un cierto éxito inicial, jugando con astucia con el envalentonamiento del imperialismo ruso para que cayera en la trampa de Ucrania, consiguiendo romper las tendencias a la integración UE-Rusia, saboteando el Nord Stream 2, logrando hacer estallar la guerra en Europa, resucitando la OTAN y lanzando un ataque financiero circuncéntrico contra el imperialismo ruso basado en el papel (todavía) predominante del dólar como medio de pago y de atesoramiento.

En las páginas de “El Comunista”, hemos ido exponiendo los límites y vicisitudes de este intento de la fracción más expansionista y guerrera, límites impuestos por los mismos condicionantes materiales que se reflejan en la corriente partidaria del repliegue amurallado y aislacionista de EEUU.

El bloqueo interno que sufre EEUU en el plano del circo parlamentario es una manifestación de las dificultades materiales que restringen la acción del imperialismo estadounidense en el exterior y que le imponen, en su interior, una serie de procesos en los que se pone de evidencia la merma importante de su capacidad para actuar en el exterior. Los LÍMITES externos impuestos por las condiciones materiales se traducen en la fractura interna incluso dentro de cada fracción partidista (demócrata y republicana), en el bloqueo para la aprobación del techo de deuda para el presupuesto para el funcionamiento mismo del propio Estado, en la devaluación de su rating por parte de sus propias agencias de calificación crediticia, en el bloqueo del funcionamiento de la cámara de representantes y, muy significativamente, en el bloqueo interno de las ayudas militares para Ucrania o Israel.

El desarrollo de las fuerzas productivas en el resto del mundo capitalista impone a EEUU no sólo no poder mantener su ejército desplegado por el mundo recibiendo hostias por todos los lados, sino incluso un BLOQUEO INCAPACITANTE para mantener un apoyo estable y sostenido para que otros hagan la guerra en su nombre. Respecto a la OTAN, si bien ha sido resucitada formalmente a bombo y platillo, la realidad inmediata de esta organización imperialista es que en la práctica es inoperante, incapaz no ya de imponerse sino ni siquiera de actuar, cuyo segundo ejército corresponde a una potencia (Turquía) que actúa por su cuenta a nivel internacional, muchas veces incluso alineada con Rusia. La sombra de la fracción aislacionista de la burguesía estadounidense se manifiesta en las declaraciones de su histriónico representante diciendo que “animaría a Rusia a hacer lo que demonios quiera con los aliados de la OTAN que no cumplan con su compromiso de gasto de un 2% de su PIB en defensa”. (La Vanguardia, 18-02-2024).

EEUU pasó de ser una colonia agraria británica a desplazar a Reino Unido en el dominio de la producción industrial del mundo, a imponer sus condiciones financieras a sus competidores y a imponerse al mundo por la fuerza de sus armas. De ahí ha pasado a ser el mayor moroso mundial, a no poder mantener su ejército desplegado en acción ni poder sostener el esfuerzo militar de otras burguesías, a refugiarse en la renta de la tierra obtenida pasando a ser el mayor productor de petróleo a nivel mundial. Esto no significa que EEUU haya desaparecido como potencia capitalista mundial ni que haya pasado a ser simplemente negligible, pero sería completamente ilusorio seguirlo viendo como en los años 90 o 70 o 50 del S.XX, sin percatarse de la amplia y profunda modificación que ha ido sufriendo su posición a lo largo de estas décadas.

 

El desarrollo del imperialismo europeo

Uno de los resultados de la 2ª guerra mundial fue el desguace definitivo de los imperialismos coloniales inglés y francés en los años sucesivos a su finalización. En paralelo el capitalismo alemán fue enucleando al imperialismo europeo, en torno a la creación de la CECA, la CEE y la CEEA, prosiguiendo su integración paulatina pese a la reiterada oposición de EEUU.

Con la caída del bloque del Este (que para los marxistas tiene el valor de la “GRAN CONFESIÓN” del carácter capitalista de Rusia y de su área periférica) la burguesía alemana pudo imponer: su reunificación estatal, la recuperación de su salida al mar mediterráneo a través del desguace de Yugoslavia y la creación tanto de la Unión Europea como del euro con funciones de medio de pago y divisa de atesoramiento.

El capitalismo alemán, vencido militarmente en la 2ª matanza mundial, troceado y ocupado militarmente a continuación, fue superando obstáculos en un proceso ascendente de varias décadas en el que recuperó y amplió su área de influencia. El imperialismo europeo ha podido mantener durante un periodo largo una posición de equidistancia y de no colisión entre EEUU y el desarrollo de las fuerzas productivas en Asia. No obstante el predominio inicial alemán en la producción de maquinaria, el imperialismo europeo no ha conseguido nunca superar su atraso en determinadas tecnologías ni tampoco en el plano militar. La incorporación de nuevos miembros ha introducido ulteriores contradicciones (Reino Unido – hoy fuera de la UE –, Hungría y Polonia) y puntos de apoyo aprovechados por otros capitalismos.

Con un cierto retraso de fase (ver “El Comunista”, nº65, enero 2021, pág. 26), el imperialismo europeo tomó conciencia de que el imperialismo chino no sólo se había extendido por el mundo con su red comercial y de inversión en infraestructuras, sino que estaba instalándose con fuerza en su propio patio trasero (Ucrania, Bulgaria, Bielorrusia, Hungría, Eslovaquia, Balcanes). Esto empujó a regañadientes al imperialismo europeo a intentar la actuación conjunta con su aliado/rival EEUU y a jugar más fuerte, por ejemplo, en Bielorrusia (ver “El Comunista”, nº66, julio 2021, pág. 24).

Por otro lado, la UE ha sido desplazada por China como segundo socio comercial de América Latina (ver “El Comunista”, nº68, abril 2022, pág. 29), mientras el desarrollo de las fuerzas productivas en África junto con la penetración capitalista china, rusa, india, emiratí y turca, han conllevado el colapso de las posiciones del imperialismo europeo en el Sahel y su expulsión secuencial de la zona (“El Comunista”, nº68, abril 2022, pág. 21).

 

El desarrollo del imperialismo británico

El imperialismo británico, que en 1870 representaba el 31,8% de la producción industrial mundial, fue siendo desplazado representando el 14,7% en 1910, el 9% en 1956 y el 1,8% en 2023. Este declive paulatino, pero ya añejo se reflejó en el último tramo temporal en la creencia de una serie de sectores de la burguesía británica (creencia análoga a la de algunos sectores de la burguesía estadounidense) de que el aislamiento resolvería todos sus problemas. La cruda realidad es que, en el capitalismo maduro, la división internacional del trabajo y el mercado mundial no dejan lugar a tal aislamiento.

Tres años después del Brexit, “casi el 30% de toda la alimentación que importa el país procede de la UE” (Expansión, 01-02-2024) y más de la mitad de su comercio sigue siendo con la UE, sólo que en peores condiciones:

Dos manifestaciones sintomáticas del declive mencionado son: 1) en el plano militar: la reducción en una década del número de soldados del ejército de tierra de 120.000 a 70.000, la reducción del 7,09% al 2,22% del PIB del presupuesto de defensa y los dos portaviones aparcados “en el puerto de Portsmouth por falta de marineros y piezas de recambio” (La Vanguardia, 29-01-2024), 2) en el plano industrial: después de los cierres previstos de los últimos cuatro altos hornos, “será el único miembro del G-20 sin capacidad para producir el acero virgen de primera calidad que necesitan la industria ferroviaria, automovilística, de construcción, de defensa, las turbinas eólicas… Lo que sí fabrica Gran Bretaña es chatarra, hasta 11 millones de toneladas anuales, de las cuales exporta el 80% a países como Turquía, Bangladesh y Pakistán, que la convierten en acero de baja calidad que luego revenden a Londres.” (La Vanguardia, 29-01-2024). El final de ciclo del otrora Imperio Británico es el de ser exportador de chatarra y comprador de acero de baja calidad.

 

La guerra imperialista en Ucrania

El estallido de la guerra en Ucrania es uno de los principales logros de la política exterior del imperialismo estadounidense, que no cosecha demasiados en las últimas décadas (ver “El Comunista”, nº68, abril 2022, pág. 22). Como hemos recordado más arriba, la guerra ha roto la tendencia a la integración Rusia-UE, ha permitido la voladura encubierta del Nord Stream 2, ha multiplicado la venta de GNL estadounidense a Europa, ha llevado a la resucitación por lo menos formal de la OTAN y a la imposición de un periodo de tensiones internas y desgaste tanto a Rusia como a la UE. Accesoriamente EEUU actúa también contra el desarrollo de la penetración del capital chino. No obstante, este logro inicial no garantiza ni mucho menos que el resultado final favorezca al imperialismo estadounidense.

EEUU consiguió efectivamente atraer a Rusia a la trampa metódicamente preparada en Ucrania, pero, después de dos años, la guerra está en esencia estancada siendo precisamente el lado ucraniano el que muestra mayores señales de desgaste. Los imperialismos occidentales no consiguen proporcionar ayuda suficiente a la burguesía ucraniana para retomar el territorio y, de hecho, tienen dificultades incluso para mantenerlo. Con el sostén del imperialismo occidental a medio gas, la desproporción va en aumento: “la artillería ucrania estaría utilizando 2.000 proyectiles al día, mientras que la rusa cuenta con 6.000 diarios” (El País, 02-02-2024). La burguesía europea “no ha logrado enviar el millón en rondas de artillería comprometido el año pasado” además el programa “acumula una deuda de 7.160 millones en reembolsos.” (El País, 22-01-2024).

En ambos lados del frente, las bajas exigen la movilización de nuevos proletarios para mandarlos a matar y a morir en el frente. En Rusia, además del reclutador militar tiroteado en septiembre de 2022, se han registrado centenares de ataques con cócteles molotov contra oficinas de reclutamiento. Las manifestaciones por parte de familiares de soldados reservistas llamados al frente han evolucionado: “al principio se quejaban de que iban mal equipados. Ahora exigen el fin de la movilización indefinida y que vuelvan a casa.” (La Vanguardia, 04-02-2023). En el lado ucraniano, el ejército que ya cuenta con 880.000 empleados busca movilizar a 450.000 soldados adicionales, lo que la burguesía ucraniana “cuantificó en 13.500 millones de dólares” (La Vanguardia, 20-12-2023). Se ha acordado “la destitución de todos los jefes de los centros regionales de reclutamiento militar de Ucrania, en la última campaña para erradicar la corrupción, tras ser acusados de aceptar sobornos” (The Guardian, 11-08-2023). También se han registrado ataques contra oficinas de reclutamiento y una presión creciente para el reclutamiento forzado. Se está tramitando en el Parlamento ucraniano una ley que “rebajaría la edad del servicio militar de 27 a 25 años, un ajuste con respecto a la sorprendente media de edad de las tropas de primera línea, que ahora es de 43 años” y por la que “todo ucraniano en edad de reclutamiento (de 18 a 60 años) estaría obligado por ley a crear una cuenta electrónica como recluta potencial (…). En caso contrario, se impondrían sanciones. Estas sanciones incluirían la prohibición de utilizar los servicios consulares en el extranjero y el bloqueo de las cuentas bancarias de los reclutas.” (CEPA, 14-02-2024).

Las declaraciones del alto mando del ejército ucraniano de que la guerra estaba estancada y las discrepancias en torno a la movilización de más soldados, han terminado con la destitución del comandante en jefe de las fuerzas armadas y su sustitución por otro elemento, cuya primera decisión ha tenido que ser la rendición de la ciudad de Avdiivka, cerca de Donetsk.

Tanto EEUU, como Alemania, como Polonia han realizado declaraciones públicas en el sentido de que no es viable recuperar el territorio ucraniano actualmente ocupado por Rusia.

Finalmente, aunque Rusia no ha conseguido bloquear la salida por mar del cereal ucraniano, se ha beneficiado ampliamente en este aspecto de la situación tanto por la exportación de su cereal como por la apropiación del cereal del territorio ocupado: “En las regiones de Ucrania ocupadas por Rusia se cosecharon este año unos 6,4 millones de toneladas de trigo – similar a la producción total de Bulgaria – y casi 1,5 millones de toneladas de semillas de girasol, según revela una investigación realizada con imágenes de satélite.” (Bloomberg, 21-12-2023).

 

El desarrollo del imperialismo chino

Un par de décadas después de la revolución democrática burguesa cuya bandera fue el maoísmo, China inició tratos con EEUU (mientras los aviones estadounidenses bombardeaban Indochina) y se incorporó a la ONU en 1971.

La derrota de EEUU en Vietnam en 1975 acabó con el último obstáculo para el desarrollo capitalista industrial de Asia. Pero de importancia nada desdeñable fue también la derrota de China ante Vietnam, cuatro años después, en 1979. Esta derrota del imperialismo chino ante Vietnam impuso un cambio de rumbo para dejar atrás la baja productividad provocada por los denominados “gran salto adelante” y “revolución cultural”. En 1980, se empiezan a crear las primeras Zonas Económicas Especiales, que serán la punta de lanza de la industrialización china. Ésta despegará cabalgando sobre las espaldas de un proletariado chino forzado a la inmigración ilegal interna, privado de derechos gracias al sistema maoísta del hukou.

Este desarrollo industrial interno presionaba al capitalismo chino a dotarse de los medios para inundar el mundo de mercancías escupidas por el volcán de la producción. En 2001, China entró en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y en 2011 se realizó la primera conferencia de los BRICS.

En 2013, China lanzó la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda a lo que le siguió la creación del instrumento de financiación, el Nuevo Banco de Desarrollo. El resultado, una década después:

“El gasto total de la Nueva Ruta de la Seda (NRS) ya ha superado el billón de dólares, una enorme suma que China planea recuperar a través de diversos planes de amortización de la deuda. En la actualidad, los préstamos de la NRS han convertido a China en el mayor cobrador de deudas del mundo.

Y aunque los niveles de inversión han fluctuado a lo largo de los años y algunos países han puesto fin a su participación en la NRS, la financiación ha aumentado en los últimos meses. En el primer semestre de 2023, se firmaron más de 100 acuerdos de la NRS, por un valor total de 43.000 millones de dólares, lo que supone un aumento aproximado del 20% respecto al primer semestre de 2022.” (World Economic Forum, 20-11-2023).

Todo esto se ha traducido en un claro incremento y creciente predominio del número de empresas y bancos chinos en los primeros puestos del imperialismo mundial:

 

“China es el segundo país con mayor número de bancos en la clasificación de este año, con 140, por detrás de Estados Unidos, con 196. Sin embargo, los cinco megabancos chinos – Industrial and Commercial Bank of China (ICBC), China Construction Bank, Agricultural Bank of China, Bank of China and Bank of Communications – dominan la clasificación y constituyen la mitad de los diez mayores prestamistas.” (The Banker, 05-07-2023). Para una evolución comparativa de los primeros bancos del mundo, ver “El Comunista” nº67, noviembre de 2021, pág. 6.

Hay que notar que EEUU ha recuperado algunas posiciones en los rankings. Tenía 122 empresas en el Fortune 500 de 2021 y ha pasado a 136. En cuanto a los bancos, ha incorporado 11 nuevos bancos en el top 1000 por activos. Ambas cosas se explican principalmente por la revalorización que ha tenido el dólar en base a la elevación de tipos de interés de la Fed.

Los intentos más recientes de EEUU de frenar el desarrollo del capitalismo chino a base de aranceles y sanciones, lo único que han conseguido es que la propia industria estadounidense pague más caros los productos que necesita y que el capitalismo chino se empiece a dotar de medios alternativos de producción para eludir las sanciones o reemplazar los productos cuya compra le está vetada. Por ejemplo: “Entre julio y noviembre, las importaciones chinas de máquinas litográficas se multiplicaron por más de cinco hasta alcanzar los 3.700 millones de dólares, según datos de las aduanas chinas. China representó casi la mitad de las ventas de ASML en el tercer trimestre, frente al 24% del trimestre anterior y el 8% de los tres últimos meses de marzo, ya que las empresas se apresuraron a importar sus máquinas antes de que entraran en vigor los controles de exportación.” (Bloomberg, 01-01-2024)

Por otro lado, el desarrollo de la ROBOTIZACIÓN industrial a nivel mundial lleva un ritmo más acelerado en China que en el resto de países capitalistas competidores: si en 2010 China tenía el 3,2% de los robots industriales del mundo, en 2020 había alcanzado ya el 31%. Otro ejemplo sangrante es el 5G: mientras que China cuenta con el 55% de los 1.000 millones de líneas actuales, sus competidores europeos cuentan tan sólo con el 9%. Pero más allá del 5G a nivel de usuario individual, donde esta tecnología supone una ventaja apabullante es en su aplicación industrial (visión artificial, inteligencia artificial, control remoto en tiempo real a larguísima distancia, etc.): “según datos del Ministerio de Industria y Tecnología Informática, China ha construido la mayor red 5G del mundo, con 3,2 millones de estaciones base registradas a finales de octubre. El sector del internet industrial de China se valora ya en más de 1,2 billones de yuanes (155.000 millones de euros) y cuenta con más de 89 millones de dispositivos conectados.” (El País, 21-12-2023).

Sin perjuicio de todo lo anterior, en el país del FALSO socialismo chino, rigen las leyes de la economía mercantil capitalista. Por lo tanto, toda esta capacidad productiva tiene un destino del que no puede escapar: la SUPERPRODUCCIÓN relativa de mercancías y capitales.

Tomemos las declaraciones de una empresa capitalista occidental (Longi Green Energy Technology) cuya producción se realiza principalmente en China y que implora a los imperialismos occidentales que no “rompan con China”. El motivo es el siguiente: “China domina la fabricación de equipos de energía solar y representa más del 80% de la producción mundial (…) El año pasado, los costes de producción solar en China cayeron más de un 40%, a alrededor de 15 centavos por vatio, en comparación con 30 centavos en Europa y 40 centavos en Estados Unidos, según Wood Mackenzie. La caída se debió en parte a menores costos de materiales y al exceso de oferta. La actual tasa de utilización de la fábrica de Longi ha caído a entre 70% y 80% en medio del exceso.” (Expansión, 16-02-2024).

La enorme capacidad productiva china genera ya una sobreproducción relativa de mercancías que conlleva la caída de los precios y la infrautilización de la capacidad productiva instalada. Esta sobreproducción empuja al capitalismo chino a inundar el mercado mundial con sus mercancías, cosa que además podrá hacer sobre la base de esos bajos precios. Si los imperialismos occidentales consiguieran levantar el dique arancelario con el que sueñan varias de sus fracciones, la presión superproductiva se multiplicaría en el interior de China, hundiendo los precios. Pero esto sólo acumularía una presión superior que acabaría por desbordar o derrumbar el dique levantado. Tal y como expone el Manifiesto de 1848, dialécticamente invertido: los bajos precios de sus mercancías constituyen la artillería pesada que derrumba todas las murallas de China y hace capitular a los bárbaros más fanáticamente hostiles a los extranjeros. (Manifiesto del Partido Comunista, 1848).

Este escenario de bajos precios se está efectivamente acumulando dentro del capitalismo chino, preludio de su onda expansiva: “Los precios al consumo en China cayeron en enero al ritmo anual más rápido de los últimos 15 años. (…) El índice de precios al consumo del país cayó un 0,8% interanual en enero, según las estadísticas oficiales publicadas ayer. Esto supone el cuarto mes consecutivo de descensos y la mayor contracción desde 2009.” (Financial Times, 08-02-2024). No sólo los precios al consumo sino los precios industriales están en terreno deflacionario.

Esto impone tendencialmente una bajada en los tipos de interés, cuya aplicación la burguesía china va retrasando tanto como puede:

Finalizaremos esta sintética caracterización del capitalismo chino recordando que la sobreproducción se manifiesta en la crisis inmobiliaria en curso, de la cual los dos últimos sucesos relevantes son que “un tribunal de Hong Kong ha ordenado la liquidación de Evergrande” (Expansión, 30-01-2024) y que “Zhongzhi, el conglomerado en el centro de la banca en la sombra de China, cuyo valor asciende a 3 billones de dólares (2,7 billones de euros), se ha declarado en quiebra, asegurando que es ‘gravemente insolvente’.” (Expansión, 06-01-2024).

 

La parábola del petróleo

En 1960, con la creación de la OPEP, se rompió el dominio de las “siete hermanas” del petróleo. Pero sesenta años después, la situación del petróleo y la posición del cartel de la OPEP también han cambiado. Incluso añadiendo oficiosamente a 10 países más al grupo propiamente de la OPEP, “la importancia de la OPEP+ en el mercado global ha ido reduciéndose de forma significativa desde la formación de esta alianza en 2016, hasta el punto de que ahora apenas reúne el 51% de la oferta mundial.” (Expansión, 15-12-2023).

El gráfico anterior corresponde a antes de la salida de Angola, pero permite hacerse una idea de la importancia relativa de los componentes de la OPEP+. La incorporación de Brasil (2,88 mbd) compensará la pérdida de la participación angoleña (1,1 mbd) pero esto no quita la tendencia por la que varios países han abandonado el cartel en los últimos años: Indonesia (2016), Qatar (2019), Ecuador (2020) y Angola (2023).

El problema que causa estas salidas son las tensiones internas provocadas por los recortes necesarios para mantener el precio del petróleo, en medio del proceso de desplazamiento de los combustibles fósiles por otras energías: “De los 23 países que la conforman, solo siete asumen un ajuste de su producción que, además, viene en cierta medida forzado por las circunstancias en el caso ruso. Y, de esta cifra, solo Arabia Saudí asume casi la mitad del ajuste. Además, la próxima incorporación de Brasil en enero del próximo año (con una producción de 2,88 millones de barriles de crudo al día) se realiza con la condición de no verse sometido a este recorte.” (Expansión, 01-12-2023).

De hecho, “el precio del Brent, ajustado a la inflación, no ha variado desde 2005. (…) En términos reales, es un 42% más barato que hace una década.” (Financial Times, 30-01-2024).

En el otro extremo, EEUU se ha convertido en el principal productor de petróleo mundial: “la producción estadounidense de crudo alcanzó en septiembre un nuevo máximo histórico de 13,2 millones de barriles diarios, uno de cada ocho barriles de la producción mundial y más que ningún otro país. (…) La producción de gas natural también ha alcanzado un récord en EEUU, superando los 3.540 millones de metros cúbicos diarios en septiembre.” (Expansión, 11-12-2023). Poco tiempo después, contando los recortes de la OPEP+, “el petróleo made in USA ya representa el 20% de la producción global (…) con 13,3 millones de barriles diarios en diciembre, nunca EEUU había sacado tanto petróleo.” (La Vanguardia, 07-01-2024).

Este despegue de EEUU en 2010 tiene como efecto la relativización de la influencia de los recortes de la OPEP+ (o mejor dicho, de Arabia Saudí): “la AIE prevé una significativa ralentización del aumento de la demanda, que este año será de 1,2 millones de barriles diarios adicionales frente a los 2,3 millones de 2023 (…) La AIE se refirió expresamente a Estados Unidos, Brasil, Guyana y Canadá, que por sí solos elevarán la producción en 1,3 millones de barriles diarios, frente al previsto estancamiento de la OPEP y de sus socios, entre los que sobresale la sancionada Rusia.” (Expansión, 19-01-2024).

Pero ni siquiera Arabia Saudí se puede permitir mantener los precios de venta a su principal mercado: “(…) lo que ha llevado a la petrolera estatal Saudi Aramco a rebajar el precio de venta oficial en febrero de la referencia del crudo árabe ligero para Asia al nivel más bajo desde noviembre de 2021.” (Expansión, 09-01-2024). Y podría tener que reducirlos más ante los progresos autónomos de algunos de sus clientes: “Las autoridades chinas han descubierto un yacimiento de crudo con unos 107 millones de toneladas, equivalente a más de la mitad de su producción anual. (…) En 2023, China produjo unos 208 millones de toneladas de crudo e importó otros 564 millones, por lo que la tasa de dependencia de importaciones supera el 70%.” (Banca y Negocios, 31-02-2024).

Como explicamos en “Fuentes de energía y capitalismo” publicado en “El Comunista” nº69 (septiembre 2022, pág. 12), la existencia del régimen mercantil capitalista impone que el desplazamiento de los combustibles fósiles se produzca a través de una intensa guerra comercial y, efectivamente, se está desarrollando una auténtica batalla comercial a varias bandas: por un lado, entre los países productores de las viejas fuentes de energía y sus actuales consumidores y, por otro lado, entre los países que buscan dotarse de las nuevas fuentes de energía y compiten entre sí.

Una parte de esta lucha se libra contra el petróleo ruso. Si hemos visto que la OPEP+ tiene problemas para hacer efectivos sus recortes, tampoco el imperialismo occidental consigue imponerse a las leyes del mercado: “en octubre, el 99% de las exportaciones por mar de crudo ruso se vendieron a precios por encima de los 60 dólares el barril. De esos envíos, en el 71% participaron buques y proveedores de servicios de fuera de los países del G7, frente a sólo el 20% en abril de 2022.” (Expansión, 12-12-2023).

 

La tendencia a la integración en Oriente Medio

En el artículo “Las tensiones imperialistas en Oriente Medio estallan en Gaza” (“El Comunista” nº66, julio 2021, pág. 21) analizábamos la “extensión de la influencia china en la región”. Por ejemplo, con Irán, “China acuerda invertir 400.000 millones de dólares (…) en los próximos 25 años a cambio de un suministro continuo de petróleo.” (New York Times, 27-03- 2021), mientras que los intercambios comerciales China-Turquía (segundo ejército de la OTAN) llegaron a los 24.000 millones de dólares en 2020 (Belt and Road News, 26-03-2021).

También vimos que la extensión de la influencia de China incluso sobre los por el momento aliados de EEUU era un hecho que permeaba los acontecimientos en la región desde hacía años.

Entonces planteábamos la valoración de las limitaciones que esta penetración china imponía a la capacidad de EEUU de atar cortos a sus aliados tradicionales: “La cuestión es si la amenaza de EEUU de dejar caer a Israel puede ir vaciándose de contenido en la medida en que China puede apuntalarlo por otro lado, imponiéndole sus condiciones. Algo similar sucede con otro aliado tradicional de EEUU en la región: Arabia Saudí.” (“El Comunista” nº66, julio 2021, pág. 22).

Después de dejar constancia de los acuerdos firmados entre Arabia Saudí y China en 2017 por valor de 65.000 millones de dólares, recordábamos la serie de enfrentamientos en torno al petróleo desde 2014 que habían ido agriando y distanciando las relaciones entre EEUU y Arabia Saudí. Estos enfrentamientos incluyen la denominada “Ley de Justicia contra los Patrocinadores del Terrorismo” aprobada por el Congreso de EEUU para permitir denunciar y juzgar al gobierno saudí por su participación en los atentados del 11-S, vetada “después de que el Gobierno saudí amenazase con vender activos del Tesoro estadounidense” (Cinco Días, 17-05-2016), así como la propuesta de “Ley contra las armas nucleares para Arabia Saudí” (La Vanguardia, 07-08-2020) o la publicación del informe “que implica al príncipe heredero, Mohamed bin Salman, (…), en la truculenta muerte de Kashoggi.” (La Vanguardia, 26-02-2021) y “el fin del apoyo de EEUU a los ataques saudíes en Yemen.” (La Vanguardia, 05-02-2021).

A esto se le suma el acercamiento vacilante de EEUU a Irán en la cuestión del acuerdo nuclear y lo remata el “posicionamiento de China como su primer socio comercial [de Arabia Saudí], con la firma de una treintena de acuerdos el 9 de diciembre” en “una de las pocas visitas fuera de China por parte del presidente chino, que se reunió en Riad con treinta dirigentes del Consejo de Cooperación del Golfo” en donde se discutió “realizar una parte de los pagos del petróleo en yuanes en lugar de dólares y la petición de Arabia Saudí de tener el estatus de observador en la Organización de Cooperación de Shanghái” (El Comunista nº70, abril 2023, pág. 28).

A esto se le suma el acercamiento vacilante de EEUU a Irán en la cuestión del acuerdo nuclear y lo remata el “posicionamiento de China como su primer socio comercial [de Arabia Saudí], con la firma de una treintena de acuerdos el 9 de diciembre” en “una de las pocas visitas fuera de China por parte del presidente chino, que se reunió en Riad con treinta dirigentes del Consejo de Cooperación del Golfo” en donde se discutió “realizar una parte de los pagos del petróleo en yuanes en lugar de dólares y la petición de Arabia Saudí de tener el estatus de observador en la Organización de Cooperación de Shanghái” (El Comunista nº70, abril 2023, pág. 28).

En cuanto a Israel, la inversión china en la construcción del ferrocarril para unir los puertos israelís de Eilat (en el golfo de Aqaba, en el Mar rojo) con el de Haifa (en el mediterráneo, con tecnología punta y gestionado por la empresa estatal china Shanghai International Port Group) viene de 2012. Otros acuerdos iniciados entre ambas partes en aquellas fechas llevaron a China a ser en 2018 el segundo socio comercial de Israel. Esto empujó a un comité del Senado de EEUU a aprobar, en 2019, un proyecto de ley en el que expresamente se mencionaban "serias preocupaciones de seguridad" por la aproximación entre Israel y China, llegando incluso a declarar un Almirante y Vicealmirante retirados de la flota estadounidense que “’Israel podría quedarse fuera de las redes militares, financieras, comerciales y tecnológicas de confianza de Estados Unidos, a menos que actúe con decisión’, para limitar las inversiones chinas en el país.” (Middle East Eye, 17-07-2019).

Acercándonos más a octubre de 2023, la tensión entre el gobierno de EEUU y el de Israel era más que evidente: “una periodista preguntó a Biden si tenía previsto invitarlo [a Netanyahu]. La respuesta fue tan improvisada como cortante: "No, no a corto plazo".” (El País, 02-04-2023). El rechazo en el lado israelí era también evidente: “Gvir, aclaró que su país "no es otra estrella en la bandera estadounidense". Un diputado del partido de Netanyahu “llegó a culpar a la Administración Obama de la muerte de 74 soldados israelíes durante la ofensiva en Gaza de 2014.” (El País, 02-04-2023).

Como dijimos en “El Comunista” nº66:“La alternativa que se le plantea a un sector de la burguesía israelí es la siguiente: cualquier día EEUU puede llegar a dejar caer a Israel o, lo que es prácticamente lo mismo, obligarle a aceptar un estado palestino. Entonces Israel sería engullido sin más como una gota en el océano. La única manera de sobrevivir sería integrarse como una tribu árabe más, integrando previamente a la burguesía árabe-israelí en la administración de los negocios conjuntos.”

En este sentido y bajo la presión de la tendencia a la integración de la zona se movían los denominados “Acuerdos de Abraham”, promovidos por la fracción más aislacionista de la burguesía de EEUU. Y estos acuerdos eran los que iban a ser ampliados inminentemente a través del reconocimiento de Israel por parte de Arabia Saudí, reconocimiento que por las declaraciones realizadas incluía algún tipo de “solución” para la burguesía palestina.

El ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023, la permisividad del Estado israelí para que el ataque se desarrollara de la forma más mortífera posible y el posterior ataque indiscriminado del ejército de Israel contra la población en la franja de Gaza multiplicando por treinta las muertes iniciales, constituyen una reacción contra este proceso de integración para tratar de bloquearlo o descarrilarlo. Hay abundantes evidencias de que Israel fue avisado por Egipto, 

por sus propios voluntarios, y “se ignoraron las advertencias del Cuerpo de Inteligencia de Combate de Israel, que vigila la frontera del país con Gaza” (Expansión, 10-11-2023), pero es en última instancia irrelevante porque la accidentalidad se produce en la intersección de procesos necesarios y la manifestación de esta accidentalidad en las voluntades, decisiones y justific  aciones de los actores está determinada a su vez por la necesidad que se impone a través de sus actos.

 

Los obstáculos de esta integración

Los estados árabes necesitan (y, como consecuencia, quieren) la “normalización” de su relación con Israel para desarrollar sus negocios en la zona, con la expectativa de que se consolide el paso por la zona como ruta comercial, anunciada en el último G-20, y todavía más ante la perspectiva de la pérdida relativa de importancia del petróleo. Con matices según la fracción gobernante pero con continuidad en lo esencial, EEUU ha visto en el hacer de abogado de este proceso una manera de conservar alguna influencia en una zona de la que ha sido desplazado.

¿Quién perdería más con esta “normalización”? Las fracciones de las diversas burguesías que mantienen su influencia y su razón de ser en base a la existencia del conflicto que se “normalizaría”. Esto incluye a la fracción burguesa de Israel representada por los colonos y los partidos que apoyan el actual gobierno, a la fracción de la burguesía vinculada a Hamás y al menos parte de la burguesía iraní que perdería parte de sus puntos de apoyo y peones para influenciar la zona.

Son obstáculos importantes para esta integración la subsistencia de los grupos de colonos judíos armados que quieren repoblar “tierra santa”, también la de la masa improductiva de los ultra-ortodoxos y en general la falta de homogeneidad de los múltiples retazos de los que se compone la “sociedad israelí”, por un lado, y, por el otro, la existencia de organizaciones armadas que tienen un gran negocio en la gestión del campo de concentración de Gaza al que no quieren renunciar.

 

Dialéctica de la situación histórica

La tendencia hacia la integración económica crea un efecto polarizador conforme se acerca a un punto de inflexión, exacerbando las fuerzas que dentro de Israel y Gaza y en la zona tienen intereses opuestos a esta integración, empujándolas a la acción para detenerla o retrasarla. La existencia de estas fuerzas, de por sí, era ya un obstáculo para esta integración para el cual no había una solución clara ni inmediatamente viable, entre otras cosas, por el carácter armado de varias de ellas. Estas fuerzas han colisionado entre ellas teniendo como resultado el freno súbito del proceso de integración. Israel iba a ser reconocido por Arabia Saudí y esto ha sido detenido, por el momento.

Si el conflicto militar se detuviera en seco, la situación interna en Israel y probablemente en Gaza, volvería al desarrollo de las contradicciones que se habían acumulado con gran riesgo de explosión social. Por el contrario, con el mantenimiento de la masacre, se está generando una tensión internacional que podría acabar imponiendo incluso por la fuerza desde el exterior el reconocimiento de un Estado palestino y la metabolización forzada de los distintos sectores que bloquean el proceso.

Así pues, habrá que ver si el fenómeno cuya detonación ha venido determinada por la necesidad de algunos sectores de bloquear el proceso de integración general, cuyo resultado inmediato ha sido la detención de este proceso, acaba siendo el fenómeno que dialécticamente genere las condiciones y fuerzas que acaben sobrepasando e imponiéndose a los obstáculos con que se encontraba el proceso de integración; si de factor contrastante del proceso, aunque producido por el proceso mismo, puede acabar convirtiéndose en su catalizador en contra incluso de la voluntad de sus actores. Este proceso se desarrolla en cualquier caso entre grandes turbulencias, a las que se le suman y se le pueden sumar todavía más turbulencias producto del desarrollo del capitalismo mundial, por lo que el desarrollo de la situación puede acabar concretándose en varios resultados.

 

Las reacciones de los demás Estados de la zona

En las redes sociales saudís próximas al gobierno se pudieron leer en los días inmediatamente posteriores al ataque de Hamás mensajes tan ilustrativos y sintomáticos como: “Esto es un ataque al gran proyecto de Arabia Saudí para Oriente Medio y tenemos que ser solidarios con el Estado de Israel” (Bloomberg, 13-10-2023).

Sin embargo, la primera reacción de Arabia Saudí fue comunicarse con Irán, resultando estas declaraciones: “La agencia estatal de noticias iraní dijo que los dos líderes ‘subrayaron la unidad del mundo islámico’, añadiendo que ‘consideraban los crímenes del régimen sionista y la luz verde de EE.UU. la causa de la inseguridad destructiva.’” (Bloomberg, 12-10-2023). De ello se deduce que quedó suficientemente claro entre ellos que el desarrollo de la situación no era el previsto tampoco por Irán, cuyo principal dirigente afirmaba: “’Quienes dicen que la reciente saga es obra de no palestinos han calculado mal’. Los comentarios fueron la última negación del gobierno iraní de su implicación en la incursión. (…) Funcionarios israelíes han dicho públicamente que no han determinado si Irán, que proporciona financiación a grupos militantes palestinos, incluido Hamás, que controla Gaza, estuvo detrás del ataque. Y la Casa Blanca dijo el lunes que aún no tenía pruebas de que Teherán estuviera directamente implicado en la planificación o ejecución del ataque.” (The New York Times, 15-10-2023).

La posición de las burguesías árabes se ve en sus actos y declaraciones: “Las fuerzas de defensa de Arabia Saudí también interceptaron un misil [dirigido a Israel] en territorio saudí disparado por los hutíes en las últimas semanas.” (Bloomberg, 30-10-2023).“El ministro saudí de Inversiones, Khalid Al-Falih, afirmó que las conversaciones para normalizar los lazos con Israel siguen sobre la mesa, aunque siempre han estado ‘supeditadas a una vía de resolución pacífica de la cuestión palestina’.” (Bloomberg, 07-11-2023). “Emiratos Árabes Unidos defendió su decisión de normalizar los lazos con Israel a través de los Acuerdos de Abraham y subrayó que no se retractará de sus medidas por la guerra de Gaza.” (Haaretz, 04-01-2024).

Para las distintas burguesías árabes, la prolongación de la guerra genera cuestiones de seguridad adicionales al facilitar la captación de nuevos militantes por parte de grupos extremistas islamistas que en realidad sirven a los intereses de estas burguesías pero que en ocasiones actúan fuera de su control.

 

La actuación del imperialismo estadounidense

La primera reacción de EEUU fue enviar buques y aviones de guerra a la zona, hacer declaraciones conjuntas con Israel y prometer todo el apoyo necesario. De estas primeras reacciones a la situación actual ha habido un cambio apreciable.

La primera ronda del secretario de Estado de EEUU por los países árabes fue muy significativa en cuanto a la frialdad de su recibimiento. En Arabia Saudí no lo recibieron hasta el día después y en EUA “no cortaron las calles para su comitiva, que tuvo que pararse en todos los semáforos” (Bloomberg, 17-10-2023). Esto lanzaba un mensaje a EEUU de que si quiere mantener (no digamos recuperar) parte de la influencia que le queda en la región, tenía que tratar de atar corto a quien ha sido históricamente su perro de presa en la zona, el Estado israelí. Los estados árabes, que estaban buscando la “normalización” de la zona para garantizar su negocio han visto claramente que el estallido del conflicto está dirigido a romper este proceso. 


En su segundo viaje, en noviembre, las declaraciones del enviado de EEUU y del presidente de Israel ya fueron por separado. (Bloomberg, 03-11-2023).

En diciembre se paralizó momentáneamente por parte del Gobierno  de EEUU el envío previsto de armas a Israel (Expansión, 15-12-2023), preludio de un bloqueo que se impuso luego en el Senado, con mayoría demócrata aunque el bloqueo proviene de los representantes republicanos. En el Senado fue bloqueado el paquete que incluye tanto la ayuda militar a Ucrania como a Israel, en una manifestación interna muy sintomática del repliegue impuesto a EEUU en el exterior. Cuando en febrero de 2024 se ha aprobado por el Senado la partida presupuestaria de 95.000 millones de dólares que “incluye 60.000 millones de dólares para Ucrania junto con los fondos para Israel, Taiwán y la ayuda humanitaria para Gaza” (Bloomberg, 13-02-2024), la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, la ha mantenido bloqueada.

En diciembre de 2023, EEUU imponía “sanciones a colonos israelís que han atacado a residentes palestinos en Cisjordania” (El País, 06-12-2023) consistentes en prohibirles la entrada a EEUU. En febrero de 2024, EEUU emitía ”una orden ejecutiva sin precedentes destinada a castigar a los colonos israelíes de Cisjordania que han atacado a civiles palestinos. (…) permitirá además a Estados Unidos imponer sanciones a otras personas y dirigentes de cualquier entidad, incluidos funcionarios públicos, que ataquen a civiles palestinos, ya sea mediante la violencia, la intimidación, los daños a la propiedad o el terror.” (Haaretz, 01-02-2024), añadiendo al día siguiente que “No hay planes para sancionar a funcionarios del gobierno israelí, por el momento”.

La respuesta dentro de Israel ha sido la siguiente: “El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, dijo que Biden estaba ‘equivocado sobre los ciudadanos israelíes y los heroicos colonos’. Un jefe del consejo de colonos calificó la orden de ‘complot antisemita’”. (Haaretz, 02-02-2024).

En una gira de principios de enero, el mensaje del secretario de Estado de EEUU (Blinken) fue el siguiente: “Virtualmente, todos los países que he visitado quieren buscar la normalización [de relaciones con Israel]. Algunos ya han dado pasos vitales para ello y otros creo que están interesados. (…) y, finalmente, un Estado palestino.” (El País, 10-01-2024).

A finales de febrero, EEUU “declaró que los asentamientos israelíes en Cisjordania son ‘incompatibles con el derecho internacional’, revirtiendo la llamada 'Doctrina Pompeo', (...) El Secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, declaró que la decisión era un retorno a ‘la política estadounidense de siempre, tanto bajo administraciones republicanas como demócratas’. (...) El cambio/restablecimiento de la política se produce cuando Israel anuncia que planea construir miles de viviendas en los asentamientos de Cisjordania” (Haaretz, 23-02-2024).

 

La actuación del imperialismo europeo

Después de un inmediato apoyo incondicional de la Presidenta de la Comisión Europea, vino la rectificación forzada y las declaraciones desautorizándola por parte de varios Estados y del representante de política exterior de la UE.

Las declaraciones previas de este hipócrita representante del imperialismo europeo habían sido: “Hay elementos de esta respuesta que ciertamente no cumplen con el derecho internacional. Creo que es la tercera vez que lo digo (…) hay un hecho objetivo: que las normas de la guerra dicen que esas cosas no se deben hacer” (El País, 14-10-2023), lo que reiteraba unos meses más tarde, “lamentó que (…) se sigue apoyando a Israel con el envío de armamento (…) Dejen de decir por favor y hagan algo.” (La Vanguardia, 13-02-2024).

Y, en la misma línea que el imperialismo estadounidense, manifestaba al mes siguiente la posición del imperialismo europeo sobre la cuestión: “La propia seguridad de Israel requiere la creación de un Estado palestino en Gaza y Cisjordania, incluyendo el este de Jerusalén. (…) Una cosa está clara: todos mis interlocutores en el mundo árabe han aceptado la existencia de Israel y quieren comprometerse con ella.” (Expansión, 28-11-2023). El mismo representante para la política exterior de la UE declaró también algo que es un secreto a voces: “Sí, Hamás fue financiado por el gobierno de Israel en un intento de debilitar a la Autoridad Palestina, liderada por Al Fatah.” (La Vanguardia, 20-01-2024).

Francia, España y Reino Unido han empezado a poner sanciones a colonos israelís, siguiendo a EEUU y Canadá. En Holanda, “el Tribunal de Apelaciones dio un plazo de siete días al Ejecutivo para que detenga las exportaciones de este material indispensable para el mantenimiento de los cazas [F-35]” (La Vanguardia, 13-02-2024). La UE acordó mantener el apoyo a la Autoridad Palestina y“anunció que asignaba 68 millones de euros (74 millones de dólares) adicionales para apoyar a los palestinos a través de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, y que procedía a un pago de 50 millones de euros al Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas.” (Haaretz, 01-03-2024).

Y si alguien dice que todos estos actos y declaraciones están impregnados de cinismo hasta la médula porque la masacre sigue en Gaza, tendrá toda la razón. Pero independientemente del grado de cinismo e hipocresía que tengan, forman parte de las jugadas de los diversos imperialismos en su interés como tales imperialismos en la zona.

Ni EEUU, ni la UE, ni siquiera los países árabes quieren que el Estado israelí desaparezca ni sea derrotado sin más, lo que daría una excesiva preponderancia a Irán e incluso a Turquía en la zona. Pero tampoco quieren un Estado israelí que actúe impunemente sin contar con sus (del resto) intereses imperialistas, necesitan a un Israel más domesticado que se limite a jugar el papel de contrapeso y de equilibrio con Irán pero que no desestabilice excesivamente la zona.

 

El creciente aislamiento de Israel

El Estado israelí se va quedando aislado y cada vez se estrecha más el cerco sobre la fracción israelí que se opone a la “solución” de los dos estados. Hay otra fracción dentro de la burguesía israelí que, siendo completamente sionista, considera que la consolidación de su proyecto estatal israelí pasa necesariamente por la estabilidad de tal “solución”.

En el mundo hipócrita de las relaciones diplomáticas este aislamiento se manifiesta, además de lo que ya hemos visto, en las declaraciones del secretario general de la ONU a favor de la “solución” de los dos Estados (El País, 27-10-2023), las votaciones a favor de un alto el fuego en la ONU con 153 votos a favor, 23 abstenciones y sólo 10 en contra (La Vanguardia, 13-12-2023), o las declaraciones del jefe del Vaticano afirmando que “Esto no es una guerra, es terrorismo.” (El País, 23-11-2023).

La reunión del G-20 terminó sin comunicado conjunto, pero con declaraciones hechas en un marco de aparente unanimidad, a favor de los “dos Estados”.

Por su lado el imperialismo chino también percibe que la actuación de Israel es contraria a sus intereses en la zona: “no ha criticado a Hamás en sus declaraciones, limitándose a decir que el país asiático es ‘amigo de ambos’ bandos del conflicto” (Bloomberg, 12-10-2023), ha sido partidaria desde el primer momento de un alto el fuego y se ha manifestado en favor de “la justa causa palestina para restaurar sus derechos e intereses legítimos” (La Vanguardia, 14-02-2024).

Y, finalmente, la pantomima de la Corte Internacional de Justicia con la denuncia por genocidio interpuesta por Sudáfrica se ha caracterizado por su falta de concreción en ningún sentido, pero esto no quita que este instrumento pueda ser utilizado más adelante para presionar o sacar de la ecuación a una determinada fracción de la burguesía israelí que no se quiera someter a la decisión tomada por los distintos imperialismos mundiales.

 

La situación interna en Israel

La actuación de Hamás y del Estado israelí, encuentra su explicación también por el descontento social interno.

En “El Comunista” nº70 explicamos detalladamente el desarrollo de la fractura social interna que se iba amplificando dentro de Israel y que llevó al ministro de Defensa a declarar que: "El creciente cisma en nuestra sociedad está penetrando en las Fuerzas Armadas y los cuerpos de seguridad, lo que supone una amenaza clara, inmediata y tangible a la seguridad del Estado.” (El País, 26-03-2023). Pero al día siguiente del ataque de Hamás, al menos momentáneamente, se hizo la unidad nacional.

Sin embargo, el Estado israelí es cualquier cosa menos un bloque homogéneo. Es más bien un amasijo de intereses contrastantes que no consiguen fundirse en una unidad real, incluso desde el punto de vista burgués.

El estallido y desarrollo de la guerra ha actuado en distintos sentidos contradictorios sobre este amasijo. Si tendrá como resultado consolidar la “israelización” o si acabará de hacerla estallar por los aires, es algo que todavía es temprano para decir.


Una de las tendencias materiales subyacentes es la “israelización” de la población “árabe” (en torno al 21% de la población, incluyendo en el mismo paquete estadístico a palestinos, drusos, armenios, cristianos árabes, beduinos, circasianos, etc.), buscada por sectores de la burguesía tanto árabe como judía. El periódico sionista Haaretz reportaba la creación de un “grupo de 600 voluntarios, principalmente de la tribu Azazmeh [una tribu de beduinos, ndr], que llegaron con sus vehículos todoterreno y crearon equipos de emergencia para buscar israelís desaparecidos” o el “establecimiento de una guardia civil conjunta árabe-judía en Tel Aviv-Jaffa. Su objetivo: proteger los residentes locales, independientemente de su religión o procedencia étnica, en caso de que estallen enfrentamientos entre ellos (…) en unas horas, unas 1.000 personas se habían apuntado al nuevo grupo de Whatsapp de la guardia (…) No sólo en Jaffa y Haifa hay árabes y judíos trabajando hombro con hombro, sino también en la ciudad árabe de Taibeh, en la parte central del país.” (Haaretz, 13-10-2023). Por otro lado, “El diputado árabe israelí Mansour Abbas, presidente de la islamista Lista Árabe Unida, denunció el ataque del 7 de octubre de Hamás contra Israel en una entrevista radiofónica en árabe, afirmando que la masacre iba ‘contra todo aquello en lo que creemos’” (Haaretz, 07-11-2023). Recordemos que este partido árabe formó parte del anterior gobierno de coalición para desplazar al Likud. Otro ejemplo es la petición hecha al gobierno por “una lista de 35 grupos israelíes judíos y árabes de defensa de la paz y los derechos humanos” (Haaretz, 06-11-2023). Ninguna agrupación pacifista ni ninguna petición de esta índole va a frenar el conflicto militar, obviamente, pero lo relevante para lo que tratamos de observar es una cierta tendencia a la integración de árabes y judíos dentro de Israel.

Por otro lado, las corrientes de la burguesía y pequeña burguesía israelí que se reflejan en el sionismo religioso intentan aprovechar su estancia en el Gobierno para fortalecer sus bases, mientras sus portavoces despachan llamados y declaraciones alucinadas: “El rabino de una base de entrenamiento militar israelí celebró las acciones de Israel en Gaza con fervor mesiánico y exultó por el hecho de que Israel controlara algún día una franja de territorio desde Líbano hasta Gaza en un vídeo que se hizo viral en las redes sociales el domingo. ‘...la tierra es NUESTRA. ¡Todo el país! ¡Todo él! ¡Incluida Gaza! ¡Incluido el Líbano! ¡Toda la tierra prometida!’” (Haaretz, 05-11-2023). “El Ministro de Patrimonio, Amichai Eliyahu (Otzma Yehudit), afirmó que lanzar una bomba nuclear sobre la Franja de Gaza es una opción.” (Haaretz, 06-11-2023).

Es palpable la inquietud de un sector del Estado israelí respecto al reparto de armas y a los escuadrones paramilitares organizados por parte del sector sionista religioso en el gobierno: El ministerio de Ben-Gvir ha creado más de 600 de estos escuadrones desde el comienzo de la guerra, incluidos muchos que no están cerca de las fronteras del país. (…) se han proporcionado 40.000 paquetes de combate que incluían un fusil personal y otros equipos. Hasta la fecha se han comprado unas 25.000 armas a empresas israelíes, así como munición y otros equipos de combate. (…) El máximo responsable policial israelí advierte de que la distribución masiva de armas por parte de Ben-Gvir podría ponerlas en ‘manos equivocadas’ (…) ‘Nadie está controlando a los que reciben las armas. En medio de todo el pánico, repartieron armas a todo el mundo, y no será fácil recogerlas después de la guerra’, declararon altos cargos de la policía." (Haaretz, 10-11-2023). En una situación que tiene ciertas similitudes con la situación de armamento de la pequeña burguesía de EEUU, estas armas se reparten en realidad para ser utilizadas contra las propias fuerzas del Estado israelí cuando llegue el momento en que se imponga la necesidad de disolver materialmente estas corrientes que se oponen a la integración de Israel como un Estado más de la zona de Oriente Medio.

Adicionalmente, el 13% de la población (también la parte que mayor crecimiento demográfico tiene) está conformada por ultra-ortodoxos o jaredíes. La exención del servicio militar de este sector ha sido uno de los escenarios de la lucha entre el planteamiento de Estado de las distintas fracciones israelíes.  A nivel inmediato, el inicio de la guerra tuvo el efecto de que “aproximadamente 3.000 hombres de la comunidad jaredí, (…) se presentaron voluntarios para servir en las FDI.” (Times of Israel, 08-11-2023) además de la imagen recurrente de grupos de “jaredíes visitando a soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel para mostrarles su apoyo (…)” (Haaretz, 16-11-2023).

Así se manifiesta el sector sionista “secular”: “(…) hace seis semanas estábamos al borde de la guerra civil por la cuestión del reparto de la carga del servicio militar (…)” (Haaretz, 12-11-2023).  Y unos meses de guerra imperialista después, se empieza a replantear la misma cuestión: “’reconocemos y apoyamos a aquellos que dedican su vida al estudio de las sagradas escrituras judías, pero sin existencia física no hay existencia espiritual’ ha recordado esta semana el ministro de Defensa, Yoav Gallant. (…) el Partido Laborista lidera las manifestaciones para que los religiosos se impliquen.” (El País, 03-03-2024). Pese al impulso inicial tras el ataque de Hamás, subsiste una resistencia considerable al enrolamiento obligatorio de los estudiantes ultra-ortodoxos: “’Si obligan a nuestros chavales a ir al ejército, se van a plantar y no van a luchar’ concluye Shwarts en una yeshivá (escuela rabínica) de Mea Sharim, el barrio ultraortodoxo por excelencia de Jerusalén.” (El País, 03-03-2024). “El Gran Rabino sefardí intervino en la polémica sobre la exención de 66.000 estudiantes de yeshiva del servicio militar. ‘Si nos obligan a ir al ejército, nos iremos todos al extranjero’, dijo.” (Haaretz, 11-03-2024).

En cuanto a la conflictividad previa a la guerra entre fracciones de la burguesía israelí, las causas materiales siguen estando allí y la guerra, aunque haya jugado un papel inhibidor inicial, puede desarrollar a través del desgaste que genera su posterior reavivación. Con cierto retraso, las protestas se han ido reanudando y se ha incrementado también la represión directa de las mismas por parte del Estado: “La primera manifestación oficial judeo-árabe contra la guerra y por el alto el fuego, (…), se celebrará en Tel Aviv el sábado por la tarde, tras las impugnaciones legales y la marcha atrás de la policía, presionada (…) para cancelarla.” (Haaretz, 17-11-2023). “Cientos de manifestantes se concentraron frente a las casas de miembros de la coalición israelí, pidiendo el cese del gobierno.” (Haaretz, 16-02-2024).“Miles de personas protestaron el sábado por la noche en todo Israel contra el gobierno del primer ministro Netanyahu, exigiendo elecciones anticipadas y un acuerdo para liberar a los rehenes de Hamás. En Tel Aviv, la policía hizo un uso intensivo de cañones de agua y agentes a caballo para dispersar la protesta, que declaró ilegal.” (Haaretz, 25-02-2024).

Por otro lado, en relación con la reforma judicial pretendida por el gobierno, “el Tribunal Supremo decidió ayer abolir su ley clave [del actual gobierno], la que privaba a la justicia del poder de anular decisiones del Gobierno y de los ministros que consideren ‘irrazonables’. Se aprobó por una mayoría justísima de ocho frente a siete” (La Vanguardia, 02-01-2024).

La fracción gobernante israelí que se ha visto empujada a desencadenar el conflicto armado necesita también su máxima prolongación. El efecto inicial en la economía israelí fue el siguiente: “entre el 10% y el 15% de sus plantillas [de empresas tecnológicas israelís] se encuentra entre los 360.000 reservistas que serán llamados a filas” (Expansión, 14-10-2023). No sólo las empresas tecnológicas se vieron afectadas, la “movilización sin precedentes de reservistas militares (…) ha dejado sin personal a las empresas que siguen abiertas” (Expansión, 24-10-2023). Así se describe el impacto de las primeras semanas de conflicto en una empresa agroalimentaria en Israel: La fábrica de cerveza ha frenado su producción; 12 de sus 14 restaurantes están cerrados y en uno de los dos que permanecen abiertos sólo entraron cinco personas durante la hora del almuerzo del jueves.” (Expansión, 24-10-2023). Y así se lamentaba un representante de la burguesía industrial israelí “’El gobierno está abandonando a la gente’, dice Ron Tomer, director de la Asociación de Fabricantes de Israel. Muchos no han sido compensados plenamente por la pérdida de sus ganancias” (Expansión, 07-11-2023). La burguesía israelí no sólo se vio privada de trabajadores reservistas llamados a filas sino también de la fuerza de trabajo palestina por “la prohibición de entrada de unos 200.000 trabajadores palestinos contratados por empresas israelíes” (El País, 23-01-2024) en los que se incluyen “21.000 jornaleros de la Franja con un permiso especial de entrada y trabajo” (El País, 14-10-2023). También una parte del proletariado inmigrante procedente de otros Estados se fue después del ataque de Hamás.

Sin embargo, la situación ha sido parcialmente revertida. Una parte importante de los reservistas ha sido desmovilizada para que vuelvan a trabajar: “Al comenzar 2024, las FDI retiran 5 brigadas de Gaza” (The Times of Israel, 31-12-2023) y, posteriormente, el ejército israelí “sigue reduciendo su presencia en la Franja, dejando una brigada de reservistas dentro de Gaza.” (Haaretz, 31-01-2024). En relación con los trabajadores procedentes de otros estados: “Más de 12.000 trabajadores extranjeros nuevos y veteranos han llegado o regresado a Israel tras el asalto del 7 de octubre de Hamás al sur de Israel, entre ellos 2.218 en agricultura, la mitad de ellos procedentes de Tailandia (…) Las autoridades locales de la nación africana afirman que hasta 5.000 malawianos podrían ir a Israel en los próximos meses. A ellos hay que sumar 1.500 procedentes de Kenia. (…) anuncia la llegada del primer grupo de 100 trabajadores procedentes de Sri Lanka, de un total de 10.000 según los funcionarios, y señala que también se está intentando atraer a trabajadores de países como Moldavia. (…) discutieron la promoción de un acuerdo marco para traer 25.000 trabajadores de Ecuador a Israel en los sectores de la construcción y la agricultura.” (The Times of Israel, 20-12-2023).

 

La situación interna en Gaza y Cisjordania

Como en Israel, antes de la guerra, en Gaza se habían producido protestas, reprimidas en este caso por Hamás:

“Varios miles de personas tomaron brevemente las calles de la Franja de Gaza el domingo para protestar por los cortes crónicos de electricidad y las difíciles condiciones de vida, en una rara muestra pública de descontento con el gobierno de Hamás en el territorio. Las fuerzas de seguridad de Hamás dispersaron rápidamente las concentraciones.

Hubo marchas en la ciudad de Gaza, en la ciudad meridional de Jan Yunis y en otras localidades, en las que se coreaba "qué vergüenza" y, en un lugar, se quemaron banderas de Hamás, antes de que la policía interviniera y disolviera las protestas.” (Ahram online, 31-07-2023).

Una vez iniciado el asalto militar por parte del ejército israelí, con el desplazamiento y hacinamiento forzado de la población hacia el sur, con el bombardeo sistemático contra la población civil que a principios de marzo de 2024 ha ya producido más de 30.000 muertes, la evolución de la economía siguió este curso: “el recorte del sueldo de los empleados públicos y la desaparición de los 400 millones de euros que los trabajadores transfronterizos inyectaban cada mes en la demanda local han colocado a la economía palestina al borde del colapso, mientras las empresas echan el cierre con las cajas registradoras vacías y agobiadas por las deudas. (…) Israel haya anunciado que va a entregar los tributos retenidos, pero no a la ANP, sino al Gobierno de Noruega (…) Las tasas y el IVA que recauda Israel en las aduanas suponen más del 65% de todos los ingresos palestinos. (…) la economía de Gaza se ha desplomado un 85%, además de haber sido destruidas casi todas las infraestructuras con un resultado catastrófico. En Cisjordania, mientras tanto, la caída de la actividad ha sido de un 30% en los tres últimos meses. (…) Los trabajadores palestinos en Israel aportaban una inyección de ingreso fundamental en la economía de Cisjordania, donde la tasa de desempleo se ha elevado de 18% al 29% en tres meses.” (El País, 23-01-2024).

La situación producida por la guerra no ha actuado solamente en el nefasto sentido de la unidad nacional, tumba de la clase obrera, sino que ha empezado a hacerse sentir en el terreno de la protesta – aunque genéricamente pacifista – del proletariado gazatí, atrapado entre los dos fuegos burgueses de Hamás y del Ejército israelí:

“Miles de palestinos de la Franja de Gaza se manifestaron contra la actual guerra de Israel contra el asediado enclave costero (...) Llevaban pancartas que decían: "Queremos que termine la guerra" (...) ni a Israel ni a Hamás les importan nuestras vidas, así que decidí alzar mi voz contra la guerra y pedir a la gente de todo el mundo que nos ayude a detenerla (...) El miércoles, un día antes, cientos de palestinos, sobre todo desplazados, también se manifestaron contra la guerra.” (The New Arab, 26-01-2024).


La situación económica descrita y la preparación del desarrollo posterior de la situación ha llevado a que “el Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) anunció ayer su renuncia ante el presidente Mahmund Abbas. (…) El primer ministro, Mohamed Shtaye, reclama un nuevo Ejecutivo de amplia mayoría nacional” (El País, 27-02-2024) y a que representantes de Hamás y Al Fatah se reunieran “en Moscú para debatir la formación de un gobierno palestino unificado y la reconstrucción de Gaza, informó el miércoles la agencia estatal de noticias RIA, citando al embajador palestino en Rusia.” (Haaretz, 28-02-2024).

Para el proletariado palestino, ninguna "solución" estatal burguesa, va a ser una solución a su explotación. Al mismo tiempo, cualquier situación que permitiera al proletariado gazatí dejar de estar literalmente en un campo de concentración, que permitiera un mayor contacto e interrelación entre el conjunto del proletariado de la zona y un desarrollo de la lucha de clase con la propia burguesía que no estuviera sistemáticamente inhibido por los atentados regulares o irregulares del otro bando burgués, sería un terreno objetivamente más favorable que la situación actual. La permanencia del conflicto militar nacionalista ha sido hasta ahora la conveniente “solución” para la burguesía de ambos lados del muro de Gaza para narcotizar a sus respectivos explotados.

En cualquiera de las eventualidades, que se acabarán determinando por el efecto combinado de intereses interimperialistas, el único camino sigue siendo trabajar por la CONFRATERNIZACIÓN entre los proletarios de las distintas nacionalidades y lenguas, el rechazo a cualquier tipo de nacionalismo, y la organización conjunta de todo el proletariado tanto en el plano de la lucha inmediata como de la lucha comunista, por la transformación de la guerra imperialista en guerra civil revolucionaria, por la revolución social: “Es en estas franjas de encuentro entre los pueblos, en estas zonas bilingües, donde el internacionalismo proletario debe dar pruebas de su valor, rechazando las banderas de todas las patrias en favor de la bandera roja, la única bandera de la revolución social.” (El Proletariado y Trieste, Battaglia Comunista nº8, 1950).

 

La irradiación de la guerra en Oriente Medio

Desde el inicio de la operación militar del ejército de Israel sobre la Franja de Gaza, se han producido bombardeos cruzados continuos entre el ejército israelí y Hezbollá en la frontera con el Líbano.  El ejército de Israel ha extendido el radio de su actuación, bombardeando también territorio sirio, como los aeropuertos de Damasco y Alepo. Y lo mismo ha hecho EEUU bombardeando instalaciones vinculadas con Irán en Siria, así como en Irak y en Yemen. El ejército de EEUU desplegado en la zona ha sido hostigado a su vez por varias milicias y grupos militares, aunque con pocas bajas: “Hasta el viernes se habían producido 158 ataques contra las fuerza de Estados Unidos y de su coalición” (La Vanguardia, 29-01-2024). El Estado Islámico (que aparece siempre que EEUU lo necesita) realizó un atentado con casi un centenar de muertos en Irán en el cuarto aniversario del asesinato por parte de EEUU del general iraní Soleimani. Y, sin embargo, no se ha escalado la situación hacia un conflicto regional e incluso mundial, dado que todos los actores escenifican una coreografía macabra pero inconcluyente: “El portavoz del Movimiento Nujaba, uno de los grupos armados más activos en Irak, indicó ayer a la agencia Associated Press que ‘no queremos aumentar las tensiones en la región’. Días atrás, Kataeb Hizbullah una de las principales milicias del Eje, anunció que cesaba las operaciones militares contra EEUU. (…) El Pentágono también ha optado por la prudencia. Aunque hubo unos 40 muertos, las milicias estaban avisadas y pudieron poner sus armas a buen recaudo.” (La Vanguardia, 04-02-2024).

Por un lado, EEUU ha demostrado ya al mundo y a sí mismo que no tiene la fuerza para imponerse en la región. Por otro lado, los distintos grupos burgueses de la zona no sienten el impulso de destruirla y destruirse por enésima vez, justo cuando se disponían a intentar un gran negocio con su desarrollo. La irrupción de la guerra entre Israel y Hamás es un obstáculo para ese desarrollo. De hecho, es la consecuencia de la existencia de intereses materiales que se ven venir su desaparición en el marco de ese desarrollo. Esta es la explicación material por la que el juego macabro no pasa, por el momento, de una coreografía. Pero el mundo capitalista es un enorme barril de pólvora y cualquier chispa voluntaria o involuntaria podría hacerlo estallar.

 

Las alteraciones del comercio mundial

Una de las irradiaciones del conflicto han sido los ataques por parte de los hutíes desde Yemen a los barcos que pasan por el estrecho de Bab al-Mandab en el Mar rojo. Esto ha tenido como resultado ahogar el puerto de Eilat, el cual ha visto completamente reducida su actividad. También ha tenido como resultado el desvío de una parte (pero no todo ni mucho menos) del comercio que antes circulaba por el Mar rojo hacia rutas comerciales alternativas como el Cabo de Buena Esperanza, alargando los tiempos de transporte y reduciendo los ingresos del Canal de Suez. En el siguiente número de la revista veremos los efectos dialécticos de las turbulencias del comercio mundial en las distintas rutas comerciales, existentes o nuevas.

La diferencia principal entre la situación actual y la que se dio en la reanudación epiléptica de la producción y circulación en 2021-2022 es que actualmente la demanda está contraída, los stocks elevados y, como hemos visto unas páginas más arriba, el volcán de la producción inunda de mercancías el mercado. A esto se le suma una sobreproducción propiamente en el ámbito del transporte marítimo, fruto de un proceso que se puede leer en “El Comunista” nº68 (abril 2022, pág. 11) y en “El Comunista” nº70 (abril 2023, pág. 16). La situación actual es que: “Según Maersk, el crecimiento del comercio mundial de contenedores se situará entre el 2,5% y el 4,5% para el conjunto del año. (…) Maersk calcula que la flota mundial de contenedores crecerá entre un 12% y un 13% este año con la botadura de nuevos buques, mientras que el envío de buques al sur de África sólo absorbe el 6% de la capacidad mundial.” (Bloomberg, 08-02-2024). En este contexto de sobreproducción y supercapacidad productiva, la subida de los precios del transporte no refleja un aumento de la demanda de las mercancías transportadas ni tampoco una escasez real de medios de transporte a medio plazo.

 

La superproducción lleva a la guerra

La crisis relativa de sobreproducción lleva a la necesidad de la destrucción de los capitales ociosos y de las fuerzas productivas ya creadas: “las pérdidas se reparten de un modo muy desigual y en forma muy distinta, haciendo que unos capitales se paralicen, que otros se DESTRUYAN, que otros experimenten una pérdida simplemente relativa o una depreciación puramente transitoria, etcétera. Pero, en todo caso, el equilibrio se restablecerá mediante la inmovilización e incluso la DESTRUCCIÓN de capital en mayor o menor proporción. Y esto se hará extensivo en parte a la sustancia material del capital.” (El Capital, Libro III, Capítulo XV, K. Marx).  “¿Cómo vence esta crisis la burguesía? De una parte, por la DESTRUCCIÓN obligada de una masa de fuerzas productivas; de otra, por la CONQUISTA de nuevos mercados y la EXPLOTACIÓN más intensa de los antiguos. ¿De qué modo lo hace, entonces? Preparando crisis más extensas y más violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas.” (Manifiesto del Partido Comunista, 1848).

 Esta necesidad de destrucción es lo que lleva a la guerra militar, independientemente de la voluntad de los títeres que se ilusionan con gobernar el mundo. En todas las zonas del mundo capitalista nuestras palabras son las mismas que en 1920:  "¡Acuérdate de la guerra imperialista! Estas son las primeras palabras que la Internacional Comunista dirige a cada trabajador, cualquiera que sea su origen y su lengua. ¡Recuerda que, debido a la existencia del régimen capitalista, un puñado de imperialistas tuvo durante cuatro largos años la posibilidad de obligar a todos los trabajadores del mundo a degollarse! ¡Recuerda que la guerra burguesa sumió a Europa y al mundo entero en el hambre y la indigencia! ¡Recuerda que, sin la liquidación del capitalismo, la repetición de esas guerras criminales no sólo es posible sino inevitable! (…) La guerra imperialista confirmó una vez más la veracidad de lo que podía leerse en los estatutos de la I Internacional: la emancipación de los trabajadores no es una tarea local ni nacional sino una tarea social e internacional." (Estatutos de la IC, II Congreso, 1920).

Si es cierto que el capitalismo conduce inevitablemente a la guerra imperialista, no es menos cierto que en esa encrucijada no faltarán los comunistas para convertir esa guerra reaccionaria en una guerra revolucionaria que sea la tumba del capitalismo. Condición ineludible: Partido Comunista Internacional único para todos los estados del mundo, rechazando cualquier aliado, firmemente fundado sobre la integral doctrina marxista.

Este mundo burgués se hunde y amenaza con arrastrarnos con él, no tenemos parches o remiendos que ponerle sino una nueva sociedad por la que luchar y vivir. Y no una caricatura de ésta con los nombres cambiados sino una sociedad verdaderamente comunista: sin trabajo asalariado, sin mercado, sin anarquía de la producción, sin propiedad privada, sin Estado, ni crisis ni guerras… en la que “el libre desarrollo de cada uno será la premisa del libre desarrollo de todos” (Manifiesto del Partido Comunista, 1848).

 

  

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